lunes, 10 de diciembre de 2007

REVISTA DE PRENSA 2

Repaso a las viñetas en la prensa 2: Max, Veleta y escasez ante la Navidad.

Leemos algunos periódicos en esta esquina del sur de España y queremos dar cuenta aquí de las reflexiones que surgen al hilo de la actualidad.

Hoy toca aplaudir.


Partiendo del 2 de diciembre, aplaudimos a Pablo Ríos, periodista ligado al Grupo Jolly que escribe sobre historieta y culturas asociadas en algunos de sus diarios. En el Diario de Sevilla del domingo citado tuvo el placer de dedicar una página (bueno, una columna y varios fragmentos de otras) a reseñar el Ghost World de Daniel Clowes, cuya reedición lanza La Cúpula. Un artículo bien escrito, centrado en el tema, sin llamadas a las diferentes ‘culturas’, documentado y ameno. Este periodismo es del bueno y Ríos lo borda. Ojalá que siga así.

El día 2, también, nos recordaron algo importante para la cultura española en general: se cumplieron treinta años del fin de la Junta de Censura en España. Esto se comentó levemente en la prensa pero en las televisiones, al menos en dos, se hicieron sendos programas sobre los alcances de la tijera. Ambos documentales sobrevolaron lo anecdótico y recurrieron a la imagen archisabida de la archiremirada Carmen Sevilla (y otras) para ejemplificar la cosa. También marcó aquel diciembre el comienzo, recordemos, de otra historieta en España. 1977 supuso el arranque del ‘cómic para adultos’ tal y como se entendió entonces, entreverado de desnudismos y sicalipsis, bajo el que discurrió una buena parte de la historieta extranjera traducida, y sobre el que abundó una industria oportunista que insistió sobremanera sobre el erotismo. Caso para recordar, pero nuestros medios (ni los más nuestros) lo han tocado.

El lunes, tal periódico como La Razón, sorprendió a todos con una entrevista a cuatro columnas y gran foto practicada al flamante Premio Nacional de Cómic: Max. El periodista encargado escribe “del Cómic”. La entrevista también es ligerita, con sesudas preguntas como “¿Cuándo entendió que lo suyo era algo más que hacer garabatos?” o “¿Cómo empezó a pintar monas?” o “¿Qué tebeos se comprará con los quince mil euros de premio?”. Pero Max, gallardo autor, sale del brete con inteligencia y responde certero y sapiente. Me gustó leer el cartucho sintético que pusieron al pié, pues en él entrecomillaban el anglicismo underground pero no lo el calificativo ‘línea chunga’, que tan nuestro es. Aplauso lento para David Barba, autor de esta sección.

Este mismo día la prensa española bullía con la terribilísima noticia de que leemos menos y peor según el informe PISA (que no PRISA). Este informe de la OCDE presentado al día siguiente comparaba los datos sobre educación en 57 países, dejando a España en una posición pelín vergonzosa. Nos interesa el asunto porque el universo de personas objeto del estudio eran los chavales de 15 años, estudiantes en su tiempo libre, que también suelen ser los consumidores de tebeos más habituales. De las claves que aportaba el comentarista de El País ese día (J.A. Aunión) destacaron dos. Uno: que hay que insistir en ofertar lecturas clásicas originales, nada de adaptaciones, para fomentar el amor por los libros. Dos: que se debe reforzar la lecto-escritura práctica en detrimento de las clases expositivas con las que no se fomenta ni la expresión oral, ni el debate, ni la interpretación de lo que se lee. En general, se destaca la fuerte vinculación del aprendizaje a la iconosfera y no a la grafosfera, y que por eso nos hemos desbarrancado en lo de la cultura base. Leído lo cual en ningún diario, periódico semanario o arradio he llegado a leer el apunte, siquiera el apunte, de reforzar hábitos de lectoescritura cognoscitiva o interpretativa mediante la historieta, que es un vehículo excepcional para tal fin, puesto que combina iconosfera con grafosfera.

Sí, leñe, sí, se puede y se debe utilizar tebeos para enseñar. Incluso para enseñar a leer tebeos.

No se hará. Y el problema es que, en el futuo, habrá menos lectores de tebeos. Y más ojeadores de todo.

La mejor noticia de la semana llegó el miércoles: celebróse el Primer Certamen Andaluz del Cómic y se hicieron eco de la noticia varios medios impresos andaluces. El Mundo le dedicó más de media columna. Ganó la historieta “Los muertos vivientes” de J.M. Rodríguez Gómez, al guión, y Elena García Bravo, al dibujo, escogida de entre 75 trabajos presentados. Se llevan 3.000 euros a repartir. Segundo y tercer premio, un chaval de Cártama y otro de Puente Genil, se beneficián de 2.000 y de 1.000 respectivamente. Dieron los premios el coordinador del Instituto Andaluz de la Juventud Higinio Almagro y su amigo Alejandro Casasola, director del Certamen y alma máter de la agrupación / gestora cultural Veleta. La oportunidad, magnífica, la convocatoria, bien hecha. Así es: la promoción de la historieta en general y de la andaluza en particular es a través de programas como éste, que permiten a los creadores ver algo en el horizonte. Muy bien, Alejandro y miembros de Veleta implicados. Aplauso merecido.

El resto de la semana estuvo flojo en lo que respecta a lo de la historieta. El País no publicó mucho y, cuando lo hizo, demostró que también sabe llegar tarde al dedicar una página (entera, el viernes) al libro biográfico sobre Schulz el viernes, una semana después de que otros medios se hicieran eco del asunto éste. El texto lo escribió Barbara Celis, desde Nueva York, y nos interesa su enfoque desde aquella atalaya, pues la crítica de The New Yorker, por ejemplo, ha alabado sobremanera la labor del taimado biógrafo Michaelis. ¿Habrá traducción al español?

Ya inmersos en el sábado, en el suplemento Yo Dona, que sale con El Mundo, tampoco hallamos nada sobre tebeos pero me gustó la fórmula empleada por Augusto Costhanzo para ilustrar la sección de Bárbara Alpuente. Su ilustración, resuelta a modo de tira de dos viñetas, se encuentra, a continuación, a la izquierda.

Como la Navidad se acerca, los periódicos se van enfocando al negocio, y de otros días sólo hemos podido ir extrayendo reseñas sobre cómic y humor gráfico, pero escasas. Por ejemplo, EPS promocionó el doble dvd de La hora chanante, que como parte destacada de la publicación indicó que contiene un “tebeo hecho por Joaquín Reyes”. Supongo que en contra de los deseos de su productora, que habrá visto lo del tebeíto como una guasa del incorregible Reyes. Gracias, majo, por esforzarte. El Mundo, el viernes 7, reseñó el libro La caja lista, de la investigadora Concepción Cascajosa, que va dedicado al análisis de series televisivas de éxito. Nos interesa porque entre ellas está Smalville, aunque supongo que la autora no se cernirá en los aspectos coincidentes de estos episodios de la vida de Supermán con sus aventuras en viñetas sino en las coincidencias en las estructuras narrativas, temas, dramas y ritmos con otros productos televisivos. De hecho, para la Navidad se están recomendando poquísimos tebeos. En la semana anterior Inés Sastre recomendó algunos, pero en ésta, El País Semanal sólo recomendó un (¡1!) tebeo del total de recomendaciones que incluía su grueso suplemento sobre regalos para las fiestas que se aproximan. De entre miles de regalos sólo uno era de viñetas: Persépolis. Y éste porque hay película que si no…

Cerrando la semana leímos el anuncio de la clausura de la exposición Sobras maestras de Brieva en Sevilla [el recorte es la imagen de cabecera del presente escrito]. La nota de prensa fue buena, Brieva sale guapo, a Cerrejón le ponen bien el nombre, y se reconoce la calidad de una muestra de obras importante por su calidad expositiva y de montaje, que todo hay que decirlo. E importente, y esto l oañado yo, porque se trata de una de las primeras en las que se da relevancia y se aúpa a un autor local, en lo cual este año Veleta ha tenido uno de sus mayores aciertos. Enhorabuena pues a autores y comisarios. Aplauso y que se repita.

Cerramos esta sección con dos anotaciones. La primera procede del obituario de Sebastià Sorribas, publicado en El Mundo el domingo 9. En la noticia se reconoce a este escritor como uno de los “motores de la recuperación del gusto por leer en catalán entre un público joven” junto con “Joaquín Carbó y la revista infantil Cavall Fort”. Ahí queda eso, un tebeo entre los tres vectores más importantes de la recuperación del gusto por la lectura en lengua materna. Escribió la reseña Rafael Vallbona. La segunda anotación y última es la que hacemos del texto autopromocional que El Mundo publicó el mismo día para anunciar la salida de una colección de cuentos adaptadores de producciones de Walt Disney. Escribió un artículo sobre el congelado cineasta el ínclito Javier Coma. Coma, que es culto, aprovechó para recordar a los lectores que Mickey también evolucionó en historietas y cito: «los cartoons cinematográficos obtendrían en seguida espacios paralelos en un distinto medio: los cómics publicados cotidianamente y de modo simultáneo por centenares de periódicos. Precisamente la enorme resonancia de ambos astros en las tiras gráficas de la prensa diaria, comprada por adultos con respetable grado de cultura, brinda una de las pruebas de que la producción disneyana no tuvo al público infantil como único y mero destinatario».

Ajá. Oye, Coma, ¿y no podría ser que las tiras cómicas que publicaban los diarios las leyeran los críos de la casa? Es que esto de validar algo como ‘cultura’ sólo porque se incluía en el paquete de contenidos de un producto ‘adulto’ podría llegar a significar otra cosa.

No hay problema: como la semana que viene todos los padres que compran El Mundo podrán acceder al cuento de Disney que regalan, pues seguro que todos nuestros mayores abordarán con voracidad la lectura de cuentos infantiles y no dejarán de adquirirlos hasta que se les considere del ámbito netamente ‘culto-adulto’.

¡Claro!

Manuel Barrero

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