lunes, 2 de junio de 2008

CABEZON JONES, DE DOLMEN

CABEZÓN JONES Y EL ARCA ESCONDIDA. La parodia que barrenó al autor

Por Antonio Santos (La voz en el desierto, entrega 53)


Con encomiable y astuto sentido del negocio, nuestros compatriotas fundadores de T. DOLMEN EDITORIAL saludan el regreso de uno de los grandes iconos de los 1980, INDIANA JONES, que estos días se balancea al extremo de su látigo por nuestras pantallas de cine y, de paso, aprovechan para ganarse algunos euritos, claro que sí. Para eso, recurren a su gran peso pesado, ENRIQUE V. VEGAS, ya conocido de estas líneas, que, una vez más, nos deleita con su siempre ocurrente hacer gráfico.

Datos técnicos.-

Cabezón Jones y el Arca Escondida. Cachondeo macrocéfalo acometido por el primer espada, Enrique V. Vegas (guión y proceso gráfico, que incluye el rubor de la portada, con ayuda de VICENTE VEGAS). Letras de MARI PAZ GARCÍA, que, además, hace la maqueta. Número único, encolado. COLECCIÓN SIURELL, T. Dolmen Editorial. Cuenta con 52 páginas en B/N y escala de grises. ISBN: 978-96706-73-6. Año 2008, hirviente del horno, que sale. Coste: 5 euros.

De qué va.-

Matraca de la icónica EN BUSCA DEL ARCA PERDIDA, impregnada de los habituales tics y referencias al gusto del autor, que evidencian, sobre todo, lo puesto que está sobre la cultura POP/PULP actual.

Para el sombrero usaron el ecuador de cinta métrica.-

Por su carácter blanco, limpio e inofensivo, tebeo óptimo para la infancia. Esto no es ningún defecto; al contrario, es una virtud que alcanza a un segmento de la población lectora, necesaria en esta época de cómics dominados por la doblez de conductas ideológicas, morales y sexuales. El detallado y pulcro trabajo de Vegas, como siempre excelente en el apartado gráfico (cuyas virtudes, el autor nos excusará, no reiteraremos en esta ocasión, pero que son inmensas), adolece, sin embargo, de un par de enojosos defectillos que, por mucho que deseemos obviar, ocultar, negar, ¡están ahí!, y, sinceramente, que nos duele verlos saltando tan groseramente por encima de la gran labor desempeñada, arrebatándole los triunfos al conjunto.

Estos simpáticos señores de talla craneal desmesurada, de gran, vital, brillante mirada, que nos miran con tanta franca honestidad desde su viñetas, amplios espacios donde el lector puede respirar con holgura, a la preponderante sombra del cráneo de sus ocupantes, esta vez adolecen de una extraña rigidez. En los trabajos previamente reseñados, nos maravillaba la agilidad como sus paródicas siluetas brincaban por entre las planchas, transmitiendo una lograda sensación de vitalidad. Hay viñetas en este Arca Escondida en las que los personajes parecen guiñoles, muñecotes de trapo tipo BARRIO SÉSAMO (tan caro al afecto del autor, como delatan las continuadas alusiones a sus habitantes que hace) y que una mano, espasmódicamente inhábil, sacude sus brazuelos.

En las obras precedentes, este otro defecto observado no se aprecia: todas las caras son iguales, con levísimas diferencias, a lo sumo. El genio del maestro sigue estando presente, pulsando una viñeta tras otra, pero es obvio que pasa algo. El estudio de la idiosincrasia de los protagonistas (el gran fuerte de Vegas, algo que hace con esmerado cuidado, obteniendo lo más jugoso y divertido) parece un tanto al albur, descuidado, lo cual no es nada corriente en su hacer. El trabajo de caracterización de la mayoría de los secundarios, y los malos capitales, en especial, es demasiado superficial. Y esto nos ha desconcertado. Las ingeniosas bromas que impregnan los ácidos comentarios de sus personajes carecen del mordiente de ocasiones previas; para los diálogos, parece haber tirado de viejas bromas estampadas en publicaciones como DDT o TIOVIVO, y cuyo impacto el tiempo ha barrenado sin misericordia. Si por un casual el autor trataba así de ajustarse al período histórico pulp que el personaje base, Indiana Jones, evidenciaba en sus aventuras, efectuando alguna clase de hiperbólico homenaje, pues entonces se trata de un golpe de genio; pero si es todo lo contrario, si esto es todo lo más que Vegas puede dar al respecto entonces es un síntoma alarmante.

¡Anda! ¡Tú por aquí!.-

Nos confunde que Vegas parezca no haber entendido que MARION RAVENWOOD no es LEIA ORGANA. Mientras que Marion es una ácida alcohólica amargada aislada a la orilla de cumbres nevadas y remotas, en un país lejano y subdesarrollado, Leia es una combatiente, con fuerte carácter y grandes principios éticos y morales, ofendidos por el opresor, al cual se opone con tanta fuerza y recursos como puede. Ambas identidades son disímiles.

