miércoles, 18 de abril de 2012

RATOS PICANTES EN LOS SESENTA

Regresamos a España para saber qué ocurría en nuestro país durante los años sesenta, mientras los franceses vivían su revolución liberadora de la mujer y de la historieta, y en los Estados Unidos se experimentaba con el "viaje" transgresor de los fanzines underground, en paralelo a los avances en logros sociales, entre ellos los feministas. Y... bueno... er... en España no ocurrió mucho...
Aún vivía Franco. La Ley de Imprenta y la moralidad imperante impedían que la mujer se desviase del divino lugar que se le había impuesto, en la pureza y en el hogar, y la sexualidad no afloraba fácilmente en los tebeos. En la vida se estaba experimentando un gran cambio, el cine y luego la televisión permitían otear un mundo lleno de libertades y nuevas experiencias, y las turistas que nos visitaban en verano llegaban desacostumbradamente ligeras de ropa. La rígida moral impuesta por el "nacionalcatolicismo" acabó convirtiendo a los españolitos de a pie en reprimidos que, a la vista de un muslo desnudo o de un escote pronunciado, daban brincos de entusiasmo.

Una propuesta claramente indecente en los primeros Mata ratos, aquí en una portada con viñeta de Buxadé.
 La erotización de la figura fue creciendo a lo largo de la década, como pudimos apreciar en cine sensual -antes que erótico- nacional, marcha que siguieron otros medios en consonancia, como la historieta, que poco a poco fue acercándose a la figura femenina atendiendo al deseo de verla desnuda. La sexualidad, y no digamos lo femenino, quedaba aún lejos en el horizonte del "aperturismo" y lo máximo que ofrecieron algunas publicaciones con viñetas o historietas fueron siluetas de fecundidad: muchachas en flor, de caderas rotundas, inocentes o ingenuas siempre, en las que se adivinaba la promesa de una posesión, de un coito próximo.
El bikini como horizonte de la lujuria española, aquí en una portada de Mata ratos con ilustración de Conti.
 La progresión desde esa mujer objeto, casi una lolita, hasta una muchacha más independiente y directamente interesada por el sexo la observamos en la revista MATA RATOS, a la que ya nos introdujo Jordi Canyissa en el presente número. Nacida en 1965, la publicación se dirigía a los "mayores" ya que en sus viñetas se hacía humor con las "queridas", las "cuidadoras", las "chicas cañón", y todo tipo de posibilidades de uso de las jovencitas que dibujaban Raf, Buxadé, Vicar u otros.


Los jóvenes hippies toman drogas y es puesto de manifiesto en Mata ratos, aquí en una portada con viñeta de Gin.
A partir del número 100, desde 1967, Mata ratos se definió como La revista española de "corte europeo" y comenzó a mostrar mujeres deste otro enfoque, con minifaldas pero admiradas más que deseadas, con poca ropa pero responsables, orgullosas y nada ingenuas. Ellas se habían convertido en un símbolo de la modernidad hacia la que España se dirigía. El juego del humor se desvió pronunciadamente hacia los bañadores o los bikinis, esa novedad, que supieron aprovechar muy bien Gin o Conti en las portadas y en el interior de la revista. Desde 1969, además, la revista se ocupó del fenómeno "Hippy", y la publicación comenzó a mostrar con descaro el rechazo de los potentados y los corruptos al mismo tiempo que el aprecio por las drogas y por una moral más abierta, que veía con buenos ojos que las chicas españolas mostrasen su desnudez o se instruyesen sobre sexualidad.

Las chicas jóvenes ya mostraban interés por la sexualidad, como aquí dibujó Conti.
Con el número 229 de Mata ratos, de verano de 1972, cuando la revista se volvió menos picante y más politizada, apareció Vampirella, una heroína que rezumaba sexualidad... aunque censurada. Aún quedaba un largo trecho por recorrer para que la censura aflojase su presa.

MATA RATOS, de IMdE, de 1965 


En nuestra ficha de Mata ratos hay muchas faltas. Demasiadas. Ni por asomo hemos completado esta colección, tan importante como creemos que es. Por favor, si alguien al otro lado nos lee, que nos ayude a terminar de catalogarla:

Tebeosfera. La mejor web para matar el rato.

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