El infierno arañado.
Thomas Ott es uno de esos autores atípicos, por la técnica que utiliza para construir sus narraciones gráficas, y ha sido por lo general etiquetado como autor 'underground' o, al menos, historietista rarito. Suizo de nacionalidad, colabora con los franceses de la alternancia, los de L'Association, apareciendo en publicaciones como Lapin, donde sus propuestas estéticas contrastan fuertemente con otros contenidos, pero no sus aportaciones narrativas. Con ellos ha publicado La bête à cinq doigts o La douane, dos trabajos de incursión en la negrura cuyo mensaje es más festivo de lo que parece a primera vista.
De Ott están claras sus influencias. Autor joven (Zurich, 1966), quiso estudiar Artes Decorativas en Suiza y, entonces, se sintió poderosamente atraído por los grabados del XIX, por las estructuras hiperrealistas y contradictorias de Edward Munch y por las composiciones macabras del gran pintor suizo H.R. Giger. Por la otra parte, la de la historieta, su seducción principal fueron los cómics franceses y los de EC, aquellos de título tan sonoro como Crime SuspenStories (al cual homenajea en algunas de las historietas contenidas en este libro). Finalmente, estuvo su viaje por Méjico, donde conoció la festividad de la muerte, la calavera sonriente y la tradición del humorismo grabado tan grato a esa parte de la vida más tensada y cercana a la muerte.
Todo ello ha conducido a este autor a un estilo que se afana por reflejar lo real mediante una técnica de rasgado de la mancha. Eso si lo queremos ver en relación con la ilustración en prensa diaria, pues Ott también parece actuar como cronista de una suerte de realidad cruda. De la primera impresión que se extrae de su trabajo, Ott parece hallarse cerca de los estilemas siempre expresionistas (en la solapa de este tebeo lo califican de 'impresionista', sic) de Alberto Breccia, María Colino o del humorista Ricardo cuando ilustra editoriales. Desde el punto de vista del contenido, se acerca más a las pesadillas en viñetas de Charles Burns, otro afanoso maestro de la negrura que creció amando los tebeos de EC Comics.
Pero, al contrario de la desasosegante sensación que deja Burns tras su lectura, Ott aporta una dosis de humor con cada uno de sus relatos. Ott es un autor de humor negro, claramente, por más que sus historietas mudas parezcan reflejar un estado pesadillesco y totalitario dominado por los poderes fácticos, el crimen, la maldad o los elementos sectarios. El eje de casi todos sus relatos en viñetas es el viejo lema de 'el cazador cazado', con lo que teje una constante urdimbre de ironías sin moralina. Propone distintas opciones de la desgracia humana pero no aporta soluciones. Se ríe.
Comenzaba esta reseña refiriéndome a este tebeo como compilación de 'narraciones gráficas'. Eludía voluntariamente hablar de 'cómic'. El teórico argentino Guillermo Grillo usaba a Ott para trazar un puente entre la discusión de dos pesos del cómic americano, Will Eisner y Frank Miller, sobre si la historieta es antes cine que literatura o viceversa. Eisner se inclinaba por entenderla como una forma literaria y Miller aducía que se trata de un conjunto de fotogramas cinematográficos fijos.
Ambos se equivocan y se demuestra con este tebeo, este libro de historietas, en el que Ott compagina historietas mudas con ilustraciones singulares y con algún muestrario de imágenes relacionadas (esto es "10 Ways to Kill your Husband"). El mismo Ott ha declarado que uno de los autores que influyeron sobre él fueron Loustal, el francés de viñetas quietas con textos descriptivos al pie. Al igual que hacía Loustal, esta aparente delimitación entre lo gráfico y lo narrativo no convierte a este medio en un género literario. La imbricación de imágenes y textos en la historieta va más allá de la mera dicotomía de órdenes sígnicos, en realidad los mensajes de este medio funcionan porque se crea una sinergia precisamente entre esos órdenes. Por eso tampoco es cine 'detenido', dado que existe una dinámica narrativa en cada historieta que construye el lector / espectador y que no debe aferrarse a la idea de que las imágenes de una historieta se hallen fijas sobre el papel. Es capcioso decirlo: también los fotogramos de un celuloide son fijos. Son los espectadores de cine los que recrean el movimiento.
