miércoles, 31 de octubre de 2007

Judge Dredd

JUDGE DREDD. La Larga Marcha

Por Antonio Santos (de la serie La voz en el desierto, entrega 28)


De titubeante personaje complementario a objeto de debate político nacional. No podíamos dejar pasar 2007 sin felicitar, en su treinta aniversario, a este obstinado manifiesto de lo políticamente incorrecto, irónico, sardónico, taimadamente trasgresor, hijo repudiado del elitista e intelectual cómic europeo. El unidimensional JOE BLACK DREDD cumple treinta tacos en el cargo de implacable Juez de MEGA CITY UNO, la vasta metrópolis norteamericana, tan vapuleada como pintoresca.

La siguiente reseña no versará sobre una determinada obra en concreto. Pretende ser, más bien, somero análisis de este controvertido personaje a lo largo de su carrera.

Datos técnicos.-

El Juez Dredd: Los archivos completos 01.1. Material 2000AD de 1977. Múltiples guionistas. Múltiples dibujantes. Editado cada dos meses por EDICIONES KRAKEN en formato tomo de 130 páginas. Al mando de Ediciones Kraken: MANUEL HERAS y CÉSAR IBÁÑEZ. Traducido por CARLOS LÓPEZ ORTIZ. Coste: 11 €. ISBN: 84-935381-2-4. Recopilatorio en calidad de ABSOLUTO COMPENDIO.

De origen hispanobritánico.-

Allá por 1977 (¡fíjense ustedes si se ha calentado el globo desde entonces!), un oscuro y desconocido JOHN WAGNER, guionista de una también oscura revista de cómics inglesa: 2000AD, empeñada hasta entonces en recrear imaginarias HAZAÑAS BÉLICAS (bajo el nombre de BATTLE PICTURE WEEKLY), y quizás, ya que estamos, ¿por qué no?, westerns y otra amplia y diversa producción, coincidió con el no menos desconocido CARLOS EZQUERRA (dibujante paisano nuestro), autor de más hazañas bélicas, que LA CARRERA DE LA MUERTE DEL AÑO 2000, adaptación de un cuento de IB MELCHIOR y divertido exponente del cine de SERIE Z, producto del inefable ROGER CORMAN, con un SYLVESTER STALLONE postporno, un DAVID CARRADINE preBILL y un puñado de tías buenas-imponentes, contenía elementos aprovechables para concebir un nuevo tipo de tebeo, concentrándose sobre todo en el protagonista: FRANKENSTEIN. Añadieron a eso la agria mueca del implacable INSPECTOR HARRY CALLAGHAN (alias combativo de CLINT EASTWOOD) y así obtuvieron a este policía del futuro capaz de alegrarte el día condenándote a veinte años de CUBO DE AISLAMIENTO o bien aplicar una sentencia más adecuada al crimen cometido.

Ezquerra es responsable de uno de los detalles estéticos finales: el águila del uniforme. Al contrario de lo que suponen, no hace alusión al águila americana, sino a la ceñuda águila franquista (¡huy, se me ha escapado!) que aparecía en las monedas del Régimen (¡mecachis! ¡Otra vez!). Ironía u homenaje, usted decide…

Así armado e implementado, el bizarro hermano clónico de RICO DREDD saldrá batallando a las páginas de esa modesta publicación, aún en pañales, para chocar con la negativa del editor a publicarlo.

Calma. Esta situación durará un solo número.

Complicaciones posparto.-

Aunque el personaje ya tenía un solvente revestimiento, impregnado del poderoso clima de cine de catástrofe y ciencia ficción superpoderosa que, durante la década de los 1980, eclosionaría con toda una galería de personajes ahora legendarios y referenciales, el editor juzgó inadecuadas las primeras propuestas de guión para este Judge Dredd que complementaría las aventuras de los HÉROES DE HARLEM (una especie de ROLLERBALL menos sesudo), el nuevo DAR DARE o FLESH (un PARQUE JURÁSICO menos arrogante), que estaba publicando la incipiente 2000AD. Eran historias éstas de CF de alto voltaje, ingeniosa, impresionantes (recordemos que hablamos de 1977), cuyo légamo acabaría revolucionando indirectamente el género, de forma discreta, pausada y jamás admitida.

Porque, grosso modo, en el plano literario, la CF estaba prácticamente con encefalograma plano, comatosa. Los estándares preconizados en los años 30 y 40 estaban agotados, quemados. La tiránica influencia de ASIMOV y su camarilla había envenenado (sigue haciéndolo) el género. 2000AD y sus jóvenes autores, con energía un tanto desesperada y febril, asieron nuevos criterios y desafiaron esos mohosos convencionalismos con espíritu KAMIKAZE: Si triunfamos, ¡dabuten! Si nos la pegamos, ¡que sea gloriosamente!, parecía ser su lema.

