jueves, 13 de marzo de 2008

LA REVOLUCIÓN DE LOS PINCELES, de DOLMEN

LA REVOLUCIÓN DE LOS PINCELES, DE BUSQUET Y MEJAN. LA SEDICIÓN DE LOS SEDICENTES.

Un libro sorprendente éste, distinto a lo que acostumbramos a leer y que resulta atractivo al menos por dos razones, por el grafismo de Mejan y por la propuesta narrativa, de Busquet, que planeta al menos dos cuestiones dignas de reseña: la oportunidad de elegir un tema en clave endogámica y el discutible alcance del mensaje de la obra.

Pere Mejan es un autor al que le falta poco para ser magistral. Seguramente será ‘revelación’ cuando lleve varios libros publicados en Francia, que es lo acostumbrado en nuestro país… Sarcasmos aparte, su labor en estas páginas demuestra que a pesar de alguna falta de pulimento trabaja sobre cimientos muy sólidos. Es ocioso, pero hay que citar los referentes: a Jeff Smith, a Blain, y por el tema y el clima elegidos en seguida nos viene a la memoria Sambre, de Yslaire y Balac. Estas conexiones con autores y obras de gran valía le sirven a Mejan para reconstruir una atmósfera dieciochesca convincente, con fondos foscos, algunos apuntes expresionistas y personajes descritos con línea clara filtrada a través de la llamada “chunga” de Max y sus coetáneos del underground hispano. El resultado es muy bueno, pese a que ocasionalmente los desiconizados protagonistas contrasten fuertemente con los escenarios, tan tenebristas, tan detallados.

Busquet trabaja con una idea muy original: este siglo XVIII alternativo (que en realidad es un XIX por la florescencia que se observa en la prensa), viene a ser una suerte de ucronía rayana con el steampunk en la que la sociedad ha evolucionado de modo que la historieta es una de las artes integradas en su cultura, y sus obras circulan como concierne a un medio de comunicación perfectamente asentado. Los personajes de la obra trabajan en los folletines de historietas por entregas, desarrollan obras de encargo para nobles y ricachos, y los autores satíricos se granjean la enemistad de ciertos poderosos. El nudo de la obra es precisamente ese: un caricaturista ha sido ajusticiado por un editor sin escrúpulos que se ha sentido vejado en su honor y, a raíz de las muertes y las vendettas, las calles que transitan acaban tiñéndose de la sangre de dibujantes, impresores y editores.

Es innegablemente atractivo el planteamiento, pese a que su alcance se plantea limitado. Si se utiliza este escenario, difícil será interesar a un público desconocedor de las penurias de los dibujantes de historietas. Es decir ¿a quién se dirige la obra? Cuestionarse esto podría resultar baladí o no. O bien los autores de La Revolución de los Pinceles son muy conscientes de que el mercado de los tebeos españoles es de naturaleza ombliguista y alcanza un target muy limitado, que ya el propio editor les plantea como meta, o bien el guionista no ha querido devanarse los sesos y pensó que bastaba con introducir al lector en este mundo tan sugestivo y dejar que el curso natural de los acontecimientos rellenase el resto de la historia.

Busquet es un guionista resultón. Le sobran dotes para el homenaje o la parodia, es capaz de fantasías entretenidas, pero a la redacción del presente guión le falta gramaje, profundidad y una construcción de personajes algo más densa. Hay momentos del relato en que éste queda en suspenso (como la primera llegada a la cantina del protagonista), secuencias con diálogos entrecortados (páginas 14, 22, 26), páginas mudas con insuficiente carga dramática (como la del entierro) y, luego, cuando se plantea el nudo de la historia, el discurso pierde fuelle y decae. A partir del momento en que comienza la acción sangrienta el tebeo adopta un rumbo fijo dejando de lado tramas o subtramas altamente interesantes que se habían planteado. Cabe plantearse, por ejemplo, porqué Busquet no hurgó un poco más en la construcción de una biografía familiar de cierto mecenas coleccionista. Había ahí cierta promesa, acaso de melancolía y desencuentro, como en las novelas de Sandor Márai, pero sin embargo el tono se desvía hacia la revuelta popular, más propia de un Pérez Reverte ronroneando los ecos del 2 de Mayo. De otro lado, los nada disimulados guiños lanzados a los aficionados españoles a los tebeos se integran en la historia algo forzados y, en ocasiones (¿Editorial Le Monde = Planeta-DeAgostini?), tan ahogados en el desarrollo de los acontecimientos que apenas hacen mella.

