jueves, 20 de marzo de 2008

RECUERDOS DE ROBERT CRUMB


R. CRUMB. RECUERDOS Y OPINIONES

La primera edición de este grueso libro que repasa la vida del gurú del underground estadounidense y que se publicó por fin en España a finales de enero, hace cosa de dos meses, fue sonada. Tras años de reclusión en un pueblecito francés, saliendo lo justo para la media docena de exposiciones que le han montado en Europa, Peter Poplaski convenció a Crumb de lanzar un libro nutrido con las conversaciones mantenidas entre ambos a lo largo de muchas horas, el cual fue aderezado con un nutrido grupo de fotos, ilustraciones, viñetas, carteles, muchos dibujos inéditos de Crumb. El libro fue editado en 2005 y se lanzó con gran despliegue mediático, con los Crumb (él y su inseparable esposa neumática Aline) protagonizando una tournéela Global Rhythm.


Tras aquello, los editores del libro declararon quiebra y desaparecieron sin pagar una libra a los autores. Dos años más tarde, la traducción que en España se había pactado en 2006, ha visto la luz en una edición decorosa en las formas aunque con algunos defectos en el fondo. Por ejemplo, erratas. Por ejemplo, la rotulación de los textos de las viñetas es espantosa. Otro por ejemplo, algunas reproducciones salen demasiado movidas. Y un último por ejemplo, los tres traductores hacen malabarismos con el diccionario y nos encasquetan palabros como “aprodó” (página 86), “enjaretado” (69), “goliárdico” (200), y en este plan.
promocional desusada para ellos. En el Reino Unido, donde Press les publicó, todo fueron halagos: la prensa inglesa se volcó con reseñas laudatorias, les organizaron fiestas para el lanzamiento del librazo, y en los EE UU hasta llamaron a críticos de arte para comparar al padre de Mr. Natural con Bruegel y esas cosas (que Crumb declaraba odiar tanto en su libro, precisamente).

No importa, porque a la postre es un buen texto. Robert Crumb (Filadelfia, 1943) se revela aquí, con ayuda de su amigo Poplaski, como un espíritu libre de vasta cultura y una gran sensibilidad para la comunicación. En el apasionante aunque corto relato de su vida que nos brinda en este grueso libro, leemos entre líneas el grave peso de la religión en su infancia, el constante fustigar del pecado, la insistente presencia de su madre o la dominación ególatra de su hermano (malhadado el pobre, como pudimos comprobar en el documental sobre la vida del dibujante firmado por Terry Zwigoff). Leemos cómo creció intentando vivir sujeto a un episodio de Laurel y Hardy, vistiendo aquellas ropas de dos décadas atrás, simulando adaptarse a las costumbres retrógradas y racistas de Milford, donde residió una temporada. De aquello quedó el eco del jazz, que nunca ha abandonado.

Qué interesante resulta conocer cómo él y su hermano confeccionaban siendo chavales sus propios cómics, los titulados Foo!, tebeos completos, en tiradas de 300, grapados y vendidos de puerta en puerta o en su instituto… sin éxito. Qué paradójico resulta conocer su facilidad para pintar al óleo y su gran capacidad para el naturalismo (obvia por otra parte al mirar con atención los fondos de sus viñetas). Y qué simpático saber que su vida profesional arrancó en una empresa de tarjetas postales humorísticas o románticas que él dibujaba y pintaba delicadamente hasta que se cansó de todo y huyó.

Crumb huyó de todo en 1967. De su esposa primera, de los convencionalismos, de lo aceptado, de la seguridad, de su madre, del miedo inextinguible a la figura de su padre, de sí mismo. Y, claro, la huida terminó en la droga, entre los hippies de San Francisco. A partir de ahí, todo es historia: intentos de publicar historietas en plena florescencia underground, éxito con sus personajes más conocidos (todos creados bajo los efectos del consumo de LSD), trabajo, trabajo y trabajo. Sí, porque mientras los colegas y los amiguetes de los allegados se drogaban en su salón o follaban en su dormitorio, Crumb trabajaba y trabajaba constantemente. Su prolificidad no declinó jamás.

Crumb nos relata aquello con cierta tristeza. También con furia, sobre todo al rememorar cómo la movida underground fue rápidamente fagocitada por el sistema y las industrias culturales para hacer de toda aquella frescura un atractivo producto de consumo. Por eso Crumb mató a Fritz el gato, harto de que lo consideraran un representante heroico de los cómics antisistema. Por eso Crumb siempre renegó de las adaptaciones cinematográficas y teatrales de sus personajes (cuatro al menos). Por eso Crumb tildaba de estúpidos a los que no entendieron la mayoría de sus mensajes, como el ‘Keep on truckin’, que pretendía hacer pasar por lelos a los ciudadanos comunes y estos se lo apropiaron como un emblema de su propio optimismo capitalista. Por eso, en fin, Crumb ningunea a los elitistas que le compararon con grandes pintores o que han analizado sus obras de historieta como obras de arte. Todo vano. Todo basura.