El fruto de su decisión les permitió ofrecernos un ingenioso y largo catálogo de novedades que aún podemos seguir disfrutando, pese a los años transcurridos, con su frescura casi intacta (aunque, a veces, se deba ser un tanto condescendiente). No son tantas las historias que resisten tan bien el embate del tiempo.

Finalmente, el tercer guión propuesto (escrito por PETER HARRIS y reelaborado por el editor, PAT MILLS), obtuvo luz verde para su publicación. Apareció en el PROG Nº 2 de 2000AD, y ya contenía los elementos y clichés que constituirán el recio espinazo del pintoresco personaje.

Irónicamente, ni Wagner ni Ezquerra participarán en este alumbramiento.

Escribe Pat Mills.-

Aunque Mills estuvo todo el tiempo presente, como editor, es en el momento en que decide participar más activamente en el curso de las historias cuando Judge Dredd cobra más ímpetu, densidad, cariz, madurez, reflejado en un tono más sombrío y crítico de las tramas. (Posteriormente, MARSHAL LAW se beneficiaría de esta experiencia.) Aunque Wagner dotaba a sus historias de un grado de sátira y humor socarrón bastante bilioso, Mills, dueño de inquietudes culturales, dona a Dredd un criterio, sentimientos que con frecuencia entran en conflicto con su credo (la aplicación de la Ley visceralmente), así como inquietudes morales. Wagner había dotado a su antipático Juez de personalidad, pero Mills le daría un alma. Los guionistas continuadores tomarían buena nota de esta controvertida dualidad, este entre lo que es legal y lo que es justo, imperando su sentido del deber sobre todas las cosas, y seguirían poblándolo de esos matices que hacen único a Judge Dredd.

Dredd fue concebido como aventurero de historieta corta, de entre seis o siete páginas, pero enseguida (como vimos en la REBELIÓN DE LOS ROBOTS) se manifestó capaz de soportar una trama extensa. Así pues, las mentes pensantes de 2000AD ajustaron los argumentos largos al CONTINUARÁ del SERIAL (bendito sea), dejándote al héroe suspendido de una hebra sobre el caldero hirviente para iniciar el siguiente número con una disparatada aunque milagrosa salvación. Quizás sea Dredd el último héroe de tal género, trasladado al cómic.

Mills escribirá una de las mejores sagas del personaje, sino la más brillante: JUDGE DREDD LEGISLA EN LA TIERRA MALDITA, intenso serial donde nos describe los horrores posnucleares de la TIERRA MALDITA, el vasto páramo entre las Mega Cities. (El planeta entero sufre este proceso de concentración urbana y desierto nuclear. Lo que queda de España -¡vaya, la palabra polémica!- se concentra en MADRID CITY.) Dredd, el Juez más recio y determinado de Mega City Uno (la locura urbana de 800 millones de habitantes, orgánica, malevolente, sorprendente, multifacetada, un laberinto de pasiones, disparates y crímenes dadaístas, con un 90 por 100 de paro y donde el pluriempleo es delito) recibe el encargo de llevar, a través de la temida Tierra Maldita, un convoy cargado de vacunas hasta MEGA CITY DOS (nuestra CALIFORNIA.) Los aeropuertos están controlados por unos caníbales contagiados con el virus del TUTTI FRUTI… germen muy similar, por otras parte, al descrito en 28 DÍAS DESPUÉS. Y por cierto que eso del tutti fruti es uno de los habituales cachondeos con los cuales suele flirtear Dredd.

Uno de los grandes atractivos de Judge Dredd era la madurez de algunos de sus planteamientos, como por ejemplo inquietudes de cariz ecológico (sí, fíjense ustedes, ¡antes que AL GORE!), o la aceptación de las facultades psíquicas como elementos prácticos en la resolución de casos. Dredd ya lamenta el estado de su turbulento mundo de 2100 (un gran acierto trasladar tan lejos, en el tiempo, el decurso de las historias.) Lo hace de un modo tan escueto como certero, lo justo para no refocilarse patéticamente en la pena o la autocompasión. Dredd no es un tipo proclive a las letanías contemplativas o las lamentaciones gratuitas. Es, ante todo, literal, expeditivo, pragmático.