El hecho es que el mensaje que pretende emitir la obra no termina de cuajar. Se ha comentado que la intencionalidad de los autores ha sido “descarnada” si se entiende como denuncia de la profesión de historietista en España. Podría funcionar bien de ser así, pero sigue sin quedar claro el nivel de presión que soportan estos autores de ficción para iniciar una revuelta. ¿Cuál es realmente su nivel de “desencanto”? Gracioso sería querer trazar desde este tebeo paralelismos con aquel movimiento social y político francés del final del XVIII que perseguía el derrocamiento de la monarquía (absoluta, claro, nada que ver con la nuestra, que no está el horno para bollos). En la base de las revoluciones siempre hay muy variadas razones subterráneas, sobre todo alineadas con los poderes político y económico (y con el límite del aguante de la clase obrera), que aquí no subyacen. Aquí sólo hay un deseo de venganza avecindado en un gremio resentido contra el burgués industrioso, lo cual queda muy lejos de las tesis de Montesquieu o Voltaire. Estos dibujantes encabronados más bien parecen jacobinos ejercitando sus afanes populistas que románticos enamorados de un ideal. Por otra parte, no deja de ser cierto que las circunstancias en las que vivían los periodistas, los dibujantes satíricos o los autores de folletines literarios en el siglo XIX eran parecidas a las descritas en este guión de Busquet.

La revolución que en estas páginas es desproporcionada con respecto a sus orígenes. A la vista de los problemas de los personajes protagonistas y de que la primera sangre se vierte en un duelo admitido por ambos contrincantes: ¿a cuento de qué tanto odio revanchista?, ¿dónde queda el triunfo idealista si los autores se convierten en asesinos a su vez? Y por lo que respecta al éxito final ¿en qué radica? Si de lo que se trataba era de luchar contra los abusos de poder de editores frente a autores… ¿acabar siendo un protegido de un noble implica un logro?

Si bien la historia flaquea en su desarrollo estamos ante una tebeo muy bien planteado que admitiría nuevas entregas ambientadas en este mundo ucrónico. La mejor baza de La Revolución de los Pinceles la encontramos en la originalidad de su planteamiento y en una resolución gráfica de todo punto admirable. Es la demostración de que existe una cantera de guionistas y dibujantes jóvenes con mucho talento (qué lujo la ilustración de cubierta, de Oli, qué lujo), con ideas frescas y con grandes posibilidades en mercados varios, a juzgar por las referencias tanto narrativas como gráficas de este producto. Mejan, que es un autor bregado en la difícil tarea de encandilar al público infantil (Cavall Fort), que es un delicado constructor de fantasías (Amaniaco), demuestra en estas páginas que es también capaz de abordar una obra de envergadura y de afrontar cualquier historia con maneras de maestro. Atentos a su próximo trabajo estaremos.

LA REVOLUCIÓN DE LOS PINCELES
Guión : Josep Busquet. Dibujos: Pere Mejan
T. Dolmen Editorial: Siurell, s/n, Palma de Mallorca, febrero de 2008
Libro en cartoné con 90 páginas en blanco y negro
24X17 cm., ISBN: 84-96706-53-2, Precio: 14.00 €

Texto promocional editorial:

“La obra está protagonizada por Philippe, un artista que desde hace unos meses dibuja las aventuras de “El Vengador Escarlata”, un folletín de capa y espada con un cierto éxito de publico. No es lo que más le gustaría dibujar del mundo, pero al menos puede ganarse la vida con su lápiz y su pincel. En sus ratos libres, hace un cómic más personal, con guión de su amigo Gastón, el cual trabaja en la redacción de una editorial que publica revistas y cómics. Un trabajo en el que no puede expresar su creatividad.

Un noble les encarga la realización de un cómic basado en la historia de su familia, una buena oferta que podría hacer que pudieran abandonar sus actuales trabajos para lanzarse de lleno a la aventura de hacer cómics.

Pero, mientras deciden si aceptar el encargo o no, las cosas se complicaran, un amigo de escuela, Dominique, es retado a duelo por un noble, tras satirizarlo públicamente en un cómic. Este hecho y otros desgraciados sucesos harán que estalle la llama de una revolución, donde los autores emplearan su mejor arma: Su arte.”

Entrevista a Mejan en la web de Dolmen

Blog de La Revolución de los Pinceles

Blog de Josep Busquet

Blog de Pere Mejan

Reseña de Manuel Barrero
Tebeosfera recibió servicio de prensa de T. Dolmen Editorial

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