viernes, 15 de julio de 2005

Fantastic Four Foes (Marvel)


Cubierta del núm. 6 y último de la serie Fantastic Four Foes, y una viñeta del interior. Copyright de sus autores.



Mientras el pulso de la serie en curso lo lleva Mark Waid como imaginador de los avatares que pasa la familia Richards y hermanos (cual episodio de Perdidos en el Espacio) a la busca de un Johnny Storm vapuelado por Galactus, leemos la última miniserie -de 6 números- completada de Los 4 Fantásticos (marzo-agosto de 2005) porque es el día indicado para ello: hoy estrenan en los cines de toda España la película Los 4 Fantásticos.
Comienza la historia con uno de los currantes del edificio Baxter, el que habitan en su cúspide los cuatro héroes, que lleva una vida rutinaria y cansina. Esta vida se muestra en contraste con la de los cuatro héroes, ocupados en hazañas inmortales cada el día y en gestas para grabar en los pórticos... pero, con una vida doméstica rutinaria y abocada al fracaso. Lo demuestra el reproche que Sue Storm, la Mujer Invisible, le hace a su marido Mister Fantástico. Durísimo: hace meses que no hace vida familiar con ella ni con sus hijos. Vamos, que no follan. Cosa que enrrabieta a uno, dado que Mister Fantástico es el tipo con las dotes amatorias más envidadas del mundo (no ya por el tamaño, es que su pene puede adoptar la forma del dildo que sale en Sexo en Nueva York, o convertirse en miles de finísimos tentáculos de delicado tacto para el clítoris, en fin... no sigo).
Pero esta reflexión escapa al interés central de esta reseña. Al igual que no se halla contemplada en los objetivos del tebeo. Éste sigue fiel a los esquemas básicos que rigen todo comic book: nada de sexo, tope de violencia, roles cimentados. Aquí se nos muestra una estampa particularmente machista y muy consolidada en los tebeos de superhéroes: Sue Storm claudica y decide llevarse a su hijo al colegio. Se da por hecho que él no dedica su tiempo a las labores del hogar ni a la crianza. Ella sí. Y va de compras con su hijo a cuestas mientras su marido se dedica a trazar estúpidas estadísticas sobre cuándo van a morir los integrantes de la familia de azul.
El guionista es Robert Kirkman, un autor que cumple sobradamente con un producto amoldado a los cánones de la historieta estadounidense del mainstream, de digestión fácil y con acción a raudales. En este caso, el argumento de partida consiste en que el Maestro de Marioneta (Puppet Master) convoca en un garajucho al grueso de enemigos de los 4 F -que no se sabe cómo los convoca y qué les empuja a acudir a la reunión- y les propone unirse para combatir a la 'familia feliz de superhéroes'. Declinan, pero El Pensador Loco (Mad Thinker) se le une y planean la destrucción 'refinitiva' de los cuatro poderosos. Lo cual que, ya de entrada, imaginamos que no va a ocurrir; pero molará ver el intento. El intento lo llevan a cabo extrayendo muestras de ADN de todos los malosos -incluso de los que no son orgánicos, no sé cómo se las apañan- para contruir con él el superenemigo. El ADN acaba en manos de Reed Richards tras detener a los dos supervillanos tarados y planea hacer algo con él.
El autor del dibujo, Cliff Rathburn, aporta una visión de los 4 F a tono con los tiempos, atractiva y ágil, de cuerpos juncales y nervudos, de anatomías ajustadas a los cánones de belleza de hoy aunque tendentes a la pose. La Cosa, sin embargo, está terminada con encanto, muy monda y simpática.
Su narrativa es poco sofisticada, no arriesga en las angulaciones y adopta el facilón recurso de los bustos parlantes, equilibrio que rompe con alguna viñeta a modo de splash para tildar con agudas la acción. Se pasa un poco con el dibujo de chicas (Hulka / She Hulk aparece no sólo con pezones, también con un traje de superhéroe que parece salido de una peli de Joe D'Amato. Además, actúa de canguro de los niños de los supercuatro. Otra de roles.)
El argumento de partida vira para tomar una senda inesperada con el ADN recopilado como eje de un relato de superaventuras: Reed Richards desea acabar de una vez por todas con los villanos que les aquejan mes tras mes y decide que una manera sería recurriendo a la clonación y recluyéndolos en una prisión bien chunga al estar sita en la Zona Negativa. Ahí lo tienen: Reed Richards, Defensor de los Derechos Civiles. No sólo clona sin cuestionamiento moral previo, también reestructura la política penitenciaria.
Resulta que el anodino tipo de la planta de abajo es otro enemigo potencial y la cosa se pone tensa. Gracias a que Hulka y Hércules acuden al rescate...
Lo más interesante de 'Fantastic Four Foes' es el dibujo de Rathburn y la presencia del SuperSkrull (con el alter ego de Zelig, muy agudo) y algún que otro villano clásico de estas series. El tebeo se deja leer, sosteniéndose apenas sus argucias argumentales, y produce un brote de adrenalina cuando llega la hora de las tortas.
Los 4 Fantásticos no mueren, o sea.
Ni aunque los saquen en las películas.

Reseña de Manuel Barrero.