martes, 6 de diciembre de 2005

Dampyr, de Bonelli / Aleta


DAMPYR: EL HEROE DEL CÓMIC POPULAR EN EL SIGLO XXI


Si uno echa un vistazo a lo que ofrece actualmente, mes a mes, el catalogo de Sergio Bonelli Editore, una primera constatación que surge es la de la coexistencia de dos grupos de colecciones: por un lado las basadas en personajes clásicos —Tex, Zagor, Mister No, Martin Mystere y Dylan Dog— y por otro, las referidas a personajes modernos —Nathan Never, Legs Weaver, Magico Vento, Napoleone, Brendon, Julia, Gea, Dampyr y la recién estrenada Brad Barron—. Tal clasificación puede pecar de arbitraria, que lo es, y puede que haya quien considere a Dylan Dog un personaje moderno o a Nathan Never una serie clásica; en todo caso, póngase donde se ponga la barrera, sí que existe una brecha, más o menos clara y más o menos profunda, entre series y personajes que pasan de los veinte años de publicación ininterrumpida y aquellos y aquellas de creación posterior.


De entre estas series surgidas con mayor proximidad en el tiempo, Dampyr es sin duda una de las que más respaldo está teniendo si juzgamos a partir de la difusión que está obteniendo fuera de las fronteras transalpinas: la nueva edición de Aleta se une a la lista tras las ediciones brasileña, turca y la de la editorial yanqui IDW —que la convierte en la única serie de Bonelli que se está publicando en estos momentos en el mercado norteamericano [se muestra bajo estas líneas una cubierta de la edición de IDW, obra de Ashley Wood]—.


Dampyr es una creación del Mauro Boselli y Maurizio Colombo —ambos escritores, ya que en los personajes de Bonelli se acredita como creador al guionista—. Boselli es el escritor revelación de la factoría Bonelli de los últimos años, y la posibilidad de crear una nueva serie le vino —en parte— como pago a la labor de revitalización que había realizado con los dos personajes más veteranos de la editorial: Tex y Zagor. Su opción, acompañado de Colombo, fue la de revisar el mito —o mejor, los mitos— de la figura del vampiro. Por este primer episodio sabemos ya que el Dampyr que da título a la serie es el hijo de un señor de la noche y una humana, hecho que le convierte en un ser único, por cuyas venas corre una sangre que resulta ser el principal elemento de destrucción para los no muertos bebedores de sangre.

Boselli y Colombo, juntos o por separado, consiguen establecer en su trabajo un equilibrio entre la acción, los elementos de terror y/o fantasía y el desarrollo interno de los personajes, en unas historias que se inscriben en un contexto espacial y temporal muy cuidado. Además, ambos se demuestran expertos conocedores de los diferentes modos en que se ha tratado la figura del vampiro en el folclore y las culturas populares de diversos lugares del mundo, e integran todos esos elementos en los argumentos de sus historias.


El apartado gráfico de este primer número se muestra como un buen exponente de lo que nos ofrecerá la serie en sucesivos episodios. Al igual que Majo en las dos primeras entregas, el resto de sus colegas que se alternarán con él en las tareas gráficas responden a coordenadas similares; las de dibujantes que se preocupan más de conseguir crear una determinada atmósfera con el dibujo que del virtuosismo estético.


En cuanto a la edición de Aleta, ofrece una de cal y otra de arena. Aparte de la pequeña errata de la página 2 —en la que constan los títulos de crédito de un número de Dylan Dog en vez de los de Dampyr— y de que los negros estén ligeramente desvaídos, el principal problema es el papel en sí mismo —algo que también pasa en la edición americana—. El papel en la edición original de Bonelli no es blanco como en la edición de Aleta, sino de color hueso; y este hecho aparentemente sin importancia desluce bastante la capacidad de crear una determinada atmósfera del dibujo de la que hablábamos antes. La parte más destacable es que Aleta ha decidido mantener los textos que acompañaban a la edición original; algo que espero fervientemente que siga realizando porque a partir del número 6 de Dampyr, la edición italiana incorpora una sección realizada por Boselli y Colombo a la que bautizan como “El manual del vampirólogo”, en la que van repasando esas distintas visones de la figura del vampiro de las que también hablábamos antes —gracias a los cuales podemos descubrir como, por ejemplo, en el siglo XVIII el papa Benedicto XIV, en un texto sobre la canonización, explicaba la diferencia entre la incorruptibilidad del cuerpo de los santos y la de los no muertos vampiros—.


Dampyr. Aleta Ediciones : Linea Bonelli.

Guión: Tiziano Sclavi y Paola Barbato. Dibujo: Nicola Mari

Correspondencia con la serie original: Dampyr núm. 169

Libro de historietas en rústica, 21 X 16 cm., 98 pp., b/n.

Resumen de la editorial: “Una guerra cruel tiene lugar en el corazón de los Balcanes. Los soldados comandados por Kurjak, con la misión de ocupar el pequeño pueblo de Yorvolak, son masacrados por misteriosos asesinos sobrenaturales. Desesperado, Kurjak llama en su ayuda a Harlan Draka, un hombre que va por los pueblos fingiendo ser el Dampyr, el mítico asesino de vampiros del folklore de los Balcanes.

Sin embargo, tras su primer encuentro con vampiros reales, Harlan descubre, gracias a Tesla, una vampiresa a la que ha logrado capturar, que es realmente un Dampyr, y que su padre era un Maestro de la Noche, un vampiro, un ser no-humano.”

Reseña de Norman Fernández.