La no conformidad ha sido representada en la ficción más reciente, firmada por autoras de historieta, desde distintas perspectivas o estrategias. El cómic de Kelly Sue DeConnick y Valentine De Landro, Bitch Planet --reseñado para Cómic y feminismo por la investigadora Nerea Fernández--, por ejemplo, es un producto preciso del actual sentir de los tiempos, y una advertencia, según Rodríguez. Una bomba distópica a punto de estallar.
Autoras como Alison Bechdel han investigado, a través de sus obras, sobre qué nos constituye (y atenaza). Como bien precisa Héctor Tarancón en su reseña, en ¿Eres mi madre? Bechdel establece un "pulso obstinado con la estructura de la narración para así transmitir sus propias inseguridades; obsesiones, que la hacen tan humana como cualquiera de nosotros". Desde Unas bollos de cuidado y Fun Home, el proceso de representación/revelación ha sido, sobre todo, (auto)análisis, cuestionamiento y proyección.
El viaje de Julie Maroh como autora parte de una ópera prima, El azul es un color cálido, que ha marcado a toda una generación, así como su carrera, y prosigue hacia un cuestionamiento de las propias estructuras, tal y como cuenta Enrique Bordes, desde Ciudad y género hasta la recientemente publicada Los cuerpos sonoros: "Con el azul a sus espaldas, ahora Julie Maroh vive en un colorido cómic gris. Un color que incluso se le permite al fuego y utiliza para trazar una canción de amor a la ciudad y al cómic. Está claro que la autora cree en la potencia y la esencia natural del color, ahí están esos Cuerpos sonoros que colorea rodeados de vegetación en la cubierta del cómic. Pero son la armonía que asume debe sonar y diluirse en el inevitable fondo gris de ciudad... con la esperanza de cambiarla."
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