Hay una frontera
indefinida entre historieta y cuento ilustrado. Curiosamente, mientras que esos
productos permiten a los niños caer en un sueño reparador, a los investigadores
de la cultura popular nos produce noches de insomnio. ¿Cuándo un cuento
ilustrado pasa a ser historieta? ¿Cuál es la cantidad de texto entre imágenes que marcan la diferencia entre medios? ¿Algo tan infantil puede
considerarse “tebeo”?
Todavía no hemos dado con la clave, aunque quizá se encuentre en el modo en que el autor decide iluminar el escrito con dibujos. Jan, por ejemplo, siempre se consideró un narrador antes que un dibujante, y adoptaba la misma postura cuando abordaba la realización de una historieta que cuando se proponía ilustrar un cuento. Sus cuentos ilustrados pasan perfectamente por historietas reducidas a la mínima expresión, porque sus juegos de imágenes resultan perfectamente narrativos una vez desprovistos de los textos que los flanquean.
Todavía no hemos dado con la clave, aunque quizá se encuentre en el modo en que el autor decide iluminar el escrito con dibujos. Jan, por ejemplo, siempre se consideró un narrador antes que un dibujante, y adoptaba la misma postura cuando abordaba la realización de una historieta que cuando se proponía ilustrar un cuento. Sus cuentos ilustrados pasan perfectamente por historietas reducidas a la mínima expresión, porque sus juegos de imágenes resultan perfectamente narrativos una vez desprovistos de los textos que los flanquean.
¿Pruebas? Todas estas:
Tebeosfera. Que no te cuenten cuentos.
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