martes, 20 de marzo de 2012

BARBARELLA LO CAMBIÓ TODO

Todo cambió con ella, con Barbarella. 
Era 1962, y ella era un híbrido entre la alusión a los instintos básicos y la derrota de la modernidad. Una mezcla de los afanes de la emergente revolución sexual (una de cuyas exigencias era tan natural como que la mujer pudiera disfrutar de sus orgasmos) con el gran impulso de la ciencia ficción entre los jóvenes creadores. Un guiño a las mujeres que buscaban un puesto en el mundo a la par que un anzuelo para los hombres que anhelaban ver sexo sobre el papel (o donde fuese). Un cómic que se publicó en una revista que no era de historietas y que adoptó, luego, el revolucionario formato de libro de historietas (entonces sí, un formato revolucionario). Una transgresión que inspiró otras transgresiones, y también otras presencias de otras mujeres (sensuales, desnudas) en los cómics europeos en los años sesenta. Un pistoletazo de salida de aquello que se dijo feminista y que era la redundancia del machismo con el antifaz de la reivindicación progresista.
La progresión nos ha llevado al hoy evidente: ellas tienen sus orgasmos, claro, y son libres, cierto, pero para ir muy apretadas y/o desvestidas mostrando a los hombres su liberado placer con el fin casi único de satisfacer el nuestro.

Forest y Vadim, dos hombres que transformaron la posición de la mujer en la historieta y en el mundo basándose en iconos de la belleza, Bardot y Fonda.

En España, jocosamente, casi ni se llegó a ver:


BARBARELLA, la serie


BARBARELLA, la saga




Tebeosfera. Sexo bárbaro.


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