Turno para Wagner.-

Tras la feroz misión a través de la Tierra Maldita (sazonada con la conmovedora historia de TWEAK, el hirsuto extraterrestre), Dredd se zambulle en EL DÍA EN EL QUE MURIÓ LA LEY, saga llena de sátira, referencias a CALÍGULA (si no me equivoco, por esa misma época estrenaban en TV YO, CLAUDIO) donde Wagner se explaya con cuanto cae en su radio de acción.

Así, sin concederle tregua ni a su propio “hijo” gráfico, asistimos a la recreación del asesinato de: A) JULIO CÉSAR y: B) JFK, reservado este último para Dredd. La bala, aunque le destroza el cráneo, no lo daña tanto como para que, en pleno postoperatorio, el tirano JUEZ JEFE CAL (máxima autoridad legislativa, ejecutiva y judicial, pues Mega City vive una KRYTOCRACIA que tolera una mascarada de democracia, y los tres poderes se concentran en el Juez Jefe), le sentencie a muerte, Dredd logre huir y monte un movimiento de resistencia. Todo eso sin que ni las más mortales heridas nos permitan ver su rostro, pues cuando no lo cubre su casco, lo hacen las vendas, o cualquier otro elemento aleatorio…

El día en el que murió la ley nos deja divertidas secuencias, como la elección del JUEZ AYUDANTE PEZ, o que la delincuencia en Mega City se desplome como elemento de resistencia contra Cal.

También fue el condimento graso de la infausta adaptación cinematográfica, pero esto queda para después.

Dredd des-almado.-

Aunque a lo largo de su dilatada carrera procesal hemos asistido a toda suerte de historias (de diversa extensión), que abarcaban desde el mero ocio a la descarnada denuncia social, unas cuantas logran incrustarse en nuestro recuerdo con viva energía, e ilustran perfectamente el alma del sujeto. En especial, aquella en la cual Dredd debe expropiar el corazón a su dueño, aún vivo…

Con el tiempo, y este bagaje de pasmosas historias dimensionando el DREDDVERSO (si BUFFY tiene uno, ¡Dredd con más mérito!), consolidado y rico, poblado con algunos “amigos” (la JUEZ PSI ANDERSON, JUDGE GIANT) y muchos enemigos radicales (LOS JUECES TENEBROSOS, MEAN MACHINE…, entre otros) era inevitable que suscitase el interés de otros por el personaje. Otros proyectos fueron alejando a Mills, Wagner y T.B. GROVER del personaje, dejándoselo a manos de guionistas de desigual competencia, nombres como GARTH ENNIS, que, aunque intentaron respetar sus fundamentos básicos, inevitablemente trajeron una cierta corrupción nada beneficiosa al producto. (Ennis trasladará a su PUNISHER un tanto del carácter de Dredd, en lo concerniente a su literal implacabilidad y obstinación, y quizás ahí radique el reciente éxito del justiciero neoyorkino.)

Así llega la época de los CROSS-OVERS, iniciado con el de BATMAN, pincelado por el siempre espectacular SIMON BISLEY, para quien Dredd no era ningún desconocido. Aunque este espectacular tebeo (en lo visual) tenía el sólido respaldo de Wagner y ALAN GRANT, Dredd queda rebajado absurdamente al cliché de madero matón fascista, digno ejemplo de la América más racial y profunda. Es una máquina obtusa de administrar palizas, ciega, deliberada, delirante, todo sospechosamente destinado para dar mayor gloria a Batman, retratado como un compasivo, cabal “hombre de la justicia”, frente al represor brutal y maniqueo de Dredd, mecanismo legislativo extremo.

Los cross-overs perjudican a la Ley.-

Grant, autor de un memorable compendio de logradas y conseguidas historias de Dredd, queda atacado del virus de la decadencia (o quizás del tutti fruti) que desarrollaría con LOBO. Se encargará de redactar disparates y disparar dislates en los siguientes crossovers, hasta tocar fondo fatal y definitivo con el que cruzó al ÚLTIMO CZARNIANO psicópata con el empecinado Juez, obteniendo un obtuso juguete vanidoso, sin sentido ni interés, pese a su muy conseguido dibujo.

Dredd, de nuevo, es retratado como una insensible y obstinada máquina represiva, muy distante de aquél celoso funcionario, pobre pero honrado, que decide sacrificar sus ahorros para salvar a su patoso robot doméstico, WALTER, una tarada mezcla de R2D2 y C3PO, que aunque no zetea, como alardea un conocido caudillo, transforma las “r” en “g”.