Ott lo sabe, y sabiamente construye sus obras de narrativa gráfica o historieta. Es evidente que hay un deseo narrativo en la composición y secuencia de esas series de cuadros en áspero blanco y negro. Ott combina sabiamente planos y encuadres hasta conseguir una armonía axial de la página que formula una narración muy ágil. Tanto que un tebeo suyo puede leerse en pocos minutos. Usa el plano subjetivo con asiduidad para involucrar al lector y retuerce las posibilidades formales del lenguaje del cómic para lograr elipsis y metáforas muy funcionales. Por ejemplo: la viñeta del espejo depositado en la mesilla como antesala de la sala quirúrgica. Por ejemplo: el sueño del soldado en Vietnam, plagado de borrones de realidad a la Breccia. Además, y por más que se obstina su grafismo en indicar que este hombre hace historieta subterránea de horror, sus historias se hilvanan agradablemente para trufar de ironía el cinismo de sus personajes hasta el punto de que se nos hace simpática cada resolución de cada trama. El resultado último es la media sonrisa y el pensar: 'mira tú por dónde nos sale éste'.
Las historietas de Ott aquí recuperadas (La Cúpula ya las había editado en la colección Brut) parecen querer reunirnos con la historieta prístina, la de finales del XIX, para hacernos pensar sobre la naturaleza del medio y sobre las cualidades formales de un lenguaje aún sin describir en sus aspectos nucleares. Al tiempo, Ott logra establecer un vínculo singular con el lector, o el lectoespectador, para que disfrute de una ficción tallada a golpe de lanceta sobre una realidad oscura. El mundo de Ott no está más allá de las pesadillas, es el nuestro, y sus protagonistas / marioneta, sacrificados en función de un caprichoso destino, podríamos ser tú o yo.
Actualmente, Ott sigue cantando con su grupo, The Playboys, y realizando ilustración editorial, animación (de 2001 data su corto Sjeki vatcsh!), sátira política y algún que otro tebeo.
Sí, hace historietas.
Sí, hace historietas.
Hellville, de Thomas Ott
La Cúpula: El Víbora Cómix
Libro de historietas, 108 págs. B/N, 12 euros
Texto editorial:
" Tensión, desasosiego, sobrecogimiento; estas son algunas de las sensaciones que Hellville despierta inmediatamente en el lector, o dado que se trata de historietas mudas, más apropiado sería acaso decir en el observador. No es extraño si tenemos en cuenta que los sentimientos que predominan en sus personajes son igualmente oscuros. Hellville está llena de secuencias de violencia, fantasías de corte surrealista, fenómenos dotados de un aire casi religioso. Desarrollos con una lógica interna inapelable que frecuentemente conducen a la ironía, nunca a la moraleja. Una ironía de la que se destilan ideas tan negras como cada una de las páginas del genial autor suizo."
" Tensión, desasosiego, sobrecogimiento; estas son algunas de las sensaciones que Hellville despierta inmediatamente en el lector, o dado que se trata de historietas mudas, más apropiado sería acaso decir en el observador. No es extraño si tenemos en cuenta que los sentimientos que predominan en sus personajes son igualmente oscuros. Hellville está llena de secuencias de violencia, fantasías de corte surrealista, fenómenos dotados de un aire casi religioso. Desarrollos con una lógica interna inapelable que frecuentemente conducen a la ironía, nunca a la moraleja. Una ironía de la que se destilan ideas tan negras como cada una de las páginas del genial autor suizo."
Vínculos.-
Discusión de Guillermo Grillo
Artículo de Matías Castro
Artículo de Luca Lorenzon
Entrevista en L'Oeil Electrique
Discusión de Guillermo Grillo
Artículo de Matías Castro
Artículo de Luca Lorenzon
Entrevista en L'Oeil Electrique
Reseña de Manuel Barrero. Tebeosfera recibió servicio de prensa de La Cúpula
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