Hay parcelas de la industria de los tebeos que no solemos transitar, por
vergüenza, por pereza o por desconocimiento. Los comics underground españoles no
han sido tan estudiados como otros géneros o tipos, por ejemplo, y hoy es
innegable que gracias a investigadores como Pablo Dopico conocemos la importancia de labores editoriales como la de J.M. Berenguer y el impacto que aquellos tebeos tuvieron sobre la
cultura y la sociedad española de su tiempo.
El caso más evidente de olvido por parte de los investigadores y divulgadores
es el del cómic erótico y porno, el que se dirige a los bajos instintos, a un
sector del público concreto -el masculino- dejando al otro sector -el femenino-
en evidencia y por lo común minusvalorado. En nuestro país los estudios sobre
los cómics eróticos son muy escasos y los que existen no se preocuparon de hacer
recuento de los lanzamientos que hubo en sus comienzos, de buscar los documentos
legales que pudieron regular sus contenidos, de localizar a sus editores o los
materiales originales, o de detallar quiénes fueron sus autores.
Hoy es un día de fortuna porque el subdirector de Tebeosfera, Javier Alcázar,
se ha preocupado de explorar entre cientos de tebeos publicados entre 1975 y
1982 para aportar un documento verdaderamente impagable. No es fácil estudiar
este tipo de publicaciones, por la dificultad de encontrarlas y por lo complejo
que resulta analizarlas con rigor y sin sonrojo. Alcázar lo consigue, con
seriedad y amenidad a partes iguales, y reconstruye un pedazo de la historia de
nuestros tebeos embarazosa pero relevante para comprender un poco mejor nuestra
transición hacia la democracia, los gustos de los desbocados españoles de la
segunda mitad de los setenta, los pocos escrúpulos o el oportunismo de los
editores, y el escaso aprecio por lo femenino en un tiempo de conquista de
libertades en el que ellas perdieron... dignidad.
Tebeosfera. Ya nadie hará artículos como éstos.
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