RESEÑA.- Desde hace poco tiempo, Ediciones La Cúpula, dedicada íntegramente a la edición de álbumes y libros tras el cierre de El Víbora, ha estado apostando fuertemente por los manga después de haber recuperado a Yoshihiro Tatsumi, uno de los primerísimos historietistas nipones publicado regularmente en España a través de la citada revista, a principios de los ochenta. Ahora, La Cúpula acaba de incorporar a su catálogo los manwha o manga coreanos que, siguiendo la estela de sus homólogos japoneses, están comenzando a invadir los quioscos y librerías occidentales.
Japón no posee la exclusiva del mercado de los cómics en el sudeste asiático. También Hong Kong, Taiwán, Filipinas... y, por supuesto, Corea del Sur poseen sus respectivas industrias tebeísticas autóctonas con varias décadas de vida; recordaremos que Planeta-DeAgostini intentó lanzar, allá por 1991,
Concretamente, en el caso de Corea, su máximo exponente allí
K2: Kill me, Kiss me, o Mátame, bésame en esta versión castellana, esta protagonizado por una típica adolescente de instituto, Lim Taeyeon, con tendencia, como la mayoría de las chicas de su edad, a sentir una desmesurada pasión por el ídolo de moda, en este caso un popular modelo, Kang Kun, quien precisamente estudia en el mismo instituto que Lim Jeonghoo, primo de Taeyeon (en coreano, los apellidos van antes que el nombre). Como ésta guarda un fuerte parecido físico con el primo, le propone intercambiar sus papeles para que así logre conocer por fin al ídolo de sus sueños… y el enredo está servido, con Taeyeon/chico y Jeonghoo/chica viéndose forzados, cada uno, a ocultar sus verdaderas identidades sexuales en sus respectivos nuevos entornos escolares.
Gráficamente, este manwha, al igual que muchos otros hechos en Corea, podría pasar perfectamente como un tebeo made in Japan, pese a que las onomatopeyas estén en caracteres coreanos (hábilmente “subtituladas” en la presente edición). Los ojos enormes, la planificación de las viñetas –abundando aquellas en que el único fondo son las líneas de acción-, la inclusión de frecuentes interludios con versiones caricaturescas SD (Super Deformed, o sea con cuerpos diminutos y grandes testas) de los personajes y hasta la lluvia de flores –típico recurso de los shôjo manga- son todos ellos deudores de la narrativa gráfica nipona. Acaso el único “toque de distinción” en K2sea un diseño de personajes algo más anguloso que en los típicos manga de ambiente estudiantil y el hecho de evocar un comportamiento de los adolescentes coreanos un poco más “brutote” que el de sus vecinos.
Cuando los manga empezaron a desembarcar en Europa, algun crítico llegó a preocuparse de que sólo los manga más próximos a los estándares narrativos americanos tendrían éxito en el mercado occidental y que los manga auténticamente japoneses tardarían en llegarnos (todos sabemos que, felizmente, acabaron por llegarnos). Ahora la situación se repite: los manga coreanos que han empezado a aparecer en nuestro mercado son muy similares a los japoneses, por lo que es de desear que después de esta primera hornada de manwha podamos descubrir los tebeos auténticamente coreanos, que no deban nada a la estética nipona. Lo que acabamos de comentar tiene su símil en el cine de animación: si bien la mayor parte de la animación autóctona hecha en Corea debe mucho al anime japonés, no es menos cierto que los coreanos han logrado crear películas de animación con un grafismo plenamente propio, como My beautiful girl Mari y Wonderful Days (vistas en España en algunos festivales de cine).
Mientras, no estará de más echar un vistazo a K2, un manga entretenido y refrescante que no desemerece el resto de la producción de manga disponible en el mercado español. Eso sí, como ya hemos apuntado, confiamos en que obras como ésta servirán de puerta a otras más genuinamente coreanas, del mismo modo que Akira o Crying Freeman sirvieron de puerta a las obras de Tezuka, Maruo o Taniguchi.
Reseña de Alfons Moliné. La Cúpula hizo servicio de prensa con Tebeosfera.
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