sábado, 9 de abril de 2005

Tocar los tebeos

Tocar los libros

Recientemente ha sido publicado Tocar los libros, un breve pero brillante texto de jesús Marchamalo cuya referencia, para los interesados, es como sigue: Marchamalo, Jesús (2004): Tocar los libros, Centro de Profesores y Recursos de Cuenca: Cuadernos de Mangana, 29, ISBN 84-95964-24-4
Grata lectura la de esta conferencia transcrita, en la que su autor apenas si hilvana un conjunto de datos anecdóticos y habladurías en torno a las manías sobre los libros (por parte de libreros, autores, coleccionistas) pero que está tan brillantemente expuesta que es lectura obligada. De buena fuente sé que el Centro de Profesores y Recursos de Cuenca está recibiendo peticiones de ejemplares de todos lados y que, por quedarse sin ejemplares, y andan dispensando fotocopias.

y es que el texto de Marchamalo concitala sonrisa a cada vuelta de página. Se trata de un ensayito primoroso y elaborado con cierta camaradería para leer en un entorno de amantes de los libros. Amantes como lectores que aprecian algo más que la lectura: de los que sopesan los volúmenes, los que acarician las cubiertas, los que miman las esquinas, los que no pintarrajean ni desguardan, los que los acumulan con fervor, los que sumergen su nariz en su olor a viejo o a tinta (pero que es aroma de aventura o de romance), los que los catalogan, ordenan y nunca prestan... en fin, nosotros.
Como ejercicio mental, según leía he supuesto que los comentarios del escritor podrían aplicarse a los lectores de tebeos. Sí, ya sé que los tebeos, o cómics, para los catalogadores no mercen otra consideración que la de folleto y lo de "ser libro" les queda un poco lejos. Nada más incierto, un libro de historietas es un libro y como lectores y amantes del medio deberíamos usar el término sin complejos, que eso de "álbum" o "tomo" o "prestige", son denominaciones que acaban atañendo a compilaciones, partes de un todo o formatos concretos y no benefician a la consideración de ese objeto maravilloso que es un tebeo.
Hay tebeos de grapa, verdad es, pero también libros de cómics (o de historietas) y estos deben comprenderse, en su manejo por el lector y en su producción por el editor, como los libros de los que habla Marchamalo.
Marchamalo toca primero el problema del espacio: ¿Cómo y dónde acumular tantos libros? Un libro medio ronda los 2 cm. ó 2 cm. y medio de grosor, mientras que un tebeo medio encuadernado en cartoné no alcanza el cm. pero el problema persiste, porque tebeos se tienen más por ser baratos frente a los libros. Hay coleccionistas que poseen más de 15.000 tebeos, siendo esta una cifra no muy exagerada. ¿Dónde meterlos? ¿Deben llegar las estanterías al techo? Marchamalo cita la característica ordenación de ciertas bibliotecas y resulta cómico saber que ciertos autores o lectores son reacios a ordenar sus libros por orden alfabético, mientras que otros nunca lo harían por temas. Los tebeos suelen ordenarse por grupos temáticos puesto que en muchos casos estos se corresponden con sellos editores y los formatos. Veremos, así, los comic books con los comic books, en baldas más bajas, los manga en baldas aún más chicas (ahora ya junto a los Biblioteca Marvel, por razón de sus similares dimensiones), pero los libros de historietas francobelgas ("álbumes europeos" los llaman algunos) suelen estar junto a las demás colecciones de libros de cómics de Ikusager, B, Sinsentido, algunos de Astiberri, Norma... los encuadernados en rústica, como casi todos los de Toutain o La Cúpula, suelen ir apretados en otras baldas, de igual altura y resistencia. Luego hay que hacer sitio para las colecciones de revistas que no son libros pero que muchos encuadernan en volúmenes con sus tapas. Los tebeos de humor de Bruguera o Valenciana ocupan estantes más bajos y menos sólidos, por su tamaño sensiblemente menor y su grosor también más fino. Los muchos otros tebeos, libros de tiras, cuadernos de aventuras, cuentos de niñas, libros teóricos sobre historieta y demás, se quedan en baldas similares a las de los "libros normales".
