Imagen extraída de www.capitannadie.com, con la cubierta del libro.
EL CAPITÁN NADIE
RESEÑA.- Capitán Nadie es la primera novela de Carrasco, joven autor sevillano (1968), formado en Magisterio y aficionado a los cómics, la televisión y el cine de consumo. Eso se nota en el argumento de la obra: un joven de 27 años que trabaja como animador de fiestas infantiles con un traje artesanal de superhéroe, se convierte en héroe a la vista de todos por una sucesión de casualidades. Desde ahí, inicia una carrera en el mundo del espectáculo y acaba enfrentándose a un mafioso local.
Podría decirse que Capitán Nadie es el resultado de las aficiones del autor antes que el resultado de su pasión por escribir. Existe, como es natural, una nueva generación de escritores de entre 20 y 30 años que han madurado su literatura entre referentes extraídos de la cultura popular de masas. En España, además, con el aliciente de que han crecido en un período de bonanza democrática durante el cual se abrieron las fronteras a las industrias del entretenimiento, sobre todo llegadas de Estados Unidos, que han arraigado profundamente en la cultura basal de los jóvenes creadores. El problema surge cuando esa cultura basal sólo se alimenta de ciertos productos…
Carrasco ha escrito una mala novela, una obra literaria en la que predomina como defecto el uso coloquial que hace del lenguaje. Lo que en un comienzo parecía un acercamiento a los modos de comunicación entre los jóvenes de hoy, pronto se declara un limitado conocimiento de la lengua. El autor fuerza los neologismos dándolos por válidos, su estilo coloquial convoca fórmulas de expresión de andar por casa como ‘casi que…’, genera adverbios imposibles (‘inauditamente’) y formula estructuras que sólo se podrían pronunciar en tertulias o corrillos: ‘un instante de resuello’, ‘el corazón le daba un respingo’. Su adjetivación resulta terrible: ‘clamores de auxilio’, ‘un choque proverbial’, ‘aparatoso aparato’, ‘atroz ruido’... Abusa demasiado de las comas dispuestas antes de la conjunción ‘y’. Y comete errores ortográficos de bulto, como ‘calló en la cuenta’. ¡Todo esto tiene lugar antes de la página 40! No puede ser mera cuestión de estilo.
Además, en su narración establece digresiones inútiles, aclaraciones insípidas y circunloquios prescindibles. No consigue introducirnos en la rutinaria vida del muchacho protagonista, carente de interés y en la que no hay atisbo de drama; el héroe es simple como personaje, totalmente plano. En su modo de conducirse y en algunas de sus expresiones evidencia que parte de la cultura del escritor proviene directamente de los cómics. Un ejemplo palmario es cuando describe a un individuo recién golpeado ‘con un enorme chichón’ (la inflamación no surge sino a posteriori, salvo en los tebeos de Mortadelo y Filemón o en los dibujos animados). El universo que genera a su alrededor, además, es el de un muchacho con una afición voraz por los tebeos y, desgraciadamente, por poco más: frecuenta una librería especializada llamada La Viñeta que es comandada por una figura paterna –que podría haber desarrollado más-, recuerda rincones de Sevilla sólo por su relación con aspectos de su afición (la Plaza de España, por haberse rodado allí Star Wars) y hace una descripción de los sentimientos del protagonista desde una perspectiva adolescente que no parece premeditada.
Por lo que respecta al hecho de que se trata de una novela ambientada en el mundo de los cómics, no hace un gran favor al medio. Primero porque se nota que abarca tan sólo parte de un género de tebeos. Así, cita a Alan Moore, a Kurt Busiek, a Dark Knight Returns, Watchmen…, pero cuando se habla de Tintín o de tebeos españoles estos quedan asociados a agentes exteriores a la afición principal que es motor del relato: una periodista que se suponía que no leía tebeos y unos turistas extranjeros. Aparte, pone en boca de algunos de los personajes principales que el 95% de los cómics son basura; que ‘siempre nos quedará Moebius’, según un nostálgico; que el ambiente alegre de la librería de cómics se ve turbado por los frikis o los raros (el librero reconoce que ‘mala pinta tienen la mayoría de mis clientes’). Una de las pocas frases que parece articularse con convicción sale de la boca de un aficionado: ‘los cómics son una fantasía insustancial además de un producto subcultural’. Otro añade que la historieta es una ‘distracción superficial’. Y el único creador de historietas que sale en la obra resulta ser un tipo que trabaja sobre la marcha: dispone de unos bocetos de un personaje heróico y para la construcción de un tebeo propone que ‘ya se le irá ocurriendo algo’.
