Ilustraciones de Chesterton sobre El hombre que fue jueves y otras obras. La última es una autocaricatura.
LAS CARICATURAS DE G.K. CHESTERTON
por José Luis Castro Lombilla
Decía Chesterton que el periodismo consiste esencialmente en decir «Lord Jones ha muerto» a gente que no sabía que lord Jones estaba vivo. Genio y figura, esta frase resume bien el carácter irónico del enorme escritor británico.
Si seguimos el juego provocador de Gilbert Keith Chesterton, entenderemos rápidamente su mensaje en forma de divertido aforismo y estaremos de acuerdo, hipnotizados por el abracadabrante juego de manos de este prestidigitador de las letras, con que ese Lord Jones debía de ser un tipo aburridísimo, sin el más mínimo interés informativo y que los medios de comunicación adolecen, en demasiados casos, de una falta de rigor y de ética profesional que les desvía el foco, con vaya usted a saber qué ocultas intenciones, hacia lugares y personajes sin aliciente alguno. (Tal vez sólo sea por estupidez). Sin embargo, a pesar de la actualidad de la sentencia de Chesterton, como de toda su obra, aún pueden encontrarse medios de comunicación a los que, por fortuna, Lord Jones les importa un carajo.
En su número de abril de 2005, la revista cultural editada en Barcelona Archipiélago nos habla, en régimen semi monográfico, no de la muerte de Chesterton, que ya la conocíamos, sino de otros interesantes aspectos del creador de El Napoleón de Notting Hill como es que cultivó, y no sin buenas maneras, el dibujo de humor. La revista aporta como ilustración para los distintos artículos una valiosa muestra de sus dibujos y caricaturas pertenecientes en su mayor parte a la colección personal de Luis Ignacio Seco, autor de la primera biografía en castellano de Chesterton y otras cedidas por la Residencia de Estudiantes y Jacobo Martínez de Irujo.
Aunque ninguno de los magníficos artículos de Archipiélago trata en exclusiva esta faceta del escritor, en algunos de ellos se hace referencia. Así, el escritor mejicano y traductor de Chesterton, Alfonso Reyes, nos dice desde un artículo publicado en 1960 en México (p.9) que Chesterton es un dibujante cómico de singularísimas dotes y que ilustró libros de Monkhouse, de Clerihew y de Hilaire Belloc. Más adelante, en un divertido artículo sobre la vinculación de Chesterton con el cine (p.55), el periodista y escritor Manuel Hidalgo dice que éste manifestó por la imagen un interés previo a su fructífera dedicación a las letras; que en su juventud quiso ser pintor e hizo estudios para tal fin en una escuela de Bellas Artes y que durante toda su vida pintó y dibujó tanto cómics (!) como caricaturas, muchas de las cuales de sí mismo.
En El hombre que fue jueves, uno de los protagonistas justifica su disfraz con el que imita a otra persona con el siguiente argumento: «De haber sido dibujante, hubiera sacado su caricatura; como yo era actor, me puse a representar su caricatura». Chesterton, que sí era dibujante, además de hacer la caricatura gráfica de sus personajes (el artículo titulado “Las paradojas de Chesterton”, de Fernando Savater -p.17-, es ilustrado con unas deliciosas caricaturas de trazo seguro y cálido de los personajes de El hombre que fue jueves), caricaturiza literariamente a toda una sociedad en sus escritos, de la que se burla mediante el humor.