Con todo, siguen siendo muchos. ¿Qué hacemos los que venimos acumulando tebeos durante años y años, cuando las colecciones rebosan los dos habitáculos de la casa que destinamos para ello? Conozco a quien los tiene en una casa de campo (entera, llena de tebeos). Conozco a otros que tienen hasta tres domicilios atestados de tebeos, cuentos, álbumes de cromos, periódicos y libros... En un hogar normal, humilde, llega un momento en que hay que elegir entre invadir los bajos de las camas y la salud matrimonial e invariablemente se suele optar por lo segundo. Cita Marchamalo la posibilidad de cifrar un límite para la posesión de libros, y a saber si se podría aplicar lo mismo a los tebeos. Según varios autores, 343 libros son los imprescindibles que toda biblioteca debe poseer; los títulos de estos volúmenes han de ser escogidos cuidadosamente, aunque ya todos más o menos conocemos un canon. Para los tebeos existe un canon, también, muy discutible según gustos, pero existe. Pero aquí hay surge un problema distinto: ¿qué caracteriza la calidad de The Spirit, una historieta o el conjunto de la obra sobre el personaje? Sin duda lo segundo, no se puede apreciar la grandeza de The Spirit con una sola entrega de ocho páginas y hay que disponer las casi 400 entregas para disponer de una de las obras capitales del cómic. Este problema persiste si se desea poseer lo mejor de Conan, una selección mínima de Tezuka, todo Tintín, naturalmente, Valérian (sería terrible verse obligado a elegir un sólo álbum); para El Eternauta bastaría con tener la primera entrega pero ¿y Breccia? ¿se puede renunciar a la opera omnia del maestro uruguayo? De Ibáñez, ¿qué coger?, ¿y de Goscinny? Ah, me temo que la tebeoteca mínima sería tan aparatosa como cualquier biblioteca media. Sobre todo si queremos buenas ediciones en cartoné. El problema quedaría resuelto con un buen ordenador, con gran y plana pantalla y pocos remilgos a la hora de leer páginas digitalizadas. Ya existen millones de páginas de historieta en este formato. No está todo, pero está casi todo. Y ocupa menos. Una estimación que ya se puede hacer sería: en 5 cm. de grosos por 30 de altura (dimensiones medias de un estuche para 65 discos de CDROM o DVD) caben las colecciones completas de: The Spirit, Tintin, Asterix, Valerian, Blueberry, XIII, todo Peyo, todo Tezuka, Shirow y Tatsumi, todo Carl Barks, Alex Raymond, Robert Crumb y George Herriman, todo Marvel, todo DC, todo Image, Crossgen y Dark Horse. Y todo Superlópez y Mortadelo y Filemón. Y aún sobra algún hueco para meter tebeos británicos, italianos, belgas y argentinos.
Claro que, esto no son "libros de historietas"... y los neoludditas odiarán los cómics digitales. De hecho, gran parte de los lectores de tebeos nacidos antes de 1970 no estiman oportuno leer un tebeo que no sea de papel. El tacto, la impresión, el olor, el acto de pasar las páginas son factores clave a la hora de abordar la lectura y la comprensión del medio historieta (ese color reflejado y no traspasado por la luz...).
Marchamalo también pone la tilde en el asunto de los soportes. Él es un hombre que ama los libros como objetos, y en su ensayito habla del respeto y el cuidado que debe tenerse al "tocar los libros". Comenta el horror de tener que desembarzarse de libros (en nuestro caso, de colecciones: hace poco pensé en deshacerme de los Biblioteca Marvel que adquirí en un momento de total desorientación). Según Marchamalo, todo consiste en superar cierto bloqueo, tras el cual tirar tebeos o regalarlos se vuelve juego de inercia. Y es que habrá que tirarlos, o donarlos, o amontonarlos en estancia lejana, porque son muchos los libros de cómics (y los tebeos) que se editan, son demasiadas las novedades que aparecen cada año. Según Marchamalo, en España se editan más de 65.000 libros al año (en el mundo: 86.000 al mes). Nadie puede leer ni tener tanto libro, hasta el esfuerzo de catalogación resulta inmenso. Según sus cálculos, en el mundo se publica o reedita un libro cada 30 segundos; en España, ocho libros a la hora. ¡De infarto!
