Mort Cinder heredó de Sherlock Time el gesto y de Sherlock
Holmes la seguridad grave del que casi todo lo sabe o lo intuye. Es
seductor suponer que Ezra Winston, siguiendo la lógica comparativa,
heredó de Watson (el acompañante de Holmes) la tranquilidad ingenua. O
así nos lo parecía sobre el papel amarillento de la revista Misterix, en
el que fueron desgranándose las experiencias de Mort Cinder, una serie
revolucionaria en la que un anticuario y un ignoto testigo del tiempo
nos contaban que la historia se construía con mitos y relatos referidos,
pero que la realidad estaba tejida con desesperanza y angustia.
Al
igual que los héroes de ficción y sus acompañantes iban mudándose y
reconstruyéndose a lo largo del siglo XX, la aventura se fue descifrando
con otras claves, como lo demostraron Oesterheld y Breccia en una de
las series más importantes de la historia de la historieta.
Para
certificarlo, rescatamos aquí el texto escrito por el editor Alejandro
M. Viturtia para la más ambiciosa edición española de esta obra:
Tebeosfera. El tiempo de los clásicos.
1 comentario:
Totalmente de acuerdo. Difícil exagerar la importancia de esta obra, se mire por donde se mire.
Estupenda idea siempre reivindicar el recuerdo y el reconocimiento a sus autores
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