OMAC. JACK Y
Por Antonio Santos (de su serie La voz en el desierto, entrega 44)
La materia prima que nutre el objeto de la reseña,
Datos técnicos.-
OMAC, por JACK KIRBY. Volumen único de 176 páginas en B/N que encuadra los ocho números de DC COMICS, cadencia bimestral, para consumo de PLANETA-DeAGOSTINI, dentro del esfuerzo de recuperación histórica de
De qué va.-
BUDDY BLANK, un ciudadano insignificante y vulgar, objeto de las bromas de sus compañeros de trabajo, resulta ganador de la lotería OMAC de los superpoderes. Vive en una utopía tecnológica que beneficia igualmente a una barroca criminalidad, combatida por la ambigua AGENCIA GLOBAL PARA
Distopía: cuanto más cambian las cosas, más iguales siguen.-
Kirby, aunque se muestra ambiguo al respecto, no debía tener ninguna confianza en el futuro ni en su educación civil. Intuimos, a voleo, la huella de UN MUNDO FELIZ, de HUXLEY, en la simiente de este OMAC que, sucintamente, no deja de ser el SHERIFF de su mundo de maravilla electrónica arcaica, donde nuestras modernas telecomunicaciones e influencia informática eran impensables (y no solo para él, sino para toda una saga de autores). Kirby ha rehuido de las predicciones tipo ASIMOV, de sociedades esplendorosas y utópicas, pero con alguna pequeña peca problemática, elaborando un vago tapiz distópico a unos cuantos años en el futuro: la gente puede comprarse amigos/amigas montables, los millonarios pueden alquilar ciudades enteras (ELECTRIC CITY, anticipo de la desmesurada MEGA CIY ONE) para desvalijarlas impunemente, los potentados compran cuerpos jóvenes para sustituir sus avejentadas anatomías… problemas de orden público que este vigoroso OMAC, que actúa con la rígida disciplina de un robot fidelísimo, hosco y sin plantearse dudas, sin plano sentimental alguno (se afirma que es trasunto de CAPITÁN AMÉRICA en el futuro), con tan estrafalario peinado, precursor del PUNK, ataca sin dudar.
El Hermano Ojo te vigila.-
Pese a que ORWELL, desde 1984, ya avisaba de este riesgo actual (la invasión estatal o privada en la esfera íntima del ciudadano), Kirby no lo plantea como una amenaza o una aberración, sino como una herramienta práctica de incalculable ayuda para
A Kirby no le importaba nada tener un ojo en el cielo espía dotado de equipos ultrasofisticados capaces de violar su intimidad. Bajo el ambiguo precepto de que es por nuestra seguridad, bien merece la pena sacrificar ese derecho. Asumía que era un objeto del bien y destinado al buen uso. Reduccionista nato (bien/mal; blanco/negro), OMAC sobrevuela estos casos empeñado en mostrarnos las virtudes de sus músculos, adornando luego su acción con un sermoncito de moralina vacua tipo LLANERO SOLITARIO: El crimen nunca paga; casos que, por otra parte, tendrían que ser reflexionados como una parábola de determinadas conductas o modas (plano en el cual JUDGE DREDD, que guarda ciertos nexos con OMAC, barrena con excelencia).
Kirby, empero, deja pistas respecto a estas connotaciones, de nuevo para que sea el lector quien las muela y obtenga una conclusión. Pero esta vez se trata más de una carencia que de un recurso literario. Este tomo recoge historias que no pueden ser resueltas con una trompada y un El bien prevalece siempre. Esta vez, Kirby expone esa ingenuidad característica del norteamericano, que reposa en una fe absoluta en el Sistema. OMAC se enfrenta a una caterva de canallas, básicos y literales (atracadores, magnates corruptos, dictadores balcánicos -!-), pero sería completamente incapaz de afrontar una historia que implicase la corrupción del Sistema. Según la mentalidad de su autor, el Sistema puede tener fallos, pero nunca será corrupto.
No es tan santa.-
Como Kirby nos presenta a
Y, cuando menos te lo esperas….-
OMAC tropieza con su fin, algo sorprendente en una obra tan caracterizada por los clichés del tebeo de superhéroes. El deforme DOCTOR SCUBA (ya te vale, Jack; como lo del robo del Océano Pacífico, dando a entender que los océanos están limitados por barreras o diques), otro remedo del DR. MOREAU, arranca del vitaminado OMAC al escuálido Blank anodino, y proyecta el fin del propio Hermano Ojo, que no duda en morir matando (incluyendo al estupefacto Buddy).
Intuimos en esta acción que Kirby, más allá de un presunto golpe dramático en vistas a un continuará, echaba el telón, se despedía de DC, regresando a Marvel para presentar una versión mejorada de LOS NUEVOS DIOSES, en este caso, LOS ETERNOS.