Tolerancia Cero.-

Bajo este título, NORMA EDITORIAL recopilará en un tomo historias en las cuales lo más preocupante no es su anárquico compendio de estilos gráficos (algo que beneficia a Dredd), sino la obstinación de los guionistas y editores en reducir a un personaje con mal genio y nulo sentido del humor en un cliché del GESTAPO entronizado. Sin motivo, Dredd rompe cráneos y reparte sentencias de muerte (cuando en sus orígenes era sumamente remiso a darlas) como quien regala cupones. Aunque cualquiera puede sentir el rigor de la Ley administrada por Dredd, ahora parece que su objetivo es el de tiranizar por mero capricho. Los nuevos editores se escudan en que “son los tiempos”, en que “el personaje se presta”, pero en realidad lo único que han hecho es arrancarle toda la originalidad y la humanidad (sui generis) al personaje, transformándolo en un plano y rabioso asesino a sueldo del Estado. Ya no racionaliza sus sentencias. Él es la Ley. Su palabra basta. Y no rinde cuentas a nadie. Su oscura e intransigente sombra cubre toda BIG MEGA. Ya no es ese símbolo preventivo de respeto a la Ley, la evasiva esperanza del ciudadano ultrajado por un crimen de obtener justicia. Es un opresor, un proveedor de cadáveres a RESYK, insensato y desmesurado.

La “nueva savia” ha suplantado el ingenio de los vacilantes orígenes por un salvaje y caótico tiroteo sin sentido. Se han quedado en la superficie, como mugre. No han logrado captar la esencia.

Apartado gráfico.-

Se asegura que el enorme éxito de Dredd reposa en el talento de BRIAN BOLLAND, algo en absoluto peregrino ni discutible. Y, recíprocamente, Bolland debe su renombre al testarudo Juez de la cara avinagrada. No obstante, hay que reconocer que el plástico arte de MIKE MCMAHON ha contribuido más que notablemente al afianzamiento del personaje en el disputado mundillo del cómic.

El solemne, detallista y depurado arte de Bolland presta seriedad y empaque a Dredd, y es su imagen la que persiste en la retina. Sin embargo, con la tendencia de Dredd a merodear por lo ridículo, lo satírico, lo sardónico, el talento de McMahon se ajusta mucho más apropiadamente a sus disparatadas aventuras, que con frecuencia bordean lo caricaturesco.

El número de firmas que han prestado su talento al fortalecimiento de esta leyenda del cómic (que jamás se ha considerado “cómic europeo”, quizás por tener sus entrañas sólidamente asentadas en el negocio, el ocio, el popularismo y el serial, rehuyendo decididamente toda vacuidad argumental o estilística, elevada a la enésima potencia por un exacerbado chauvinismo), son demasiadas como para enumerarlas y correr el imperdonable riego de olvidar algunas de importancia.

Poco y mal editado.-

En España (¡se me ha escapado, palabra!), Judge Dredd ha tenido una convulsa y dificultosa edición. Durante los 80, EDICIONES ZINCO (la mítica, ahora), que se ocupaba también del débil catálogo de personajes DC COMICS, empezó a publicarlo, sin sentido cronológico alguno, en números que ahora parecen singularmente valiosos y de prestigio. Eran tebeos poderosos, que compendiaban las sagas de La Tierra Maldita y La Ley murió, así como muchas historias cortas secuencialmente desordenadas, que avanzaban o retrocedían a lo largo de la biografía de Dredd, clon de EUSTACE FARGO, el primer Juez Jefe, proyecto de ingeniería genética destinado a producir un tenaz representante de la Ley (idea que absorbería entera ROBOCOP), para meter en cintura a la desbordante delincuencia de las recientes Mega Cities.

Posteriormente, MC se ocupó de publicar más historias de esa Big Mega empapada del aire a lo MIAMI VICE en 2109. A continuación, con un vaivén espasmódico, recopilatorios en formato prestigio aparecerían a cuentagotas, algo difícil de entender, dada la cantidad de material, su calidad y la popularidad de Dredd. Con personajes menos enjundiosos o longevos se ha pesquisado hasta la última última viñeta existente.

Actualmente, Ediciones Kraken se ha impuesto el minucioso empeño de publicar en nuestro país, de modo secuenciado/recopilatorio, todo Dredd, desde la primera aventura. Loable esfuerzo al que deseamos un continuado gran éxito y que trata de imponer el respeto que un personaje como Dredd merece en las estanterías de las tiendas, saturadas por ende de tanta y tan desbordante calidad, que nos faltan manos y tiempo para deleitarnos con toda ella.

