sábado, 8 de abril de 2006

Dragonseed, de McClung y Guerrero


Por fin hemos podido hincarle el diente al deseado regreso de Mateo Guerrero a la arena de la historieta (estuvo retirado un tiempo tras su aventura americana en Dreamwave), nada menos que con un título publicado con Humanoides, uno de los sellos franceses más anhelados por los autores españoles.

Dragonseed era la apuesta del sello editorial, interesado por contar con sangre nueva en el negocio, dibujantes jóvenes, capaces de atraer también a un público joven (atento a los estilemas del filomanga) y explotando el género de la fantasía heroica, algo en lo que han insistido los franceses en estos últimos años. El resultado es este libro, al que seguirá otro, repleto de color, dragones, héroes y villanos de variado pelaje, ciudades destellantes y amenazadoras ruinas... la composición habitual de los mundos de la high fantasy, que aquí ven peligrar su existencia si las fuerzas del orden no cuentan con una lágrima de dragón para restablecer el equilibrio que compromete el caos. Adam, un joven muchacho 'media sangre' (su padre es un dragón) se verá implicado en la trama y deberá luchar por su dignidad y por su vida en compañía de ardorosos guerreros.

Estamos ante un producto de difícilmente puede resultar poco atractivo, con un argumento base que satisface cualquier paladar al aportar acción, imaginación y entretenimiento. Pero esta primera entrega muestra también algunos defectos, los cuales hay que atribuirlos a la calidad de novatos de algunos de sus autores y a las dichosas prisas.

Por curioso que parezca, debido a su juventud, Mateo Guerrero es el autor más experimentado de los cuatro que han colaborado en el libro. Aure Jiménez y J.M. Reyes han trabajado menos que él y para menos mercados. Y del guionista sólo conocíamos algunos trabajos en 2003 y 2004 en los Métal Hurlant núms. 139 y 145. De hecho, la historia no pasa de ser aceptable y no atrapa al lector lo suficiente. El trabajo de McClung se adapta a los gustos del género y embute los suficientes fragmentos dialogados para conseguir una historia densa en la que se pone en juego el orden mundial en función de un pacto para el que se necesita una lágrima de dragón. La idea no es original pero está bien. El mundo creado, híbrido de elfos, mediasangres, enanos, orcos y demás, es demasiado Tolkien pero resulta creíble. Los golpes de efecto del guión están medidos en tiempo de lectura y se ajustan al volumen del libro. El mayor defecto del guión se encuentra en la necesidad del guionista por acercarse a los personajes. De ahí la abundancia del plano corto, salvo en la primera parte, al estar casi toda la obra planeada para espacios cerrados. Y eso acaba por asfixiar la acción.
El color es cómplice de esa asfixia. El colorista no se ha esforzado por buscar un tono general para cada página en función de lo que se narra y abusa de las tonalidades cálidas (sus rojos son excesivamente intensos) y son escasos los colores fríos, con especial atención a los azules. Finalmente, usa muy poco la paleta de los amarillos, y eso contribuye a oscurecer el conjunto. Otro aspecto a mejorar es la gradación de las capas de color, que en los cómics yanquis dan el pego pero que aquí contribuyen a que a veces los personajes (como Polly en la pág. 36) parezcan recubiertos con una película plástica.

El caso de Aure es distinto. Su entintado es valioso, tiene un nivel profesional, si bien no aporta demasiado de sí mismo, ciñéndose a seguir el lápiz de Guerrero; amén de que debería contribuir al lápiz con más negros, para generar profundidad de campo. El problema del entintado en este libro viene hacia la mitad del mismo, donde se observa que el proceso se acelera y baja su calidad debido a la inminencia de las fechas de entrega. Aure tiene un arranque magnífico en el comienzo del libro, una entintación delicada y dedicada, bien trabajada, buscando poco las masas de negro pero al menos dibujando más líneas allí donde hacen falta. A partir de la página 25 su entintación pierde fuelle. Los detalles de los fondos se volatilizan. Rostros y paredes pierden compostura y los reflejos y las sombras se envilecen al faltar detalle.

Gran parte de la calidad de Dragonseed descansa, pues, en el trabajo de Mateo Guerrero, enfant terrible algecireño que aquí ha logrado hacer comulgar los estilemas manga que le vieron nacer como autor con lo mejor de la aportación a los EE UU de los autores españoles del Campo de Gibraltar (Pacheco, Merino). Mateo convierte un guión claramente oscuro, tenebroso y pletórico de sangre, en una obra digerible para un público juvenil. Lo ha conseguido con su mayor baza: la narrativa. Este dibujante construye bien las secuencias y escoge los enfoques y los ángulos adecuados, alternándolos de manera que todo fluye dinámicamente. El reproche llega cuando buscamos un respiro, planos generales, algo de oxígeno. Escasean. Guerrero acusa el 'horror vacui' de los autores que desean contar más de lo debido. De otro lado, Mateo cojea de lo mismo que Aure: no se atreve con las sombras. A sus viñetas les falta luz precisamente porque no dispone masas de negro.

Así, Dragonseed arranca maravillosamente y mantiene un nivel alto en las primeras páginas. El resto es aceptable salvo hacia el final, cuando lápiz, tinta y color flaquean ante las prisas. En esencia, es un buen libro de fantasía heroica, algo lento de lectura pero suficientemente original y dinámico. Sin duda alguna el segundo libro será mucho mejor.

De hecho ya hemos visto algunas páginas y, uauh, ES mucho mejor.

Dragonseed - De cendres et de sang, de Kurt Mc Clung (guión), Mateo Guerrero (dibujo), Aure Jimenez (entintado) y J.M. Reyes (color)
Les Humanoïdes Associés, 2006. Libro de historietas, en cartoné, 32 x 24 cm - 56 pags. - color. 12.90 Euros. ISBN : 2 7316 1737 3

Reseña de Manuel Barrero


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