Decía Hugo Pratt que uno de los cometidos del cómic podría ser el de crear los grandes mitos contemporáneos. Pero también, fuera ya de la afirmación de Pratt, podemos decir que otro de los cometidos del cómic es precisamente el de desmitificar. Uno de los mitos fabricados ―por medio de cómics y otras narrativas― que conforman cierto imaginario político y social es el de un Mayo del 68 ideado como un momento edénico de la historia. Al menos, esta es la imagen que Argelio García se propone rebatir mediante un exhaustivo repaso a los acontecimientos principales de aquel mayo francés (aquella irrupción revolucionaria) a propósito del análisis de un número de cómics cuya acción transcurre en esos días y transmiten otra sensación de realidad.
Como por casualidad, resulta que Mayo del 68 se produjo en el periodo que es objeto de nuestro monográfico actual, acerca de la llegada del cómic franco-belga a finales de los pasados años sesenta y comienzo de los setenta. Es esta una circunstancia que establece una extraña sintonía, en absoluto atmosférica, pero sí ideal o a manera de contrapunto histórico, entre este número y el artículo que presentamos a continuación.
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