domingo, 16 de octubre de 2005

Posada en el CAAC


El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo inaugura la exposición "José Guadalupe Posada. El grabador mexicano"

El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo inaugura el 20 de octubre y hasta el 12 de febrero de 2006 la primera exposición retrospectiva realizada en España sobre la obra del grabador José Guadalupe Posada (Aguascalientes 1852 - México D.F. 1913).

La muestra, "José Guadalupe Posada. El grabador mexicano", reúne más de seiscientas piezas del grabador e ilustrador en la que se exhiben por primera vez las planchas de las obras, además de piezas tales como hojas volantes, gacetas, cuadernillos, grabados, diversos juegos como barajas de cartas, entre otras, constituyendo una importante colección de la obra de Posada que se podrá ver por primera vez en nuestro país y que, en su mayoría, nunca hasta ahora habían salido de México.

La exposición, que está organizada por el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, cuenta con la colaboración de CONACULTA-INBA (Consejo Nacional de Cultura- Instituto Nacional de Bellas Artes de México). El comisario de la muestra es José Lebrero Stals, director del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo.

Con esta retrospectiva sobre Posada, se pretende dar una visión integral de la obra de este creador inquieto, prolífico, preciso y versátil, un "profesional de la imagen", que más que artista se consideraba a sí mismo como un trabajador.

Heredero de una tradición literaria y gráfica popular que se originó en la Europa de la baja Edad Media (y que se trasladó a América a través de imprentas sevillanas como el taller de los Cromberger), a la vez que profundo conocedor de la cultura mexicana de su tiempo, los grabados de Guadalupe Posada dieron voz a sectores sociales que carecían de espacios públicos para expresar sus opiniones y sentimientos.

Con motivo de la muestra, la Junta de Andalucía en coedición con Editorial RM, va a publicar un cuidadoso catálogo que reunirá la información sobre las más de seiscientas piezas que componen la muestra. Además de la biografía de Posada y la introducción del comisario José Lebrero, incluirá también artículos de especialistas sobre la obra del autor mexicano, como Montserrat Galí y Mercurio López.

La exposición se inaugurará el día 20 de octubre a las 19,30 horas con la conferencia del bibliógrafo mexicano Mercurio López, uno de los mayores expertos y coleccionistas de la obra de José Guadalupe Posada, y se presentarán proyecciones de imágenes sobre México durante los primeros años del siglo XX.

En la hoja de sala se lee lo siguiente:

"JOSÉ GUADALUPE POSADA. EL GRABADOR MEXICANO
Centro Andaluz de Arte Contemporáneo.
Del 20 de octubre hasta el 12 de febrero


Noventa años después de su fallecimiento, la figura del ilustrador y grabador mexicano José Guadalupe Posada (Aguascalientes 1852 - México D.F. 1913) sigue siendo desconocida en el Estado español, a pesar de la influencia que ejerció sobre artistas como Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco o Rufino Tamayo. La presente exposición pretende dar una visión integral de la obra de este creador inquieto, prolífico, preciso y versátil, un "profesional de la imagen" -como le describe Mercurio López-, que más que artista se consideraba a sí mismo como un trabajador.

Heredero de una tradición literaria y gráfica popular que se originó en la Europa de la baja Edad Media, y que se trasladó a América a través de imprentas sevillanas como el taller de los Cromberger, a la vez que profundo conocedor de la cultura mexicana de su tiempo, los grabados de Guadalupe Posada dieron voz a sectores sociales que carecían de espacios públicos para expresar sus opiniones y sentimientos. Fue un cronista lúcido de las tribulaciones y esperanzas del México del último tercio del siglo XIX y primeros años del siglo XX (los llamados años del “porfiriato”), un momento crucial y dramático en la historia de esta nación en el que su población protagonizó, entre perpleja y esperanzada, el tránsito físico y simbólico del mundo rural al espacio metropolitano.

Sin buscarlo ni pretenderlo, José Guadalupe Posada se convirtió en un referente ineludible para varias generaciones posteriores de artistas mexicanos. Muchos vieron en él a un ejemplo perfecto de la idiosincrasia cultural del país latinoamericano, con sus contradicciones, sus luces y sombras, sus virtudes y miserias, su explosiva mezcla de tradición y modernidad; otros invocaron su compromiso artístico, social y político con las clases más desfavorecidas, erigiéndole en el representante más emblemático de un arte mexicano puro, no contaminado por la influencia europea, y revolucionario; y no faltaron quienes, ante todo, admiraron la calidad estética de su trabajo, su maestría técnica y estilística y su capacidad para desarrollar de forma personal temas y géneros de la gráfica tradicional.

De algún modo, la diversidad de lecturas e interpretaciones que generó y que aún hoy genera la obra de Posada constituye un fenómeno estético y cultural cuyo estudio puede arrojar datos muy interesantes en el análisis de la función (social, política y estética) de las prácticas artísticas en el mundo contemporáneo. Hojas volantes, ilustraciones de periódicos y libros, cuadernillos, carteles, cancioneros, anuncios y folletos..., sus trabajos están voluntariamente despojados de aura, conectan con la vida cotidiana y reflejan los deseos y vicisitudes de sus coetáneos. Es una obra que adelanta algunos de los planteamientos desarrollados por las vanguardias rusas de las primeras décadas del siglo XX y que nos permite reflexionar sobre la noción del artista visual en la era de la reproductibilidad técnica (siguiendo la terminología de Walter Benjamin) como productor, recopilador y manipulador de imágenes, y no como un genio individual y autosuficiente que crea de la nada.