Dredd en el cine.-

De su película homónima ya se han vertido las suficientes críticas y horrores como para que nosotros sigamos barrenando el tema. Baste apuntar que:

Stallone era el actor inadecuado para representar la Ley de Big Mega. Jamás entendió de qué iba la cosa (caso sorprendente, dado que DEMOLITION MAN respira plenamente Dreddverso, hasta el extremo de ser más Judge Dredd que Judge Dredd.)

Añadir un triste comiquillo como “alivio cómico” y SIDEKICK de Dredd/Stallone fue un craso error.

MAX VON SIDOW seguía enguantado en su papel de exorcista decano.

ARMAND ASSANTÉ (Rico, el hermano perverso y corrupto de Dredd) parecía anfetaminoso en todas sus secuencias.

DIANE LANE no sabía dónde estaba, y si estaba.

El director, DANNY CANNON, confeso devoto/experto de Dredd, ahora alojado en el tedioso pellejo de los investigadores del CSI (en cualquiera de sus versiones), no supo ni imprimir ni respectar el carácter de una obra que, aseguró, veneraba. En su descargo quizás quepa alegar que era neófito en esos platós y que Stallone lo mangoneó cada vez que pudo. Los fans están de acuerdo en lo mismo: la peli “se acaba” en cuanto Stallone se quita el casco (¡máxima herejía!) Judge Dredd, para los seglares, deja verse como una desigual película de aventuras futuristas, pero poco más.

RoboCop sí captó toda la esencia del Dreddverso (véase el extra del DVD.) Desarrolló su alma y ambiente, tan completamente que podemos solazarnos visionándolo con la completa tranquilidad de estar ante una adaptación leal de Dredd. Quizás la mala uva MADE IN VERHOEVEN (un europeo denostado por su sentido práctico y dinámico, americano si se quiere, del desarrollo de la idea) tenga algo que ver en eso…

A una escala menor, y más peregrina, grotesca, podemos intuir vaga, espectral, difusamente, la huella de Dredd en CSI, residuo depositado por el propio Cannon. Su encarnación es el pasivo, hierático, glacial, inexpresivo HORATIO CAINE (o conocido también como DAVID CARUSO a la hora de comer en su casa), quien, en las primeras temporadas aún soltaba uno de los ripios tipo Dredd, antes de que el tétanos de la desidia le paralizara los músculos faciales en un rictus arrogante, el de saberse protagonista de la serie más vista del mundo...

Fundamentos de la sentencia.-

Objetivamente, Judge Dredd no es un personaje para todos los gustos, glamoroso, radiante, ataviado bizarramente con un vistoso uniforme de atractivos tonos. Su único superpoder es su empecinamiento. Es un cabezota con derecho a sentenciar a muerte, imbuido de la autoridad, que no salta rascacielos o trepa por sus paredes. No obstante, jamás deja indiferente, y le respalda una compleja urdimbre, la que teje toda su leyenda.

En estas tres décadas, Dredd ha legislado en el páramo, en la Luna, en estaciones orbitales, en UNDERCITY, topándose con un descabellado elenco de criminales y delitos. Dredd fue precursor de los aspectos más duros de la actual ley antitabaco que nos asola (fumar en Mega City es delito). Dredd, burla burlando, ha ido acercándonos el futuro. Nos previno sobre el intervencionismo y el papanatismo reinante en nuestra sociedad anticambio climático actual, así como del taimado fascismo que los “progres” nos están aplicando so pretexto de velar por nuestra salud o seguridad. Pero, al tratarse de un feo personaje de tebeo, sin capa o espectacular fuerza, de una ficción tosca (es un madero, en el fondo), no se le presta la adecuada atención.

Judge Dredd es viva sátira social, a veces oscura, otras descarnada, la más de las veces, caricatura del esperpento social. También es taimada advertencia de nuestro futuro inmediato.

Por cierto, ¿alguien ha reparado en la intensa simbiosis existente entre MAD MAX y Judge Dredd? Es muy posible que EL GUERRERO DE LA CARRETERA sea quien más se ha beneficiado de este trato, como puede apreciarse leyendo Judge Dredd legisla en la Tierra Maldita, del año 1977…


La frase.-

La típica es la de YO SOY LA LEY, que en labios de Stallone sonaba fatal.

La otra buena es: “¿Es que no lo ves? ¡Ya hay muertos! ¡Disparad!”

Lo mejor.-

Entre tanto enmascarado superpoderoso con ínfulas justicieras, Dredd es un soplo de aire fresco. Es auténtico. Es puro. Es duro. Eso y su carácter nada voluble.

Lo peor.-

La reducción al fascismo que han hecho de Dredd en los últimos tiempos.

Reseña de Antonio Santos.

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