sábado, 11 de septiembre de 2010

BOND, EL DETECTIVE SOLDADO


James Bond supuso una revolución en su momento. Fue un hito de los denominados mass media, todo un fenómeno de la narrativa que contagió a varios medios de comunicación (literatura, cine, historieta), que además simbolizaba mucho en la época en que fue creado: el bloque de Occidente.

Bond era un agente secreto al servicio de una monarquía, la británica. Era un espía letal en sus acciones pero modélico en sus maneras: aseado, viril, ágil, instruido. El carisma que desprendía se formulaba sobre una dicotomía, la del militar independiente, o la del detective soldado. En las formas era una suerte de detective resolutivo y listo aunque insubordinado a veces, con ese toque de rebeldía que nos encanta ver en los personajes que evolucionan. Pero en el fondo era un soldado, con una férrea instrucción militar y con una misión encomendada que nadie le impedía cumplir.

Caiga quien caiga.

Su "licencia para matar" fue muy observada por la crítica de la izquierda en los sesenta, que vio en esta reedificación pop de la obra
polar de Ian Fleming un símbolo claro del imperialismo de Occidente, contrario al ejercicio de las libertades (sobre todo de las socialistas), y un ejemplo de la amoralidad a la que conducía el capitalismo salvaje y frívolo.

Con Bond quedaba demostrado que se puede ser fan de un asesino mientras resulte lo suficientemente atractivo. O tenga acceso a tecnología punta y a chicas estupendas...

La primera adaptación de las aventuras de Bond a la historieta tuvo lugar en 1958, en un rotativo británico, pero en España no fueron leídas estas obras hasta pasados unos años. Para comprender su evolución en los cómics ya no es necesario practicar búsquedas, pues todo está en la ficha que el maestro de espías Antonio Moreno ha confeccionado para Tebeosfera:



Tebeosfera. Un universo de series de espionaje.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

--"Su "licencia para matar" fue muy observada por la crítica de la izquierda en los sesenta, que vio en esta reedificación pop de la obra polar de Ian Fleming un símbolo claro del imperialismo de Occidente, contrario al ejercicio de las libertades (sobre todo de las socialistas), y un ejemplo de la amoralidad a la que conducía el capitalismo salvaje y frívolo."--

Qué estupendo párrafo. Mide perfectamente la ceguera optativa de esa parte de la Humanidad, que veía a los agentes del KGB, la Stasi o los demás cuerpos anejos (con idéntica prebenda para matar)como seráficos pacificadores con los bolsillos llenos de terrones de azúcar y otras mercedes inspiradoras...

Buen domingo.
Saludos,
A. Santos.

Manuel Barrero dijo...

Lo malo es que tenían razón en lo de la amoralidad a la que conducía el capitalismo salvaje, como se ha demostrado.
En eso estoy totalmente de acuerdo. Lo otro es revisable.