sábado, 7 de enero de 2006

Sexy Gun, de Brrémaud y Reynes (Recerca)


SEXY GUN/2: BALAS Y TOPLESS EN EL FAR WEST.

Reseña por Antonio Santos (de la serie La voz en el desierto / 11)


El encomiable esfuerzo de RECERCA por poner en nuestro conocimiento obras de literatura gráfica desdeñada por otras editoriales, nos lleva esta vez a los soleados y polvorientos páramos del Oeste, a un tratamiento francobelga de este período histórico que tanta leyenda ha engendrado y continuará creando.

Y ya que Recerca tiene tan hábilmente desplegadas las antenas, ¿tanto le costaría sintonizar la frecuencia de la licencia para editar MARSHAL LAW, la ingente cantidad de material inédito de JUDGE DREDD o lo último de GEOFF DARROW (Shaolin Cowboy), por ejemplo, material FUERTEMENTE DEMANDADO por un amplio espectro de los lectores y del cual seguimos en ayunas?

Eso sí que sería rompedor, amigos de Recerca, más que este Sexy Gun.

(Ahora bien, si tenéis algo en contra del lucro, nos callamos.)

Datos técnicos.-

Sexy Gun/2: la Squaw, tomo 2. Guión de FRÉDÉRIC BRRÉMAUD; paródicamente ilustrado por MATHIEU REYNÈS y sazonado en infocolor canela por VALÉRIE VERNAY. Portada, contraportada y motivos interiores de SOLEIL. Editado bajo licencia de SOLEILPRODUCTIONS, 2004 por Recerca. Dirección editorial: XAVIER MORELL. Traducido por ALFONSO BRAVO. Diseño y rotulación: SULACO STUDIOS. ISBN: 84-96402-41-X. Tomo de 52 páginas al coste de 5´50 euros e impreso en Coria del Río.

¿DE QUÉ VA?-

Las Sexy Gun (¿no recuerda al nombre de unas coristas de una película de PACO MARTÍNEZ SORIA?), un grupo multiétnico de showgirls (dato accesorio éste al cual llegaremos una vez apreciamos la premura y desparpajo con el cual hacen topless -de hecho, toda circunstancia narrada es perfecta excusa para despojarlas del sujetador-), contemporáneas del estoico LUCKY LUKE y sus bizarros tiempos de póquer y colts, obtienen el mapa de un tesoro radicado en un cementerio indio. A nuestras rumbosas showgirls las acompaña un tontolhaba cretino y tocapelotas excesivamente pagado de sí mismo y sus mínimas/nimias cualidades, y cuyo principal éxito consiste en escalpelar a unos indios muertos pues sus cabelleras le reportarán 100 pesos la unidad. (¿En el Oeste no pagaban con dólares?)

Esto suscitará los deseos vindicativos de una chica india, genéricamente nombrada la Squaw, que destina los días de su vida a perseguir al glamoroso grupo y el tontolavaina que las acompaña, llenas sus venas de cólera y ganas de topless.

A su vez, a la Squaw la persigue un grupo de desalmados mercenarios genocidas alquilados por un orondo político corrupto, algo como en BONANZA pero con más topless.

Cuando chocan, estalla el inevitable duelo/con/venganza y, culminada, las Sexy Gun enfilan hacia poniente, rumbo al tomo 3, tal como corresponde a todo western que se precie.

PURAMENTE FRANCOBELGA.-

La Squaw es un producto que no desmiente ni sus raíces ni sus influencias. Aparenta ser una especie de versión más "para adultos" (pero no por eso una versión madura) de cualquier tebeo de Lucky Luke, fiel a sus connotaciones y a la escuela del gran MORRIS. Como tebeo esencialmente francés, sus planchas soportan la friolera de entre 10 / 12 viñetas, pulcras y detallistas, con la línea semicaricaturesca, prolija y profusa al tiempo, del vaquero que desenfunda más rápido que su sombra.

Es una verdadera lástima que esta bande dessinnée esté condenada al olvido, pese al amor y detalle al estilo y precisión que supura, su línea limpia, cuidada, clara y profunda, coloreada con una paleta que quizás abusa un tanto del ocre, pero aplicada con una delicadeza, paciencia y calidez tan encomiable, y una portada ejecutada con tanta habilidad como picardía. Lamentamos que la encomiable labor del equipo gráfico se quede sin la recompensa que merece, esto es: una considerable difusión traducida en una masiva respuesta popular.

Desgraciadamente, la palabra que describe a este cómic es la de INSUSTANCIAL. A duras penas puede beneficiarse de la duda y citársele como una anecdótica curiosidad, perjudicado por un guión que comete la canallada de que no sólo no aporta nada, sino que resulta entumecedor y amnésico. No graba nada en la memoria del lector, ninguna cosa que lo impulse a releerlo; se limita a incrustar la constancia de su lectura y esbozar un comentario breve. Bonito pero insustancial, podríamos grabar en su lápida, allá en BOOTH HILL, para perpetuarse en la posteridad.

