Una de las claves de la historia de los cómics ha sido siempre su repudio. La historieta, que nació en el regazo de la élite (es un producto de la burguesía acomodada en origen), terminó refugiada en la sátira y en la infancia, para descrédito de un medio y un arte que posiblemente haya sido el más sincero a la par que el más acallado.
La censura que han sufrido los cómics ha sido general, como bien sabe Ignacio Fernández Sarasola, que lee para nosotros la esperada traducción del libro de David Hajdu sobre la campaña orquestada en contra de los comic books en el ecuador del siglo pasado y saca algunas conclusiones que van más allá de lo que dice esta estupenda edición de EsPop. Por algo será:
HISTORIA DE UN PÁNICO COLECTIVO
Tebeosfea. Tebeo que nos has de leer, déjalo correr.
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