sábado, 2 de abril de 2005

Ha muerto Antonio Lara

Lara y los tebeos.

Ha muerto Antonio Lara. El País de hoy trae la esquela, según la cual, ayer, día 1 de Abril, murió Antonio. Escribo esta nota cuando no hace todavía una hora que me he enterado de la muerte de mi amigo.

Nos conocimos en los años sesenta cuando Antonio Lara publicó en Cuadernos para el Diálogo su libro El apasionante mundo del tebeo, 1967. Entonces le llamé, hablamos, volvimos a vernos y desde entonces compartimos muchas historias, muchas ilusiones y abundante trabajo en torno a la historieta. Precisamente ahora y desde hace unos meses hablábamos de la reedición que yo iba a hacer de ese pequeño libro, que Antonio quería revisar, corregir y completar con una nueva notación, para editarlo no como obra nueva sino como documento de la primera bibliografía española en torno a la historieta y los tebeos.

Nuestros primeros encuentros tendieron un puente de amistad que solo la muerte ha roto. Juntos pusimos en marcha, en 1968, la edición del fanzine Bang!, después revista, del que siempre consideré que éramos padres por igual tanto Antonio Lara como yo, aunque por distintas circunstancias acabara siendo yo el director y único editor de la revista y el boletín. Colaboramos a lo largo de toda la década de 1970, tanto en Bang! como en distintos proyectos en torno a la historieta. Incluso una vez intentamos crear una historieta para la Editorial Santillana, con dibujos del propio Antonio, y aún guardo las dos páginas de muestra que realizó. Más las actividades personales que cada cual desarrolló, como la "Exposición de la Historieta" que Antonio Lara organizó desde la Escuela Oficial de Cinematografía en la II Semana Internacional de Cine Fantástico de Sitges, 1969, antecedente del actual Festival de cine fantástico y de terror. Y así muchas más actividades, hasta la Exposición y el libro 100 años de tebeos que organizó, realizó y dirigió para la Biblioteca Nacional, en 1996, etapa en la que la docta institución parecía volcarse hacia el cómic.

Cuando Antonio Lara acabó sus tres carreras, Filología, Periodismo y Cinematografía, ésta con el título de director, entró en la Universidad Complutense como docente, más tarde catedrático e, incluso, fue más tarde Decano de la Facultad de Ciencias de la Información. Llevó la historieta a la Universidad y la convirtió en parte de las asignaturas que enseñaba. Colaboró con artículos en todas las revistas y publicaciones que se lo pidieron y, siempre generoso, escribió prólogos, notas y toda clase de textos sobre los dibujantes españoles, que siempre procuró fueran positivos. Su obra escrita ha quedado desperdigada por fanzines, revistas, álbumes de cómics y libros varios.

Siendo un hombre de una profunda racionalidad, Antonio nunca perdió su actitud admirativa ante la historieta y sus autores, que sabía ver y valorar con justeza, separando los logros y los méritos de la mucha paja que siempre abunda en la historieta. Admiraba profundamente la obra de Alex Raymond, que conocía en profundidad y sobre el que siempre pensó escribir un libro, que nos hemos perdido y que sin duda habría sido una obra de referencia indispensable. En los últimos años, Antonio Lara sufrió varias decepciones: había escrito un libro sobre la fotografía y su historia para la Colección Summa Artis, cuando la editorial Espasa Calpe cayó bajo el rodillo nivelador del Grupo Planeta, y el libro de Antonio, ya escrito, quedó inédito junto con otras muchas obras que habían programado los anteriores gestores de Espasa. Seguidamente, su idea de realizar una exposición sobre los grandes ilustradores españoles del primer tercio del siglo XX, exposición aceptada por el Ministerio de Cultura y organizada en la Biblioteca Nacional, fue tergiversada y su autoría diluída y escamoteada. Ésto en lo profesional y otros batacazos en lo personal, tenían frustrado, sino decepcionado, últimamente a Antonio.

En todo caso nada de ello cuenta ahora, sólo importa la terrible injusticia de la muerte que se lleva siempre, por sorpresa, como un enemigo traidor, a los mejores, y nos deja huérfanos de nuestros amigos. Personalmente a mí me ha ocurrido así antes con Perich, by Vázquez, Blasco, Vázquez Montalbán y hoy con Antonio Lara. Sé que este texto, mi pobre escrito, no está a la altura que corresponde a Antonio Lara en la memoria de la historieta española, pero soy incapaz de más cuando ahora lloro la muerte de mi amigo.


Antonio Martín

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