lunes, 12 de mayo de 2008

ALELUYAS AL ACEITE

La voz popular de Osuna y su aceite. Joya de Tabernero y Rosell

Si hay un editor que nos tenga acostumbrados a productos exquisitos, traten de la materia que traten, ese es Pedro Tabernero, que actualmente se halla ocupado (entre otros proyectos) con la edición de unos deliciosos libros en torno al aceite, de los cuales ha publicado Diario de un vendedor de olivos en Manhattan, Las cocinas del aceite y La voz popular de Osuna y su aceite.

En todos los casos se trata de libros profusamente ilustrados, pero nos detenemos en este último título por que su iluminador es el ilustrador y humorista gráfico (y, antaño, historietista, faneditor y organizador de festivales) Daniel Rosell. Y nos detenemos con deleite no sólo porque Rosell haya hecho un trabajo encomiable, también porque ha recurrido al lenguaje de la historieta para plasmar en imágenes las sensaciones, añoranzas o relatos que escribe y describe el autor literario del libro, Manuel Barrios

Este escritor y periodista, bien conocido en tierras sevillanas, de verbo tradicional, como su ideario, pero ágil y musical, actúa como narrador a la par que como recolector de dichos, dimes y diretes, refranes y remedios, leyendas y cantares, con los que Rosell va generando un tapiz enhebrado con acuarela y cuajado de joyas de la ilustración.

De su trabajo destacaríamos los colores densos, la expresividad sólida y el gesto recio y desencajado de los personajes, que a fuer de pintados parecen ficticios cuando en realidad son de verdad. Lo mejor, y de ahí esta reseña, es que ha resuelto algunas de las aportaciones de Barrios con fórmulas utilizadas para la narración mediante viñetas: con aleluyas, con protohistorietas, con historietas mudas. Su barajado de estilos, enfocado a dar variedad a un libro que en cierto modo es una compilación de textos cortos, va desde la trama decimonónica hasta un medievalismo naïf, pasando por la grafía de plumilla de las aleluyas del XVII o del XVIII, generando así unas interpretaciones que resultan simplemente deliciosas.

Es éste otro de esos libros delicados y deseables que se distribuyen poco fuera y que desearían ver muchos. Un trabajo bonito del escritor, loable del ilustrador y pasmoso del editor, que no deja de asombrarnos con obras improbables de sublime factura las cuales firma (en portada) sabedor como es de que él es más arista que artífice.

Reseña de Manuel Barrero

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