miércoles, 9 de abril de 2008

SHANG-CHI, DE MOENCH Y GULACY

SHANG-CHI, MASTER OF KUNG-FU. ETAPA MOENCH-GULACY

La rebelión del Pequeño Saltamontes.

Por Antonio Santos (de su serie La voz en el desierto, entrega 45)

Desde las pantallas de los cines de verano desinfectados con ZOTAL y las TV en B/N del tardofranquismo nos llegan estos tres tomos, a su vez subdivididos en sagas (¡qué bonita palabra! ¿Por qué, cuándo, quién la sustituyó por arco? Arco, el violín; arco, el puente. Arco, ¿la historieta?) que se introducen por unos laberintos de pasiones y ambiciones nefandas y sentimientos entrecortados, más que enfrentados, presentados en un formato que aspiraba, en todo momento, copiar la vitalidad rayada del celuloide veraniego de las películas de chinos.

Datos técnicos.-

Shang-Chi, Master Of Kung-Fu. Tres tomos de 116 páginas a color. Material MARVEL que discurre por los años 1975-77, y que compendian los números del 29 al espeluznante 51, guionizados por su verbigracia Doug Moench e ilustrados por el sin par pinturero Paul Gulacy, con una ayudita de un tal JIM CRAIG y las tintas de: Gulacy, DAN ADKINS, TOM SUTTON, JACK ABEL, PABLO MARCOS y MIKE ESPOSITO y el color, a puntitos, de JANICE COHEN, GEORGE ROUSSOS, PETRA G., ANNETTE KAWECKY, DON WARFIELD y P. GOLDBERG. Trabajan sobre conceptos previamente horneados por STEVE ENGLEHART y JIM STARLIN en 1973. Prestigiosa edición española FORUM 15 AÑOS, traducida por EDUARDO LÓPEZ LAFUENTE (que escribe profusos prólogos documentados) y rotulada por EUGENIA BERMEJO. Añadir los textos de JAUME VAQUER, VICENTE GARCÍA, PEDRO ANGOSTO y ALEJANDRO VITURTIA, que animó con bucólico sentimiento nostálgico su publicación. ISBN: 84-395-7263-8. Publicado en 1998, al coste de 995 pesetas. Personajes secundarios creados por SAX ROHMER, no te lo pierdas.

Dios, hay más nombres aquí que en toda la Biblia.

De qué va.-

OPERACIÓN DRAGÓN, LOS VENGADORES, KUNG-FU, FRENCH CONNECTION, THUNDERBIRDS, CAPITÁN ESCARLATA y MOONRIKER con acento cantonés y presuntos dejes british.

Juegos de muerte y todo eso.-

Tan completas y prolijas resultan las exposiciones que Angosto y Lafuente hacen (resaltando las apariciones estelares que impregnan estas páginas –BRANDO, NIVEN, CONNERY, LEE…-), que, con sólo leerlas, el lector ya puede olvidarse de esta reseña y los tomos en cuestión. Afortunadamente, Lafuente, por cuya bondad los canonizaría a todos (la Curia debería nombrarlo Papa: ¡habría proliferación de santos!), indiferente a la grosería del trazo o del guión, deja las suficientes fisuras por las cuales este scriptor puede verter algo de veneno.

No se trata de que las aventuras aquí reseñadas no merezcan toda su excelente fama y reputación (frisan lo magnífico), o que el dibujo haya sido injustamente sobrevalorado o enaltecido, sino que Lafuente se ha dejado obnubilar por lo obvio, anestesiado por la nostalgia, excusando los defectos que, desgraciadamente, empañan estas páginas, excelente monumento a una moda y un momento de la Historia y su capacidad como obra de evasión.

Eclipsados por el ambiente de espías que directamente expele este MOKF, han eludido percatarse que Shang-Chi tiene más de Los Vengadores (la serie de TV) que de JAMES BOND. Las primeras aventuras son French Connection adobadas con Kung-Fu (el de DAVID BILL CARRADINE) y ciertos elementos propios de LOS CAÑONES DE NAVARONE.

