miércoles, 9 de noviembre de 2005

Skin Deep, de Burns (La Cúpula)


Horror bajo la piel de la sociedad.

Este año 2005 se está caracterizando por la publicación, en nuestro idioma, de un nutrido número de obras de calidad excelsa, algunas de ellas obras maestras de la historieta. Es algo que no deja de sorprender, habida cuenta de lo ensangrentada que se halla nuestra arena editorial, pero parece dejar a las claras que esta es la orientación final en el naciente sigo del medio historieta: medio para minorías leales. Varias de estas obras magníficas de la historieta a las que nos referimos son compilaciones o recopilaciones, que nos llegan con forma de libro para deleite de paladares que lo disfrutaron en formatos más deleznables pero no menos deseables. Así, tras los clásicos redistribuidos por Planeta-DeAgostini, o el Peanuts, recibimos con alborozo obras como Little Nemo (Sinsentido), Totentanz (Astiberri) o Palomar (La Cúpula), por no mencionar obras más recientes pero no menos loables, como las de Jason Lutes, Edmon Baudoin o Ángel De la Calle.

Uno de estos rescates, en su tercera edición en nuestro idioma ya, ha sido la obra Burn Again, de Charles Burns, que ha sido editada 'oculta' en el volumen titulado Skin Deep, que reúne dos historietas del autor relacionadas por el personaje común Dog Boy, más una tercera sobre un peculiar matrimonio. La obra se ha publicado en España hace unas semanas y también hace pocas semanas ha sido presentada en los Estados Unidos otra compilación de una de las series más impactantes de Burns: Black Hole. En esta última, como todos recordamos, el autor se centra en lo grotesco juvenil (la edición, de Pantheon, recoge los doce ejemplares de la obra, que se fue ofreciendo por entregas entre 1995 y 2004; 368 páginas en blanco y negro).

Dog Boy, el chico perro, representa una de las catarsis de Burns: el individuo aparentemente normal que, sin embargo, vive un infierno de obsesiones y angustia debido a que es un ser extraño entre sus semejantes, un tipo raro, un freak. Esta constante visita al mito de Calibán que sustenta la obra de Burns ha sido uno de los referentes de la historieta de horror con moraleja suministrada en los tebeos de horror durante casi todo el siglo XX y en casi todo el mundo. Lo que diferencia los primeros ejemplos de los más recientes es que, entonces, el monstruo acababa muerto o condenado en un acto de justicia poética y, hoy, el monstruo se ha integrado entre los héroes y obtiene su dosis de triunfo. Con Burns, el monstruo se halla oculto entre nosotros sufre la angustia de su diferencia hasta que asume su condición y se eleva triunfante sobre quienes le rechazan.

Dog Boy es el personaje prototípico de Burns, el tipo rarito que no se integra hasta que no halla a otra persona tan bizarra como él, o más. Pero él no es el personaje relevante en Skin Deep. De hecho, en la obra a la que nos queremos ceñir aquí, Burn Again, Dog Boy actúa como 'personaje telonero' que se muestra apenas en una página para luego ceder el protagonismo a Blister, un predicador con delirios de grandeza.

Los fundamentos de la obra de Burns se hallan todos contenidos en Burn Again: la angustia infantil por complacer al padre, la inquietud del adolescente por ser aceptado, el deseo del hombre de integrarse en la normalidad social, el elemento femenino como catalizador de la obsesión y el delirio final de sus protagonistas, que ya no se sabe (ni saben) si viven en una realidad mutada o en un mundo de fantasía excesivamente cercano al nuestro.

En esta cercanía, en los puntos en común con nuestro mundo, es donde se halla el valor satírico de la obra de Burns, que es precisamente el que dota de maestría a este trabajo. Y es que Burn Again constituye una certera reflexión sobre los cánceres que carcomen una sociedad tan obsesionada por el triunfo como lo es la norteamericana. El eje temático del telepredicador no es más que una excusa para indagar, de un modo casi quirúrgico, en la metástasis de la ansiedad por los referentes sólidos y por un atisbo de salvación en una sociedad carcomida por las lacras ocasionadas por la desigualdad.

El final, apocalíptico como se esperaba, deja ver en efecto que la raíz del mal está (estaba) en nosotros, en los que pretendían la salvación.

Lectura obligada ésta, la de Burn Again y la de todo Skin Deep, narrada con el pulso de los maestros, con un blanco y negro que unta el subsconciente y una textura tan inquietante que ni Lynch ni Cronnenberg podrían reproducir con tanto esmero en la gran pantalla.

El libro Skin Deep se completa con la historieta "Marriage in Hell", en la que el protagonista es un hombre aparentemente recto de los EE UU de los cincuenta cuya esposa acaba descubriendo que oculta una doble vida a consecuencia de sus extrañas y desviadas apetencias. Este cómic, otra magnífica recreación del modelo de historieta clásica de horror que perpetuó el sello EC, también cabe encumbrarla en lo más alto de la producción historietística de este autor. Y deja ver un aspecto relevante de su obra: los personajes femeninos son, en realidad, el nexo común de todas sus viñetas. Esas mujeres de pelo escarolado, a veces ingenuas, a veces diabólicamente calculadoras, son el verdadero vector del horror hipnótico que provee la obra de Burns. Esa 'eerie nature' que se halla inserta en lo más profundo de la piel.

SKIN DEEP. De Charles Burns (con las historietas "Dog Days", "Burn Again" y "A Marriage Made in Hell"

La Cupula: Novela Gráfica, s/n, Barcelona, 2005.

Libro de historietas, 24 X 17 cm., rústica con solapas, 92 páginas, b/n, por 7,80 euros.

Reseña de Manuel Barrero. Tebeosfera recibió servicio de prensa de La Cúpula.