Esto viene a que Vegas recrea su Marion (intuimos que se llama así; el descuido del autor olvidó ponerle nombre) como la borde PRINCESA CELIA, de sus cabezones galácticos, saga que el autor ha hecho eje de su producción, como nos permite dilucidar el casco/ídolo que Cabezón Jones recupera al principio del tebeo. Imita las mismas pautas de la escandalosa arrabalera galáctica, aún más laminadora aquí, irritable e irascible hasta el colmo. Vegas ha debido tenerlo fácil, pues, con esta nena: sólo ha debido desmelenarla y cambiarle la túnica. (Una observación, amigo Vegas: ¿por qué no usaste LA ESTRELLA (DIVINA) DE LA MUERTE para perseguir a C.J.? ¡Lo hubieras cuadrado, macho!)

El Señor de los Cameos.-

Ahí es donde el autor demuestra toda su trabajada musculatura, y lo bien que los sabe encajar, construyendo una sólida obra para deleite del entendido. Esta vez, Vegas no ha oreado tanto a LOS SIMPSON, aunque el referente a ellos sea ineludible. Alude a DANGER GIRL o STARGATE y a las asoleadas tierras de MOS EISLEY (ahí sí se ha lucido). Anotemos que Vegas ha propuesto un sugerente argumento mediante una broma accidental: ¿por qué HELLBOY no ha ido ya en pos del Arca Perdida? Ya, ya: $PIELBERG se le adelantó. Pero, ¿qué le impide a MIGNOLA acometer gráficamente la historia? Estamos convencidos de que ni $pielberg ni LUCAS van a oponerse. Además, ¡es un tema lo suficientemente impregnado de ocultismo (el ámbito de Hellboy) como para encuadrarlo dentro de su esfera de acción!, y no aprovecharlo carece de sentido.

Porque, ¿no son agentes de la agencia esa de marras donde trabaja Hellboy los que solicitan la ayuda de Cabezón Jones para recuperar el Arca? Más adelante, se hará un comentario a JELLBOY (otra matraca satírica de Vegas) diciendo que «esto no le pasa a él».

Chirridos en la maquinaria.-

La trama (la parodia, en este caso, la iconoclasta desmitificación aquí llamada guión) no encaja muy ajustadamente. Vegas, generalmente muy hábil rastreando los puntos fuertes y giros de las obras que satiriza, esta vez no ha sabido verlas, o ha elegido las incorrectas, o llegó tarde. El modo “grosero” como empotra al “perverso” nazi de la XX (contra ésos, ¿FLASH GORDON no combatió?) y a esta irritante Marion, no están a la altura de su talento habitual. Las situaciones desarrolladas en el escenario donde reposa el Arca parecen adulteraciones de los malos momentos de MORTADELO Y FILEMÓN; el modo como Cabezón Jones termina en la isla donde abren el Arca (no explica cómo Marion acaba allí), desprende una incómoda sensación de “no se me ocurrió cómo hacerlo mejor”. La compresión de la trama ha resentido el conjunto. Vegas ha repetido un fallo existente en su trilogía galáctica: el tercer episodio es el más flojo y poco chispeante, el que más evidencia agotamiento por su parte. Es tosca (aunque tenemos que admitir que adecuada) la inmersión de LOS CAZAFANTASMAS en la trama. Falta que CASPER, el fantasmilla cabezón (ese se te ha escapado, Vegas) despidiera el tebeo como PORKY, diciendo lo de: E-e-ee-esto-esto es todo, amigos.

Recapitulando.-

En su tenaz empeño por mostrar el reverso tenebroso de Indy Jones, reproduciendo a un héroe perezoso, torpe, cachazudo, buena persona, metido a deshacedor de entuertos, que recibe más palos que una estera, nos tememos, y considerablemente, que Vegas no ha logrado conectar excesivamente bien con la trama a despiojar. No es que su historia no carezca de méritos y alicientes, que abundan, sino que sus deficiencias se las han apañado para empañarlas.

Sospechamos que es debido a que el material de base no se deja parodiar con tanta docilidad como otros. Entre otras cosas, porque Indiana Jones tiende a remedarse a sí mismo, de tal forma que desarma cualquier otro tipo de sátira al respecto. Oh, claro, pueden hacerse, por supuesto, pero ¿que queden bien? También está tan trillado, por esas sátiras, que apenas queda sustancia donde poder hincarle el diente. O quizás, en un natural afán crematístico, forzando la maquinaria para coincidir con el estreno de la cuarta entrega, Vegas ha apañado más que creado, tirando de chistes bastante potables (pero no los mejores) descartados de sus otras parodias.

Los fallos apreciados nos obligan a efectuar estas preguntas: ¿está Vegas exhausto? ¿Es un leve bache, transitorio? ¿Ha errado al elegir el material? ¿O el material le ha dado una lección, mostrándose indómito? Nos advierten sobre la inminente parodia de EL TEMPLO MALDITO, en la cual esperamos verle de nuevo a plena potencia, como en su mejor momento, aun rebasándolo, para poder deleitarnos, junto con su talento artístico, con el de su ingenio.

Ingenio que va derrochando en estas parodias. ¿Para cuándo nos congratularemos leyendo material genuinamente suyo? Que las parodias están bien, es algo que también debe estar en el mercado, ¡pero amenaza con saturarlo de tal modo que morirá atacado por su propio veneno!


Lo mejor.-
Cómo el autor se las apaña para soslayar la sangre.
La página.-
Entre tantas, la 10.
La viñeta.-
La 1, página 23.
La frase.-
No podemos resaltar alguna.
Lo peor.-
¡Nos han dejado sin páginas de bocetos!

Reseña de Antonio Santos

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