A continuación, deriva hacia un majestuoso y absurdo (y llamativo), plan de holocausto que, desde su gran trono de tonterías, otro secundario brotado de la pluma de Rohmer, NAYLADN SMITH, ordena sea abortado, a medida que el elenco crece con las exóticas anoréxicas FAH LOO SUE y LEIKO WOO, así como la incorporación de otro machote (no nos bastaban RESTON y TARR: se suma LARNER, el ofendido borracho melancólico).

Al fin y al cabo, Moench tira de PULP, y tiene danzando a esos personajes del inefable Rohmer (cuya leyenda urbana negra, sobre la calidad de su obra, parece estar realmente justificada), autor que hubiera hecho buenas migas ocultistas con ALAN MOORE, y debe explotarlos.

Tampoco han resaltado (aunque Lafuente insinúa la FASE DOS Marvel, auspiciada por ROY THOMAS, el gran integrador) los cambios de orientación de las amenazas a las que los héroes, o antihéroes más bien, se enfrentan. Moench concita inquietudes de corte ecológico en las aventuras, plasmando una amenaza real que nos aflige actualmente, y que, en su tiempo, parecía más ciencia ficción catastrofista que otra cosa.

STAN LEE y LOS ROSENBERG.-

A nadie se le hurta la ascendencia semita de EL HOMBRE, que caracterizó buena parte de su producción de los 1960 por su lucha, casi MCCARTHIANA, contra el TERROR ROJO y la AMENAZA ROJA en su conjunto y que, eventualmente, THOR, LOS 4 FANTÁSTICOS o HULK debían vencer. Más que propaganda propia de los años, duros, de la guerra fría, su trabajo parece una palma tendida al ESTABLISHMENT WASP que podía recelar de la decente comunidad judía, comprometida por el espinoso y oscuro asunto del matrimonio Rosenberg.

Con esta Fase Dos (dorada por la juventud, los nuevos tiempos, hippies y Vietnam), el discurso político de adhesión incondicional al mccarthismo desaparece, y los peligros que aquejan al UNIVERSO MARVEL empiezan a entrañar catastróficos matices ecológicos.

El aberrante sicario a sueldo, MORDILLO, basta copia de EL JUGUETERO, ese enemigo de SUPERMAN (y digno esperpento de los vengadores televisivos), pretende agujerear la capa de ozono y así exponer parte del mundo a los letales rayos ultraV. Algo innovador y llamativo, a tenor del momento y el método.

FU MANCHÚ (villano de fría alcurnia estólida, padre de Chi, que le sale rana, ingrato, y debe buscarse otro hijo de repuesto, recambio que encuentra en el fondo del mar, matarile, dentro de una ostra gigante –cosa puramente MAKE MINE MARVEL-) tiene un plan digno de su majestuosidad: desencadenar unos cataclismos bíblicos sobre la Tierra y someter a la población superviviente a su dictadura manchú. Y lo hará barrenando la Luna con núcleos. Su desaparición (según la trama Moench) provocará tsunamis y maremotos desmesurados. Cegado por su ingenuo entusiasmo (y por vender: esta colección era de las más populares), Moench debía ignorar que semejante proyecto es absurdo e irrealizable. Ni siquiera todo el actual arsenal nuclear detonado simultáneamente lo lograría. Pero queda bonito y pavoroso y, con doce años (doce ingenuos años de entonces), cuela.

El mismo ciego entusiasmo impide ver a Moench que la gravedad de la Tierra atraería los escombros y su impacto provocaría un INVIERNO NUCLEAR, algo más devastador todavía, aunque, claro, este término se desconocía.

Mal que nos pese, tiene defectos.-

Moench barrena en el tic megalómano, irritante, DR. DOOM, de sus villanos (VELCRO). Mordillo clama ¡por un millón de dólares!, pagaderos por la dictadura china, cuando su arma, que agujereará la capa de ozono, le permite obtener ¡un billón!

Concluye su saga de un modo basto e impropio de su talento. Ejemplo de la forma como va desprendiéndose del lastre puede ser: Reston recibe un balazo fatal que no le impide, sin embargo, luchar con vigor taurino y disparar a Fu Manchú, exonerando a Chi del cometido. Resulta que el cacareado maestro del kung-fu es luego un aprendiz en todo, porque los secundarios suelen sacarle de apuros o comerse sus marrones: lo suyo es poner posturitas vigorosas. Otro ejemplo que clarifica esta grosería argumental la condesa esta frase:

-Hay tantos y tan juntos, que podríamos cargarnos a seis de ellos con una bala, pero no serviría de nada.

