jueves, 18 de mayo de 2006

Reacción contra Trueno

El director de Comicguía, Francisco Tadeo Juan, ha reaccionado contra un texto de Rafael Esteve Casanova publicado en el diario Levante hace unas semanas en el que se refería al cincuentenario de El Capitán Trueno. En el presente artículo, Tadeo Juan arremete contra el autor de aquel texto periodístico y contra Víctor Mora, el guionista del personaje que celebra ahora su cincuentenario.


CON MOTIVO DEL MEDIO SIGLO DE EL CAPITÁN TRUENO

Artículo por Francisco Tadeo Juan.


A Dios pongo como testigo de que lo que cuento a continuación es la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Producto de cuarenta años como historiador 'arqueológico' del fantástico mundo del cómic.

En mis investigaciones y estudios de este medio artístico tan mal tratado y peor pagado por todo el mundo, he tenido la desdicha de leer un escrito tan subjetivo y banal, que me hace pensar en la celebérrima propaganda encubierta, como lo publicado en el periódico en el que suelo colaborar, sobre todo por asociación de ideas, Levante EMV, en su encarte semanal En Domingo, del 25 de abril, referente a los cincuenta años de la creación de Miguel Ambrosio Zaragoza, de nombre artístico Ambrós, de trazo firme, alegre, suelto y con una enorme facilidad para la conexión de viñetas, así como su arte congénito, despertado después de ver el arte de Manuel Gago en su serial El Guerrero del Antifaz que no sólo conectaba con el niño de la época, la más ñoña de toda la historia del Reino de España. Tiempos cuando las obras serias, fuertes, duras, obras maestras como la mencionada y, sobre todo, la de Juan García Iranzo, cansado ya de su El Cachorro y sofocado por el editor Bruguera, quien quería hacer el "empaste" que había ya hecho con El Capitán Trueno, lo había abandonado ya, el gran Ambrós, o sea, meterle un "ayudante" y copias figuras, rostros, etc.

Tanto García Iranzo como mi íntimo amigo, Miguel Ambrosio, mandó a hacer "puñetas" (sic) al famigerato Sr. González, director artístico (?) del editor Bruguera.

La historia de este caballero andante, como casi todos los de la Edad Media, era la de un entrometido, fanático, sádico, pues mataba sonriendo, por virtud del amigo Ambrós, comunista que había abandonado la docencia para no enseñar mentiras, y que dio a este serial la fuerza para que viviera 658 semanas, a pesar de las reiteradas escenas, repetidas viñetas e historias, producidas por un escritor, quien, según leemos en De la Historieta y su uso, fue: «Víctor Mora (...) guionista de fecunda y popular imaginación, aunque repetitiva y tendente al autoplagio». Sería un enorme acto de sincera crítica revisar esta obra de dos tomos dirigida por Jesús Cuadrado para poder comprender mejor la obra y vida del acobardado Víctor Alcázar, como firmaba entre otros, y que para mayor INRI se apoderó de todos los derechos sin contar con los distintos dibujantes que habían colaborado en sus refritos como, por nombrar algunos, el valenciano José Grau, Martínez Osete y otros, hasta llegar a Francisco Darnís, del cual, ya difunto, su familia puso pleito, en el que intervine como testigo, al igual que en otros casos que no vienen a cuento.

Me libre Dios por hacer de crítico, si bien creo que estoy haciendo historia al decir que, verdaderamente, El Capitán Trueno es un serial vulgar, sin más valor que el de contar con lo indicado arriba, el inicio de Ambrós y, después, a partir de la época nostálgica de los años ochenta, un enorme despliegue publicitario, primero de Bruguera y después del autor y la editorial, a la que terminó de hundir, dicho sea de paso. Por eso veo repugnante compararlo, ¡señores!, ¡con Tirant lo Blanc!! Y menospreciando otras obras reeditadas una y otra vez bien por la Editorial Valenciana bien en estos momentos por piratas y con permisos fraudulentos posiblemente.

Decir cosas como las escritas por Rafael Esteve Casanova nos hace sospechar que no ha leído ni Roberto Alcázar y Pedrín, ni mucho menos a El Guerrero del Antifaz, el cual era leído por todo el mundo, niños, niñas y adultos de ambos sexos, de ahí que la tirada fuese la mayor de cuentos seriales se han publicado en este bendito reino. Despreciar de manera tan infantil como despectiva Roberto Alcázar y Pedrín, que también fue escrita desde la cárcel y creada literariamente, y esto es una primicia, por Alfonso Arizmendi Regaldie, autor de más de 600 novelas e infinidad de guiones, tratando al personaje de «matón de barrio con aires de fascista», según asevera el autor del infame escrito, es tirarse piedras en su propio tejado, puesto que eso es lo que hace el Capitán Trueno y sus amigos, fanáticos de la religión, racistas que sueltan mamporros con la excusa de "hacer el bien", según Víctor Alcázar, seudónimo del arrepentido autor del serial. Y en lo que respecta al Guerrero del Antifaz, desde el inicio se deja bien claro que no lucha ni por Dios, ni por el reino español, sino por venganza. Para nada hay racismo cuando tiene amigos moros, enamoradas moras que ni la Marilyn Monroe, como Zoraida, Aixa, etc. Ayuda a un pirata moro para intentar su alianza conyugal con una cristiana... En mi fuero interno le aconsejo a todo amante de un personaje de tebeos, cómics o historietas, que lea estas obras antes de hacer comparaciones. Y por otra parte, pido perdón por todo lo expuesto, pues comprendo el cariño que se siente por lo que el ayer nos hace o mejor hace a algunos volverse niños.

Para finalizar, deseo recordar a todos que en ninguna obra de las miles que he leído entre 1940 y 1965, en el ámbito mundial, se narra una historia en donde una mujer es raptada, violada durante muchos años, que tiene un hijo de otra raza, que no es del raptor y éste, al enterarse y ver el asesinato de su madre se ve obligado a buscar justicia peleando contra los causantes de su desgracia y, encima, invasores de su país. Para mayor información, aconsejo la lectura del libro Análisis de una obra maldita: El Guerrero del Antifaz, así como los núms. 62 y 63 de Comicguía, con cartas del autor inicial, Ambrós.


Francisco Tadeo Juan.

Imágenes: dos viñetas del serial, ambas de Ambrós, que evidencian (según el autor) el racismo del guionista.


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