ASSAIG SOBRE L’HUMORISME GRAFIC
Conferència donada el dia 5 de febrer del
Coqueto librito editado a modo de separata, aunque no se incluyó en un volumen mayor, compuesto con mimo en 80 páginas, todo escrito en catalán, que se aderezan con media docena de reproducciones de viñetas de Daumier, Busch, Apeles Mestres, Caran d’Ache, Cornet y Nogués. Se trata de un cuerpo documental sobre la historieta y el humor gráfico poco tenido en cuenta en nuestra ‘literatura’ sobre ambos medios y menos citado aún, y no reviste de escaso atractivo.
El interés de esta obra radica precisamente en que se trata de un trabajo de corte pionero debido a que en 1936 no habíamos disfrutado de muchas reflexiones sobre la labor de los dibujantes satíricos o de historietas. A Junceda sólo se le adelantó Octavio Picón, que publicó aquellos Apuntes para la historia de la caricatura en 1877 (Establecimiento tipográfico de J.C. Conde y C.ª). Luego, en nuestra bibliografía le siguieron los trabajos de Junceda: Els Homes d’En Patufet (Editorial David, 1925), y este Assaig sobre l’Humorisme Gràfic, primeros estandartes de la importancia de profundizar de un modo teórico en la labor de los satíricos y los dibujantes, que luego continuarían autores como Salvador Bori o Emilio Freixas en los años 1940 y José Llobera y el propio Junceda en los 1950.
Por lo tanto este libro nos interesa por lo que tiene de introductorio, por formular, en el ámbito académico además, una tímida teoría para comprender un modo de expresión que el autor define claramente en el título: Humorismo gráfico. Lo hace reordenando los conceptos que entonces ya se tenían muy asumidos para cierto tipo de literatura, el humorismo literario, y que el autor extiende en el interior del libro a la historieta, medio al que se refiere concretamente así conocedor como era de los periódicos para la infancia y los semanarios satíricos que ya habían impostado esta denominación de nuestro medio allá por las décadas finales del siglo XIX. Sí, antes de que comenzaran en los EE UU a usar masivamente ‘comics’ para definir el medio que siempre quisieron apropiarse).
Junceda fue un hombre inteligente y cultivado. Conocía bien la historia de las publicaciones dibujadas europeas y mucho las catalanas. Además, a esta altura, ya era un profesional del medio bien considerado, uno de los mejores estilistas de su tiempo. Su conferencia, por su carácter, es muy amena; y lo es porque peca de poco científica y de echar mano de lo metafórico para introducir a sus oyentes en materia. Así, Junceda parte de un cuento popular (de Lagerlöff) en el cual un elemento de un grupo se queda sin nada en un reparto y, finalmente, compadeciéndose de él, todos los agraciados le donan algo y, a la postre, resulta ser el más beneficiado. Para definir este medio Junceda genera un relato similar: Dios le había dado una facultad a los pintores, otra a los literatos, otra distinta a los escultores, otra a los músicos, etc., … pero se olvidó de los caricaturistas. A la postre, todos los demás artistas convinieron en donar una parte de sus cualidades a los humoristas, que se acabaron beneficiándose de todos sus dones. Y añade Junceda:
«També hem de fer constar una cosa: Qui es va mostrar mès generós amb el pobric va ésser el poeta.»
Y a partir de ahí encadena una serie de descripciones en las que ve al humorista como reflejo de los poetas y, con ellos, todos acaban definidos como los «pintors de l’esperit, un amb la ploma i l’altre amb el llàpiç». Bonito.
A partir de ahí no retuerce su discurso el conferenciante para encaminarlo por las rutas académicas. El contrario, deja en el aire esta idea del ‘poeta de la línea’ y aborda algunas ideas adelantadas para su tiempo pero que también añaden lastre a la teoría sobre ambos medios: el paralelismo entre el fenómeno de la imagen cinematográfica y la imagen de la historieta, entendida esta como medio que aglutina a humoristas gráficos e historietistas. Junceda acierta al pensar que el humorista comprime en una sola imagen un conjunto de imágenes, pero al compararlo con la ‘compresión’ de un conjunto de fotogramas en un movimiento ya está estableciendo una dependencia de medios que, como sabemos, hemos venidos sufriendo desde que el cine se impuso en la cultura como la mayor de las artes humanas.
Dicho todo lo anterior, Junceda aborda la segunda parte de su conferencia, en la cual traza un recorrido histórico sobre la evolución de la caricatura y del humorismo gráfico. He aquí otra losa: la proyección hasta tiempos remotos en busca de los avales creativos, artísticos o narrativos que hacen comulgar este medio con la creación humana duradera. Es decir, nos habla de pinturas rupestres, vasijas con ‘caricaturas’, frisos con figuras deformadas, pinturas con deformaciones premeditadas… que en realidad no fueron, como él afirma, precursores del humorismo gráfico moderno. Fueron simplemente: pinturas rupestres, artesanía alfarera, escultura burlesca, deformaciones pictóricas.
Donde si acierta es al declarar que el gozne de los siglos XVIII y XIX fue la válvula de expansión de la sátira dibujada, tras la cruenta Revolución Francesa, y cita con tino la figura de Holbein, a Brueghel luego, Goya más tarde, hasta llegar a Daumier, acaso el gran renovador de la sátira gráfica y maestro de todos los que luego siguieron.
Resulta muy interesante el fragmento del libro, págs.
«un precursor dels moderníssims dibuixos animats del cinema. Tant ell com Caran d’Ache o el nostre Apel.les Mestres, conreadors d’aquesta mena d’ historietes cinètiques es sentirien continuats pel modern Walt Disney i li envejarien la sort d’haver pogut servirse d’una “tècnica” tan formidable.»
Olé! Poca veces un teórico ha señalado la ruta contraria en la evolución de ambos medios: cine y animación beneficiados por los progresos de los creadores dibujantes, y no al contrario.
En el resto del trabajo Junceda habla de los autores franceses y de los españoles más sobresalientes, los citados y Cornet, Nogués, Llaveries, Castanys, etc., y referencia las publicaciones humorísticas más importantes de su tiempo en el entorno catalán.
El autor no extrae conclusiones en este mini ensayo pero sí que planteó, en una época tan lejana, algunas de las claves de ambos medios, que quizá hubieran sido continuadas por otros teóricos y profesionales si no hubiese sido aquel el año del sollozo y de la incivilidad.
Un documento pertinente, de base.
Imágenes: cubierta del libro e, inmersas en el texto, dos páginas del interior que se citan en el texto.
Reseña de Manuel Barrero
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