Con los tebeos no da para tanto, según los datos más de andar por casa que conocemos la cosa no queda tan lejana a los efectos prácticos: se editaron aquí (según los listados de novedades que facilitan los editores) 1921 tebeos durante el año 2004, en los que no se hallan comprendidas las revistas de humor, las revistas infantiles y otras que combinan humor con entretenimiento e historietas (por ejemplo, El Cochinillo Feroz). Aun así, esto implica que se edita un tebeo cada cuatro horas y media en nuestro país, 5,2 al día. Y el tebeo más barato ya ronda los tres euros. Echando cuentas... uf, demasiado caro, demasiado papel. Y, bueno, se puede prescindir de unos cuantos ¿eh? Al contrario que Lampedusa, que se obligaba a leer todo libro que caía en sus manos, debemos proceder como Héctor Yánover, que decía que hay libros para leer y "libros para libros". Con los cómics ocurre lo mismo: hay cómics que hay que leer (sin ir más lejos: Little Nemo) y cómics que hay que tener (Jimmy Corrigan, por ejemplo) pero que no perdemos nada si no leemos. Sería interesantes que algún colectivo de frikis perdiese valiosas horas ordenando y reordenando cánones con el fin de alcanzar un consenso sobre qué tebeos son históricos, cuáles trascendentes, cuáles prescindibles y cuáles sobrevalorados. También los hay infumables. Y también "maltenidos" (Marchamalo habla de libros esguardamillados), como los mal editados, mal traducidos, los remontados, los que se redujeron de formato o quedaron huérfanos del color original. Así, el reciente Rip Kirby de Planeta-DeAgostini, es de tener y leer, como lo es la primera tanda de 50 episodios de Fantastic Four pero... ¡ay! ¿existe una edición en español decente? La respuesta es no.
La clara adscripción de los tebeos a los productos para el consumo efímero han convenido en formular tebeotecas de apilamiento, de cajas contenedoras, de carpetones y archivadores. Con el paso de los años, los tebeos casi han devenido papelote. Desde hace relativamente poco se practica una política de edición decente tanto en EE UU como en España, al uso como se lleva haciendo en Francia desde muchos años atrás. Los estadounidenses están recuperando planchas limpias de la Golden Age para editar volúmenes inmaculados de ardiente lectura, y con ello recuperan una cosmología que ya es mitología genuina. Los españoles estamos viendo cómo se edita bien, aunque caro -como debe ser- y cómo los estantes se arriñonan y comban por causa del peso. Muchas colecciones de superhéroes que teníamos ahora han sido reunidas en volúmenes unitarios, rescatadas y reeditadas con mejor traducción muchas, seleccionando lo más salvable del canon.
He aquí que puede que este panorama cambie durante 2005 debido a la fiera competencia en la que se enzarzarán los héroes de la cosmogonía DC y los de la cosmología Marvel (léase Panini-Planeta-DeAgostini). Si de lo que se trata es de anegar el mercado con muchas novedades con el fin de atraer al exiguo comprador, puede que las políticas de edición favorezcan antes el producto barato y de venta rápida (como un tomito recopilatorio, si puede ser en blanco y negro, y mejor si es chiquitín) que el producto cuidado, respetuoso y sólido (cualquier libro de cómics digno de aprecio). A la larga, si se sigue peleando por un nicho comercial tan reducido como el del lector de tebeos español, el proceso más lógico será que a la inflación de novedades (una estimación de 2.500 para 2005 no creo que sea exagerada) le seguirá el desinfle de la industria editorial. Pero aquí los perdedores no serán los editores más fuertes, respaldados por imperios editoriales, serán los editores menores que sobreviven con un puñado de licencias y contratos apretados y que, aunque pagan mal, atraen al historietista español, al creador de aquí. En este orden de razonamientos, si la avidez empresarial prosigue, se debilitarán los cimientos de Aleta, Recerca, De Ponent, Astiberri, Dolmen y otros sellos, teniendo que refugiarse en el fanzinismo de cuché (en el que en parte están algunos sellos editores españoles). Conquistarían sus nichos los "supereditores" de supertipos y perdería el lector de historietas. A la larga, la historieta. O la Cultura.
Un modo de evitarlo es no acumular tanto skyjama -o preservarlo en DVD, que sale a 0,35- y seguir comprando tebeos buenos de verdad. Y bien editados.
Que la tebeoteca luzca.

Manuel Barrero

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola manuel, interesante texto sobre el libro y sobre los tebeos y las manias que tenemos los que los leemos. :)
pero, como puedo hacer para conseguir ese libro de marchamalo???
gracias y un saludo.

Manuel Barrero dijo...

El librito de Marchamalo, tal y como fue editado en Cuenca, está agotado.
De hecho yo tengo una copia fotocopiada.
Si no hay reedición a la vista (que la habrá) en un tiempo acabará incluida en las listas de libros a compartir en internet.
Mientras tanto, escríbeme -pero con nombre- a tebeosfera@hotmail.com y hablamos de cómo remitirte a ti una copia.

Manuel