Quizá la caricatura más conseguida de todas haya sido la suya propia. No dibujada sino real; es decir, Chesterton, ese escritor «de una inteligencia casi inhumana e infalible», como dice en el artículo “La impagable sonrisa de Chesterton” el escritor Juan Bonilla (p.30), llevó a cabo su más perfecta autocaricatura sin lápiz, sólo con su descomunal físico. Esta arriesgada aseveración, propia de investigadores diletantes o émulos chapuceros del padre Brown, podría justificarse apelando a las bromas que el escritor no dudaba en hacer sobre su propio cuerpo. El escritor Santiago Alba Rico, acomete un jugoso artículo titulado “Chesterton y la leptopimelomaquia (o batalla de los gordos y los flacos)” (p.43), donde cuenta un chiste que hacía Chesterton sobre su gordura en el que alababa su generosa cortesía, que le había llevado a ceder su asiento en el metro a tres señoras; o esa vez que en una conferencia dijo «no soy tan gordo como parezco, es que me ven ustedes amplificado por el micrófono». Este físico, esta caricatura chestertoniana que era el mismo Chesterton (¿era él o un personaje que se escapó de una de sus historias? ¿Sería quizás el Domingo de El hombre que fue jueves?), era a su vez un buen modelo para otros caricaturistas. En la página 87, ilustrando el artículo de José Antonio Millán, “La pesadilla gozosa (en torno a El hombre que fue jueves”), vemos la portada de la revista española de los años veinte Actualidades, notas gráficas de la semana, en la que el prestigioso caricaturista Fernando Fresno dibuja a un enorme Chesterton contrastando con un pequeño y delgado Duque de Alba, que reflejaba el encuentro de ambos durante la visita del escritor inglés a la Residencia de Estudiantes de Madrid para dar una conferencia en 1926. Para Chesterton, la mejor caricatura que se le hizo fue la que realizó el dibujante cubano Conrado Massaguer. En la revista electrónica cubana La Jiribilla, en un número de 2004 dedicado a Massaguer, podemos encontrar la cita textual de Chesterton: «La caricatura de Massaguer es la mejor que se me ha hecho. Hay bondad y buen humor, combinación difícil de hallar en un humorista del lápiz». Toda una filosofía del noble arte de la caricatura de este maestro del humor que fue G.K.Chesterton.
Una caricatura de Fresno y la cubierta del número de Archipiélago, del que se habla en este artículo, flanquean dos dibujos de Chesterton
Hoy podemos encontrar, como si de un personaje de El hombre que fue jueves se tratara, una magnífica caricatura viviente de Chesterton en la piel del magnífico escritor vasco Juan Manuel de Prada, autor de la portentosa Las máscaras del héroe. Durante mucho tiempo, Chesterton ha sido considerado por parte de la izquierda como un reaccionario y, como no podía ser de otro modo, los maniqueos de derecha de la otra cara de la misma moneda de las etiquetas ideológicas, se lo han apropiado como paladín literario de su causa. Hoy, aquí en España al menos, cuando los ánimos religiosos están recalentados ante los cambios sociales progresistas, algunos católicos se han atrincherado contra la libertad y han devenido en recalcitrantes cruzados de una religión que ven, en su belicosa paranoia, amenazada. Uno de ellos es, sin duda, el joven y cada vez más corpulento (como mandan los cánones chestertonianos) De Prada. Éste, además de no descuidar la dieta hipercalórica que le proporciona un cada vez mayor parecido con Chesterton, no duda tampoco en compararse a él, en una entrevista publicada en febrero de 2005 en la web Agencia católica de noticias de España Veritas, por su catolicismo provocativo: «A Chesterton muchos de los escritores de su época sostenían que él era católico por su gusto por la paradoja, en el sentido de llevar la contraria. Y quizá mi primera aproximación hacia lo católico sí es posible nazca de un instinto de provocación de oponerme a la doctrina imperante. Pero llega un momento que no sólo sientes la necesidad de combatir los ataques que recibe la iglesia sino que no puedes ser neutral, te sientes atraído hacia ella y ahí surge la vocación».
“París no se acaba nunca”, el magnífico libro de Enrique Vila Matas, comienza hablando de un concurso anual en Florida de dobles de Ernest Hemingway. Tal vez, sin proponérselo, el conspicuo sosia de Chesterton, De Prada, haya creado una nueva moda que lleve a organizar algún día un concurso de dobles (caricaturescos como Prada y católicos, por supuesto) del gran caricaturista gráfico y literario inglés.
4 comentarios:
Voy corriendo a hacerme con la revista. Al margen de lo cual, qué repeluzno lo de Padra...
Prada, quise decir. O De Prada, supongo.
¡Vaya! Preciosa paradoja, que habría encantado al propio GKC: tras defender a Chesterton de los que lo atacaban fijándose en su aspecto más que en sus argumentos, ataca a Prada precisamente así. Ojalá hubiera muchos escritores que nos recordaran a Chesterton hoy en día; se ve que siguen haciendo falta.
Al margen de esto, muchas gracias por un interesantísimo artículo.
Me parece de buen tono no tomar argumentos ad hominem, sobre todo por aquello de salvar siempre que se pueda a la persona, aunque se rebatan sus opiniones.
Lo digo por el ataque que aquí se hace a la figura de Juan Manuel de Prada, e indirectamente el insulto hacia los paranoicos católicos y enemigos del progreso.
Si puedes, no ofendas, dice el encabezado de esta sección para hacer un comentario. Se ve que el autor del artículo no pudo salir sin insultar.
Pero que conste que el comienzo me gustó.
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