Gracias al bufón uno podía reírse de sí mismo
desde los tiempos de Sófocles. La ironía popular, la chanza y la burla se
colaron en todas las casas y todas las cortes, y no hubo señor feudal o rey que
no apreciase un poco de risa porque vio que de ese modo también liberaba las
tensiones de sus súbditos. La comedia del arte, los juglares, los titiriteros y
los payasos surgieron de ese lodo de risas tristes. Denunciaban la diferencia y
la injusticia de modo cómplice, ofendiendo levemente al poder a cambio de
mantener feliz a la gleba.
Hasta hoy. Hoy los bufones son los políticos,
los juglares salen en la tele y los payasos aterrorizan. Y los titiriteros van
a la cárcel. Puede parecer una exageración, pero no lo es tanto si repasamos
este análisis de los mensajes periodísticos emitidos en referencia al caso del
enjuiciamiento de dos titiriteros, acusados de enaltecimiento de terrorismo en
Madrid hace unos años. La doctora María Eugenia Gutiérrez lo expone
brillantemente en este texto, que denuncia de paso el grave desgaste del poder
de la sátira en la actualidad:
Tebeosfera. Cultura
popular y sátira más allá de las viñetas.
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