¡Pues perfecto! Pero en vez de eso, huyen. La cosa es no derramar sangre. A Tarr, el duro racista, le explota una bomba en plenos morros y sale apenas rasguñado. (Y no es el único que sufre un atentado mortal –letal de necesidad- que se salda con una tirita y mercromina, sana, sana, culito de rana.) Moench trenza un enjambre de traiciones y contra traiciones, tramando sorpresivos giros argumentales, cuyo resultado intuye el lector, quedando todo en agua de borrajas.

Lo cierto es que ambos autores parecían más enfrascados en revivir al difunto BRUCE LEE en estas viñetas, con el tan aclamado enfoque cinematográfico que poseen (el cual Gulacy trasciende a una novedosa forma de narrativa gráfica), que en pulir fallos. Gulacy no logra teñir de expresividad a sus personajes. Sus figuras gozan de una saludable inmovilidad. No dibuja igual dos veces la cara Reston. Le falla la perspectiva de los personajes, pero todo esto luego lo compensa con muchas y notables planchas y viñetas.

Recapitulando.-

Hemos de contemporizar completamente con el momento de la ejecución de la obra para disfrutarla con plenitud. Experimento narrativo y visual, acopia grandes virtudes (relatar la trama desde la perspectiva de sus protagonistas, un número cada uno) que quedan sutilmente empañadas por los mencionados defectos.

No es tanto el pilar básico, indispensable, que se sugiere este Shang-Chi de nuestra nostalgia escolar, aunque en absoluto perjudica tenerlo al entendido, al fan en general, del tebeo. Disfrutará sobradamente con las abundantes muestras de ingenio incrustadas en sus páginas, casi míticas.

Moench realizará un trabajo más competente adaptando DOC SAVAGE, de LESTER DENT, referencia que la prolija compilación de García excluye. Moench se toma la molestia de idear una baraja de rivales (PUÑOS DE NAVAJA, el cual aparece, muy mutado, en la adaptación cinematográfica de 300), atractivos y valiosos, como esas FEMMES FATALES empotradas en el cliché de la dominación sádica, que luego quedan arrinconados y desvanecidos detrás del denso telón de la cansina verborrea del inmodesto Reston, herido por el embrionario, torpe, triángulo amoroso, y el inagotable caudal de sicarios de Fu Manchú, el cual se adueña de la obra pero no con la plenitud y cruel maldad que su leyenda negra afirma posee. Debemos admitir que el villano eléctrico, ONDA DE CHOQUE, desbarra un tanto. Pero Chi está dentro del Universo Marvel y debe acomodarse a sus leyes.

Evidentemente, el concepto del derecho de imagen no debía existir o ser conocido por entonces, pues Niven, Brando, Lee y todos los demás que no se citan (¿ROBERT MORLEY, PAM GRIER, ADRIENNE BARBEAU…?), hubieran crujido a demandas a la Marvel por uso indebido de sus físicos.

Gulacy se derrite plasmando los fibrosos músculos en tensión de Chi, personaje hastiado de la vesania del mundo y sus traicioneros tejemanejes, emprendidos por sujetos tan perversos como el mal que aseguran combatir. Por lo general, está adecuadamente acompañado por la tinta, pero tiene la mala suerte de que Sutton empuerque su trabajo y Esposito y Marcos le rebajen un tanto su calidad, aunque nunca al nivel del primero.

Ejemplo de un singular momento editorial, y de una cierta moda que nos daría a elementos como CHUCK NORRIS, no queda exenta de algunas pequeñas impurezas (como… esa… tosca conciencia… filosófica oriental del… protagonista, plasmado… con irritante… y entrecortado… grafismo) que, a la postre, sirven para resaltar, con mayor esplendor, sus imperecederos logros. Porque es obra humana y es inevitable. Pero, ¡ojo!, son tan insignificantes que deben tomarse a modo puramente anecdótico.

Lo mejor.-
GATO.
La página.-
Tomo 3, página 20.
La viñeta.-
Tomo 2, página 33, la séptima.
La frase.-
Ya quedó destacada.
Lo peor.-
Sutton.

Reseña de Antonio Santos

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