lunes, 14 de marzo de 2005

Big Baby, de Charles Burns

Big Baby, de La Cúpula

RESEÑA.- Big Baby, de Charles Burns. La Cúpula: Novela Gráfica, Barcelona, 2005.

Burns fascina. Burns crea cotidianidades aparentemente normales que están podridas bajo la superficie y, cuando aflora la pútrida realidad, todo arde. En este tebeo donde se recopilan algunas de las historietas protagonizadas por el "niñato" vuelve a fascinar con argumentos sencillos, de resolución ortodoxa pero que se leen con un escalofrío perenne en la espalda. El protagonista, Tony, es un niño americano que vive en una casa americana, con jardín y con vecinos americanos pero inquietantes. Como todos los niños, celebra la crueldad de sus juegos y entiende que los mayores, en buena lógica, participan de las mismas fantasía de él. Por eso el big baby se mueve entre la realidad y las ficciones de serie B, entre la paranoia y lo sobrenatural.
Lo más sorprendente no es que Burns nos logre atemorizar con estos relatos fantasmales heredados de los seriales de horror, lo preocupante es que a partir de cierto número de páginas leídas ya no reparamos en que el mismo niñato es también una aberración. Por lo tanto, caminamos de la mano del monstruo hacia el horror y se hará real aquello que enfebrece su imaginación, no cabe duda. Burns asusta más precisamente cuando el lector cae en la cuenta de que el niño protagonista no es ningún Calvin (de Watterson) retratado por un xilógrafo expresionista, sino que los miedos y ficciones del niño son, en realidad, el asidero de la cordura porque el verdadero mal se halla injertado en el tejido de la normalidad.
Fascinante tebeo que hará las delicias de los amantes del cine clásico, de los seriales en blanco y negro, de los cómics de horror precode, de los juguetes que observados atentamente revelan su lado diabólico y de la narración pausada y mágica al estilo David Cronnenberg o Hideo Nakata. Big Baby es una alternativa que se rebeló en RAW hace ya la friolera de veinte años (aunque la recopilación en libro es de 1999) y que concita otra manera de mirar hacia una sociedad corroída por dentro, donde los ábusos domésticos se disimulan, los crímenes accidentales se ocultan, donde las obsesiones de la adolescencia se sufren como una cangrena... en fin, donde los miedos de la infancia son reales. Y qué delicia ver esa línea sólida, hija directa de la escuela de Hergé (los interiores de las cubiertas son escogidos cuadros para una exposición, como la que se muestra en las tapas de los álbumes de Tintín), y esa iluminación violenta, resbaladiza, ¡insoportable!
Burns arderá en el infierno. Nosotros con él.

Reseña de Manuel Barrero. Tebeosfera recibió servicio de prensa de La Cúpula.

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