Tan grande como Goya o Callot, en palabras de Diego Rivera, Posada fue precursor de un nuevo tipo de artista que desde una perspectiva crítica reflexiona sobre la relación entre poder y ciudadano. Sus ilustraciones, escribe Rivera, expresan "el dolor, la alegría y la aspiración angustiosa del pueblo de México". Para la muestra se han seleccionado más de 650 piezas, de las cuales 54 son placas originales que nunca se habían expuesto fuera de territorio mexicano. Esta extensa selección permite abarcar todas las etapas de producción gráfica de Posada, presentando tanto grabados realizados con placas hechas por transferencia manual sobre madera o metal, como por transferencia fotomecánica o impresos bajos diferentes técnicas. A su vez, posibilita recorrer las principales temáticas que el creador mexicano desarrolló a lo largo de su carrera: desde crónica de sucesos a cartas de amor, pasando por corridos, caricaturas políticas, manuales técnicos, estampas religiosas, ilustraciones sobre tauromaquia o cuentos infantiles.

José Guadalupe Posada comenzó a trabajar como litógrafo en el taller de José Trinidad Pedroza en 1868 y poco después realizó sus primeras caricaturas políticas en el semanario El Jicote, "un periódico hablador, pero no embustero" que fue muy crítico con el gobierno de la época. En 1872 se trasladó con Trinidad Pedroza a León, Guanajuato, donde durante dieciséis años estuvo realizando todo tipo de trabajos litográficos, desde etiquetas para medicamentos, puros y cajetillas de cerillas hasta estampas religiosas, tarjetas de visitas, ilustraciones para libros conmemorativos o planos de la ciudad. Todos estos trabajos se caracterizan por un estilo marcadamente afrancesado y académico, muy lejano aún del tono incisivo que caracterizaría su gráfica posterior.

En 1888 se trasladó a México D.F. y aprendió el grabado en lámina de zinc, que fue muy importante en el desarrollo de su producción creativa. En sus primeros trabajos en la capital (dibujos e ilustraciones para publicaciones -como La Patria Ilustrada, Revista de México- destinadas a la burguesía local) siguió manteniéndose dentro de una línea académica pulcra y sofisticada. Pero pronto empezó a decantarse por un estilo mucho más popular, realizando viñetas satíricas para periódicos y semanarios dirigidos a la clase obrera: La Guacamaya, El Diablito Bromista, Don Cucufate, El Periquillo Samiento, San Lunes...

En 1890 comenzó a colaborar con Antonio Vanegas Arroyo, fundador de una editorial especializada en literatura popular para la que Posada llevó a cabo cientos de ilustraciones que daban cuenta de los temas más diversos. En esos trabajos cristaliza definitivamente su lenguaje gráfico que incorpora elementos muy novedosos a tradiciones pre-existentes como las hojas volantes, con ilustraciones de sucesos políticos, robos, asesinatos y desastres naturales (desde la muerte del Papa León XIII hasta la caída de Porfirio Díaz, pasando por parricidios, descarrilamientos o actos sacrílegos); los corridos (herederos de los romances), muchos de los cuales dieron testimonio de los prolegómenos e inicios de la Revolución mexicana (de hecho, a menudo, se han utilizado para ilustrar textos que abordan la historia de este país ); o las calaveras, un género genuinamente mexicano que ha quedado indisolublemente ligado a la obra de José Guadalupe Posada.

Hay que tener en cuenta, como señala Montserrat Galí Boadella, que el objetivo de las calaveras de Posada, al igual que el de otros artistas mexicanos que cultivaron este tipo de iconografía, no es hablar de la muerte en un sentido religioso o trascendente, sino plantear una reflexión sobre los vivos, sobre sus defectos, flaquezas y vicios. Vestidas de gala, montadas a caballo o en bicicleta o recreando a personajes históricos (Zapata, Victoriano Huerta...), literarios (el Quijote, Don Juan...) o de la alta sociedad, las calaveras de Posada reflejan la podredumbre política y social del México de la época.

En la editorial de Vanegas Arroyo, Posada también realizó numerosas estampas religiosas (que frecuentemente terminaron adornando altares domésticos) y patrióticas, así como ilustraciones de juegos de mesas (La Oca, La Lotería o Los Charros Contrabandistas...), retratos de toreros famosos (Diego Prieto, Fernando Hernández, Lino Zamora, Bernardo Gaviño...) o grabados para unos cuadernillos (pequeñas publicaciones impresas en papel económico) que recopilaban desde recetas de cocinas a cuentos infantiles, pasando por canciones populares, cartas de amor, patrones para bordar u oraciones y alabanzas.

Como trabajador independiente y especializado que se adecuaba a las pretensiones de sus editores, Guadalupe Posada nunca puso título a sus obras ni, por lo general, controló su acompañamiento tipográfico o la cantidad de impresiones que se hacían de las mismas. Además de trabajar para Vanegas Arroyo, Posada colaboró con otras editoriales. Entre ellas, la de Ireneo Paz, para la que ilustró dos libros con litografías realizadas con plumillas (la novela Sofía, de Arturo Paz, y el poemario La Campana, de Schiller); o la Casa Maucci, para la que diseñó, entre otras cosas, las portadas de unos cuadernillos denominados Biblioteca del Niño Mexicano que gozaron de gran popularidad. A su vez, llevó a cabo cientos de carteles para, al menos, una decena de imprentas distintas sobre espectáculos de teatro, toros, circo, cine, magia, gallos, deporte o baile (y en los que, con frecuencia, recurre a composiciones narrativas), así como ilustraciones para numerosos anuncios y folletos que, dado su carácter pequeño y efímero, en la mayoría de los casos han desaparecido."

Informó: CAAC