Ojalá pudiéramos tacharlo de pueril nadería, pero el baldón contenido en la palabra INSUSTANCIAL es tan grande y gravita sobre la obra de un modo tan completo como asfixiante, que acaba ensombreciéndola.

Apenas sostiene la atención o interés del lector (en términos argumentales; sus recursos gráficos se sobran) que difícilmente rechaza la tentación de dejarlo a un lado y dedicarse a lecturas más estimulantes y adrenalínicas, tales como la fórmula del champú o el contenido del teletexto.

Por respeto a la labor de Reynès y Vernay, reconoceremos que La Squaw es el volumen 2 y, si se trata del intermedio, pueda ser el del nudo narrativo, el de la trama más relajada (aunque, en este caso, el extremo de laxitud produce sueño) y que la auténtica acción y toda la macarrada heavy está por venir. O que, leído el conjunto (otra vez debemos, como ejercicio de bondad, apelar a este argumento), este tomo cobra vigor y sentido, constituyéndose parte esencial e indispensable. (Pero, intuimos, esto es ser generoso como los REYES MAGOS y PAPÁ NOEL juntos, cayendo en la ingenuidad más profunda.)

Cuanta lisonja pueda dirigirse a este Sexy Gun, reiteramos, lo acapara el apartado gráfico, que, insistimos, no se aparta una línea de la tradición del tebeo francobelga, del cual se empapó hasta el empalago con todos sus cánones y métricas por los cuatro costados.

TOPICÓDROMO.-

Para urdir la trama de La Squaw, sospechamos que Brrénaud se inspiró en el viejo western titulado EL ORO DE MCKENNA (una peli del Oeste pseudopsicodélica con ciertas secuencias que resultaron polémicas en su momento y con BSO de JOSÉ FELICIANO), refriéndolo en la perola de sus mientes con un trasunto de LOS ÁNGELES DE CHARLIE más una.

Por lo demás, Brrénaud ha surtido y reunido para estas planchas todos los tópicos de Morris (y, apurando, de BLUEBERRY) que encontró por el camino. Hacer cameos de CHARLES BRONSON o de una versión diabólica de SPIROU son detalles insignificantes que aquí bordean la grosería, y que el lector puede (y casi debe exigir) esperar encontrar en una obra del tipo y estilo de Sexy Gun, al tratarse de un efecto recurrente de este tipo de cómics.

RESUMIENDO.-

Sexy Gun, sin duda, contará con un extenso delta de lectores que hallarán las especulaciones vertidas en este escueto análisis (pero es que no daba para más) en exceso rigurosas, erradas y sectarias, cuando, en esto ultimo, la obra está planificada, hasta en su último trazo, para ese espectro previamente mencionado, sin hacer esfuerzo alguno por atrapar a un remanente ecléctico de aquellos otros lectores que pudieran sentirse tentados a su lectura. (Entiéndase por eso compra.)

Ignoramos qué indujo a los responsables de la independiente de Manacor a fijarse en este Sexy Gun. Bien por ellos, pues han expandido nuestro conocimiento, con una obra de nuestros vecinos galos y saber cómo y qué respiran, pero como apuesta editorial, parece ser que apostaron al rojo y les salió el negro.

Opinión que, sin duda, no compartirá el purista del cómic, ése que siempre tiene la bandera del "cómic europeo" en plan optativo/reivindicativo en alto y tacha de morralla todo lo demás. Estará frotándose las manos de satisfacción y deleitándose con las domingas expuestas de las bizarras show girls protagonistas de Sexy Gun, todo un símbolo de madurez y agresividad, hermano, en oposición a los cánones del MAINSTREAM o de literaturas gráficas hermanas y/o imitadoras.

Y ya que estamos con lo del "cómic europeo", aprovecharemos para recordarle al purista que tanto 2000AD como Judge Dredd son TAMBIÉN ejemplo de cómic europeo, (por citar dos), aunque el purista parece ignorarlo, a sabiendas y queriendo, quizás demasiado abismado con las aberraciones estilísticas y herméticas de su excelso “cómic europeo” (léase pajas mentales francesas) cuyos fractales narrativos sólo un puñado de elegidos (él entre ellos, por supuesto) comprende en su completa dimensión.


Lo mejor.-

Dibujo, tinta y color.

La página.-

Aún siendo todas potables, ninguna llega a destacar.

La frase.-

Aquí, Brrénaud se ha lucido: ni una.

Lo peor.

La de árboles sacrificados para que esta obra vea la luz.


Reseña de A. Santos. Tebeosfera recibió servicio de prensa de Recerca


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