Hay un momento del libro en el que Crumb habla de “astracanadas sin pretensiones” cuando cita ciertos tebeos que le influyeron, en otro párrafo define los comic books de acción y superhéroes como simples muestrarios de bofetones puestos ahí por “fuerzas de opositores”. Crudo y veraz, Crumb, con ayuda de Poplaski, nos brinda en este libro un rato largo de lectura muy grata sobre la vida de un icono de la contracultura estadounidense, la descripción de un fetichista obsesionado por el sexo, la sombra encorvada de un hombre frágil que usó sus fobias para llamar la atención sobre sí mismo…y, al mismo tiempo, algunos párrafos de biografía vibrante y reveladora, como éste:

«En noviembre de 1965 tuve un mal viaje y el bajón me dejó chalado e inerme durante seis meses. Mi cabeza solía adentrarse en un espacio como vibrante y electrificado, repleto de visiones crudas, incendiarias, de un caricaturismo hampón, esperpénticas. La vida de cada día presentaba un matiza mecánico de pesadilla en todos sus aspectos. Mi ego andaba tan crujido y despedazado que ni siquiera se hizo notar en aquel período que fue el más inconsciente de mi vida. Puse el piloto automático y sequía dibujando sin parar.

La mayoría de mis personajes más populares –Mr. Natural, Flaky Foont, Angelfood McSpade, Eggs Ackley, The Snoid, the Vulture Demonesses, Av’n’Gar, Shuman the Human, the Truckin’ guys, Devil Girl- se materializaron de pronto en mi bloc de aquel período, a principios de 1966. ¡Asombroso! Cuando todo acabó fue un alivio, pero enseguida pasé a extrañar aquel estado de ego inexistente del interludio extraño. El LSD me colocó en otro sitio. NO sé muy bien dónde. Sólo sé que era extraño. Las sustancias psicotrópicas me liberaron de mi programación social. La experiencia resultó positiva, aunque traumática, y es posible que todo aquello e dejara dañado permanentemente. No sé.»

Ya leído todo Crumb gracias a la diligencia con la que La Cúpula, sus mejores editores en España, nos han venido sirviendo toda su obra, sólo nos queda esperar su opus magna, ésa en la que lleva trabajando los tres o cuatro últimos años: una versión dibujada del Génesis que mucho nos tememos que disgustarán tanto a judíos como a cristianos como a musulmanes. Porque coitos sobrarán a ojos de todos. Y porque Dios no tiene cara. Aunque para Crumb tiene cara y culo, y posiblemente coño, como la Muerte que ya le ronda.

Es él quien lo dice en este librazo que sabe a vida pasada y resuena a testamento.


R. CRUMB. RECUERDOS Y OPINIONES
Peter Poplaski y Robert Crumb
Global Rhythm Press
Libro en cartoné de 440 páginas en color, 35 euros
Incluye un cedé con temas musicales de Crumb y su grupo

Texto promocional editorial:

“R.Crumb recuerdos y opiniones es una nueva aproximación a la vida, las tribulaciones y las ideas de uno de los dibujantes de cómics más influyentes de los últimos cuarenta años. Una biografía visual irónica, autocrítica y cándida, que nos conmueve al tiempo que nos desvela los secretos mejor guardados de uno de los iconos culturales de la contracultura norteamericana. Crumb nos ofrece aquí una visión reflexiva y clarividente de la cultura popular del siglo XX repleta de humor, sátira y provocación, y nos muestra sin ambages los puntos débiles de la vida moderna, una pesadilla urbana de flaquezas, lujurias, angustias y crueldades que bajo su lupa burlesca se agrandan y adquieren proporciones monstruosas. Entretejido a esta crítica, discurre el relato surrealista de su peripecia vital, desde su atormentada infancia en los años cuarenta hasta la actualidad, pasando por su primera madurez artística durante la revolución psicodélica de los sesenta. Con más de 50 fotografías personales y 300 ilustraciones extraídas de cuadernos de bocetos, libros de cómics y exposiciones, R. Crumb recuerdos y opiniones cuenta las cosas como son.”

Reseña de Manuel Barrero

No hay comentarios: