viernes, 5 de agosto de 2005

Reacción, de Pastor (Tomoshibi)


Cubierta del tebeo, de Pastor.




Reacción.


Quizás hacer esta afirmación sea pecar de ingenuo, pero en estos últimos años algo está empezando a ocurrir en la industria española del cómic. Probablemente nunca vuelva a darse la situación de la década de los sesenta del siglo pasado, con miles y miles de cuadernos vendidos semanalmente. Es posible que tarde mucho en aparecer otro Ibáñez, si es que alguna vez aparece, y marque con sus obras a varias generaciones de lectores. Pero lo cierto es que en estos momentos se está convirtiendo en algo normal ver entre las novedades mensuales que presentan las editoriales cómics (actuales, no reediciones) de autores españoles. Algunos de ellos han llegado a tener una presencia continuada en nuestro mercado; Luís Durán, Víctor Santos o Santiago Valenzuela, por poner sólo unos ejemplos. Otros, quizá viéndose beneficiados por esta situación, empiezan a tener la oportunidad de hacer que sus obras lleguen a un público que, a partir de ese momento, será quien decida.

Es el caso de Jordi Pastor, cuyo primer trabajo (Padre) reseñábamos en estas mismas páginas hace un año. En esta ocasión Pastor nos presenta Reacción, una nueva historia sin relación con la anterior.

Reacción es quizá una hija de su tiempo, el resultado del periodo histórico que estamos viviendo. Como se expone en el prólogo, muy acertado aunque excesivamente revelador (algo común a la inmensa mayoría de los prólogos actuales, que conviene leer después de la obra en sí) las ideas que subyacen en el relato son de una cercanía y una actualidad tal que resultan inquietantes en cuanto uno se para a reflexionar sobre lo que acaba de leer.

El protagonista del cómic es Marcos, un hombre corriente cuya vida transcurre entre las mismas alegrías y miserias que las de los demás hasta que un día se encuentra en medio de un sangriento tiroteo en un bar. Herido en un hospital, no es consciente de que su vida ha cambiado para siempre hasta que se reencuentra con Sofía, que también fue alcanzada por las balas mientras cantaba sobre el escenario del bar, y ambos vuelven a ver al desconocido que provocó la matanza. A partir de ese momento Marcos y Sofía se verán envueltos en un mundo completamente ajeno a ellos hasta entonces, en el que los blancos y negros no existen y en el que cada respuesta genera nuevas preguntas y uno no puede quedarse al margen de lo que sucede a su alrededor; tiene que reaccionar.

Es mejor no contar más de la historia en esta reseña. La trama va siendo revelada lentamente, los personajes aparecen poco a poco y el lector está continuamente recibiendo nueva información que muchas veces le obliga a replantearse lo que ha leído hasta el momento. Los personajes, incluso los aparentemente más desagradables y rechazables para el lector, cuentan con el espacio necesario para explicar sus convicciones. Cada uno de ellos cree en lo que hace y justifica así sus acciones. Como se ha dicho los blancos y negros no existen, todo son tonos grises (uno de los dos colores presentes en el cómic, junto con el más cálido sepia). Al final, cada lector deberá sacar sus propias conclusiones y dar a cada personaje la parte de razón que crea conveniente basándose en sus convicciones. Es este un cómic cuya forma definitiva no queda completa hasta que el lector la moldea aportándole su propia visión.

Lo mejor que puede decirse del guión es que cada escena importa, no contiene nada superfluo y está más que correctamente narrada. Escenas como la inicial en el bar muestran además una planificación muy cuidada, con un claro dominio del ritmo de la narración que vuelve a hacerse patente en la escena que cierra el cómic, convirtiéndose ambas también en las más cinematográficas del conjunto. Habiendo poco que reprochar a lo que contiene el cómic, sí es cierto que la historia se habría beneficiado de un mayor número de páginas. Las motivaciones de los protagonistas quedarían más reforzadas si tuviéramos la oportunidad de conocerlos mejor, viendo por ejemplo de qué ambiente viene cada uno de ellos o explicando más detenidamente sus posturas respecto a los temas fundamentales (el destino, la pasividad de la sociedad, la violencia…) alrededor de los cuales gira Reacción.

El dibujo de Pastor se nos muestra simple y amable en contraste con los duros temas de fondo de la historia y cuenta además con dos poderosos aliados. Por un lado el color, que subraya ambientes y sensaciones (véase como ejemplo la viñeta final) gracias a un uso apropiado y que evita la tentación de añadir efectos informáticos innecesarios que sólo habrían servido para molestar en la narración. Por otro lado la excelente labor de impresión, en un papel mate de gran calidad en el que no puede encontrarse una sola viñeta mal reproducida. Sobresaliente en este aspecto para la labor de la joven editorial Tomoshibi. La edición se completa con un par de ilustraciones (¿portadas alternativas?) al final del cómic.

Reacción nos muestra a un Jordi Pastor que está empezando a encontrar su voz como narrador y su estilo como dibujante. Aún le quedan cumbres más altas por alcanzar pero, a juzgar por los avances conseguidos en un solo año, las cosas van por buen camino.

REACCIÓN. De Jordi Pastor. Tomoshibi
Libro de cómics en rústica, de 64 páginas, bitono, 9 euros


Reseña de David Caro. Caro recibió servicio de prensa del autor.