¡Cliché, cliché!.-
El que apreciamos en Buddy Blank: un don nadie erigido, cuando menos, en semidiós. El cómic nos ha brindado (y, si la industria perdura, continuará haciéndolo) multitud de ejemplos de esmirriados (PETER PARKER) que, de pronto, rebasan la mitológica fuerza del proverbial CHARLES ATLAS. Como un mensaje de que aún los escuálidos alcanzarán el Reino de los Cielos, tened confianza y fe, especie de esperanza subliminal semejante a la de POPEYE con las espinacas, para las generaciones de chavales aterrorizadas por el matón del cole y sus sicofantes, de que algún día (y un poderoso rayo eléctrico mutante mediante), el flacucho del cole les tundirá de lo lindo (conquistando a la novieta de turno).
Kirby hace ese sorprendente giro, matando a OMAC, renegando del mensaje, despreciando su hipócrita insidia. Despoja a Blank (un nombre con connotaciones) de sus superpoderes y lo deja desnudo ante la vesania enemiga, confirmando el espíritu de derrota y pesimismo (como buena distopía) de la obra.
Recapitulando.-
OMAC ha sido servido en España casi a mala gana. El editor se ha limitado a cubrir unos parámetros y luego arrojó a las tiendas un producto que en ciertos mentideros se alababa como un hito inmarcesible.
Un abatimiento de alta intensidad, como síntoma de una sensación de fracaso, pende permanentemente de estas planchas, las cuales el REY del cómic no se ha esforzado sobremanera en ilustrar y que parece índice de lo vapuleado que debía sentirse al ver cómo toda la batería de colecciones que había ofrecido a INFANTINO, el jefe entonces en DC, eran canceladas. (Dato: las malas lenguas de la leyenda urbana afirman que Kirby saltó de la sartén MARVEL para caer en el cazo DC, sin obtener las ansiadas mejoras que el autor de los días de KAMANDI quería.) Y, como a modo de adiós, lega este pesimista OMAC a la posteridad, empavorecido por unas VISIONES PELIGROSAS del futuro que, no obstante, carecen del calado que su autor parecía perseguir.
No es nada notable el dibujo de Kirby, donde la perpetuación de sus tics artísticos se desvela con brusquedad, más que con habilidad. El entintado también va despachado, y no se precisa de una detallista observación para apreciar el notable descuido con el cual fue aplicado, tal como el que reflejan estas páginas, maltratadas aun por el editor español (¡el palabro feo!), cuyo papel, más que de reciclado, parece ese con el cual envuelven el pescaíto frito. Gris y triste, al amor del relato.
Mal que le pese a los incontables fans del progenitor de DARKSEID, Kirby no era un buen dibujante. Era más efectista que artista, muy eficaz, eso sí. Su dibujo adolece de críticas carencias y paseaba a sus personajes a lo largo de un número de posturas y expresiones reiteradas, tal como un tic mecánico, donde sólo cambiaba la indumentaria del creativo.
En cambio, tenía una prodigiosa habilidad para recrear monstruos, máquinas barrocas y complejas estructuras, impregnando de un dinamismo sui generis a sus figuras anatómicamente incorrectas que, junto con su fértil imaginación y pródigo volumen de trabajo, lo han situado con dignidad en el panteón.
Que las figuras de Kirby carecieran del poderío físico que hoy día se les atribuye a los superhéroes, sin duda obedecía al haber ilustrado, casi desde siempre, historietas de personajes convencionales. Kirby sabía (podía) reflejar lo cotidiano, incluso el terror como un elemento al margen de lo cotidiano. Pero se le escapaban los titanes de esa MITOLOGÍA AMERICANA que intentaba impostar en el acervo cultural. Su arte era, cronológicamente, rupestre, comparado con el de muchos dibujantes contemporáneos suyos, que dieron la talla a esos colosos que, hoy día, ocupan las viñetas de los tebeos de superhombres (y mujeres). Kirby se rinde a su pretensión de lírica HOMÉRICA: OMAC parece algún AQUILES, o ARES, o un LEÓNIDAS aturdido, de
Es llamativa, asimismo, la simbología del ojo presente en la obra, rasgo con el cual se identifica a Dios y a esas organizaciones secretas (MASONES, ILUMINATIS) que nos permiten intuir inquietudes ocultistas en Kirby.
Hemos decidido eludir mencionar la carrera de este desesperanzado OMAC (que llegó a juntarse con Kamandi, ¡nada menos!, como si sus Universos fuesen equivalentes, algo difícil de creer a tenor de lo leído en estas páginas), por encontrarse cumplidamente esbozadas en los textos de San Rafael.
Más importante nos ha parecido señalar las pistas oscuras que eclipsan el esplendor de esta civilización de avanzados logros técnicos, una mirada pesimista (como lo es el CYBERPUNK, distópico absoluto) a las entrañas del Hombre, que por mucho que avance la tecnología no será capaz, a su vez, de evolucionar, sino que empleará tales logros como herramientas, armas o formas más eficaces y multitudinarias de hacer aquello para lo cual está más que capacitado: oprimir, matar, vejar, chantajear, desde la época de las cavernas.
Lo mejor.-
La publicación de este clásico.
La página.-
La 4-5: Kirby manifiesto. El efectista dramatizando.
La viñeta.-
La 3, página 124. ¡Invitado estrella!
La frase.-
-Yo no importo. La paz, sí.
Lo peor.-
D. Bruce Berry.
Reseña de Antonio Santos