domingo, 1 de junio de 2008

VAZQUEZ, Y RAFAEL GONZALEZ, EN EL PAIS

REMEMBRANZA DE VÁZQUEZ Y DE RAFAEL GONZÁLEZ POR ENRIC GONZÁLEZ, EN EL PAÍS/DOMINGO

Hoy en El País ha aparecido un artículo de opinión de Enric González en el que habla de la falta de claridad en criterios morales en la actualidad según su punto de vista. El articulista termina describiéndose como pequeñoburgués en su esfera moral y sin concluir nada concreto, pero a la sazón incorpora un añorante recuerdo de su infancia en el que alude al gran genio Vázquez, creador de Anacleto y las Hermanas Gilda. González resulta que es nieto del otro Enric González que trabajó en Bruguera y sobrino/nieto de Rafael González, editor del mismo sello.
El recuerdo que hace de ambas figuras, la del autor y la del editor son muy interesantes para los aficionados a los tebeos y por ello nos hemos tomado la libertad de reproducirlas aquí junto con la imagen que adereza la columna, la cual no aparece en la versión web del texto :

"Manuel Vázquez (Madrid, 1930-Barcelona, 1995) fue un genio. El mejor historietista español del siglo XX, sin ninguna duda, y uno de los más grandes del mundo. Su abuelo trabajó como sastre de la familia real. Su padre, alcohólico, frecuentaba a personajes como Jardiel Poncela y Wenceslao Fernández Flórez, a los que el pequeño Vázquez admiraba. Trató muy poco a su madre. A los nueve años publicó su primer dibujo y se escapó a Barcelona. A los 14, diciendo que tenía 18, empezó a dibujar para Bruguera.
En una entrevista que hace años le hizo Soledad Alameda, en este mismo periódico, contaba algunos episodios de su leyenda: el prostíbulo que montó en Madrid y su afición al proxenetismo, sus tres estancias en la cárcel Modelo, sus trucos para cobrar por adelantado (enviaba a la editorial un paquete de hojas en las que sólo la primera y los márgenes de las otras estaban dibujadas), su morosidad sistemática. Hasta donde sé, fue mal amigo y mal compañero. Pero también fue una persona irrepetible y un bohemio enternecedor, siempre en busca de afecto.
En la citada entrevista decía lo siguiente: "Quizá no encuentres a nadie que sea más amoral que yo. Lo que me molesta es la mezquindad, eso sí. Porque a mí me gustaría marcharme sin pagar de un hotel de Acapulco, como me gustaría estar con Bo Derek y largarme sin pagar. Pero hacérselo a una viuda de 50 años me parece criminal. O sea, que no es la moralidad, sino la calidad de la empresa".
El némesis de Manuel Vázquez fue Rafael González, director de la editorial Bruguera. Rafael González, inventor de muchos de los personajes de aquellos tebeos, era un hombre duro y amargo. Su misión consistía en explotar a los dibujantes y los guionistas, en censurar cualquier detalle potencialmente problemático (ahí se llegaba a extremos delirantes; las hermanas Gilda, por ejemplo, no podían tener novio) y, en definitiva, en asegurar los beneficios de los señores Bruguera. Vázquez contaba pestes de González, y viceversa. En realidad, González admiraba profundamente a Vázquez. Eso lo sé porque le conocí: Rafael González era mi tío-abuelo. Quiero pensar que también Vázquez, que le sacaba a González lo que quería, sentía un cierto respeto por su jefe-enemigo.
Rafael González tuvo muy mala fama. Suele ocurrir con los sicarios de la patronal. Por razones diversas, incluso su familia le dio la espalda. Yo conocía su pasado. Fue periodista pobre y bohemio (casi tan saltimbanqui como Vázquez) durante la República, y al final de la guerra tuvo que huir a Francia. A su regreso fue condenado y represaliado. Se ganó la vida vendiendo carbón. Cuando los Bruguera le dieron una nueva oportunidad, como editor de tebeos, se aferró a ella como si no existiera otra cosa en el mundo. Creo que realmente, para él, no existía otra cosa. Quedó psicológicamente atrapado en una especie de clandestinidad vital. Le recuerdo encorvado, con la vista clavada en el suelo, preguntándole a mi padre, en voz muy baja, que cuántos años más iba a vivir Franco."

Este texto, de la serie "Un asunto marginal" del periodista Enric González, se extrae de la sección OPINIÓN (pág. 14) del suplemento DOMINGO del diario EL PAÍS de hoy, 1 de junio de 2008. El permiso solicitado a su autor para reproducir este fragmento aquí está en trámite.

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