Ah, así se hace la historieta…
Se supone que con estos mensajes pretende comulgar con la idea de que los cómics son algo apreciable, más por cuanto la obra va dirigida presuntamente a un público juvenil.
Da la sensación de que el autor de esta novela no ha leído tebeos. Que en realidad es lector de géneros. Que es un inculto de la historieta y que deja ver límites en su visión de los medios anejos, hasta el fanzinismo, como queda patente en la llamada final de la obra a visitar el sitio web www.capitannadie.com. El sitio existe. Es para verlo.
El desarrollo de la novela, en fin, es simplón. Los recursos utilizados para las resoluciones sorpresivas son infantiles más que adolescentes, a veces hasta patéticos. El interés por revelar la locura de la fama casual y absurda que impregna el medio televisivo y alguna prensa no cala en el lector. Y el momento de turbación que propone el acercamiento al personaje femenino lo desaprovecha el escritor con una descripción hecha con impericia de los temores e inseguridades de la mocedad.
El autor declaraba al Diario de Sevilla: ‘Yo solía inventar mis propios personajes y un día me pregunté si podría existir un superhéroe en nuestro mundo, ¿cómo sería?’ [ver extracto en Tebeosblog].
Ya lo sabemos: aburrido.
Comenzábamos esta reseña aludiendo a la generación de jóvenes creadores que han sido influenciados por las culturas de nuestro tiempo. Sobre la cuota de dignidad que el cómic ha adquirido en nuestro universo cultural reflexionó con perspicacia Santiago García (bajo el seudónimo Trajano Bermúdez) en el artículo ‘La venganza de los superhéroes’ (Viñetas de ayer y hoy, 3, Viadero y Yexus eds., Santander, 2001). Se centraba aquel texto en los autores jóvenes que estaban produciendo obras de relevancia y entre cuyas influencias se contaban las historietas leídas en su niñez. García tomaba como ejemplo a los hermanos Wachowski, a Kevin Smith, a Shyamalan, a Joss Whedon y, por supuesto, a Michael Chabon, novelista de éxito que logró el Pulitzer en 2001 con la novela que trata de dibujantes de cómics The Amazing Adventures of Kavalier & Clay.
Claro que estos son autores americanos, no españoles (de los de aquí citaba a Álex de la Iglesia o a Daniel Múgica). Aquí la industria nunca alcanzó gran estatura. Aquí el aprecio por el cómic siempre ha sido desprecio. Y hoy el fenómeno aquí es otro cantar: Con un mínimo bagaje de lecturas te publican novela en sello de cierto renombre. Con un ilustrador de estilo feo te iluminan un libro. Con un director de colección sin escrúpulos te montan una edición con cubierta estrambótica (Litchenstein usaba imágenes de cómics para sus cuadros interesado por representar que lo intrascendente podía ser también arte).
La diferencia entre Chabon y sus colegas de EE UU y los españoles Carrasco o Reig (el creador del Capitán Carpeto) es evidente. La producción estadounidense ha alcanzado las cotas de calidad o comerciales mínimas para traspasar fronteras y llegar a nosotros. Pero no sólo es eso. Ellos parten del amor por un medio que es una industria sólida y forma parte de su cultura; utilizan los cómics como cimientos para ficciones más o menos estructuradas pero no los desprestigian. En España se parte de un desconocimiento del medio, y de su desprecio en muchos casos, para edificar ficciones torpes que sólo contribuyen a arrinconar aún más la dimensión cultural de la historieta.
Ya no sólo hay filmes que son ‘un cómic’. Ya hay literatura 'de tebeo'.
CAPITÁN NADIE. De José María Carrasco Soriano. Edebé: Periscopio, 116, Barcelona, 2005. 200 pp., con ilustraciones de Ángel Sesma.
Reseña de Manuel Barrero.
16 comentarios:
He leído el libro y he leído tu post. A mí personalmente me ha gustado el libro; no diré que es una obra maestra, pero no está mal. Es fácil de leer, tiene ritmo y el lenguaje utilizado me parece adecuado teniendo en cuenta que la novela está dirigida a jóvenes desde 12 años.
Yo tengo 19 y no me ha resultado infantil ni ‘de tebeo’, como dices. Me parece muy bien que expreses tu opinión, pero cuando empiezas a criticar que el autor parece haber leído únicamente un tipo de cómic y haces referencia a los comic-books que se citan en el libro, da la impresión de que no te gusta que el autor prefiera el género ‘made in the U.S.’ al nacional; además por tu forma de expresar algunas de tus opiniones parece que fueras un friki y que te doliera que en el libro el dueño de la tienda haga referencia a sus clientes como gente rara; yo soy friki, no visto de negro y si mi vieras por la calle nunca pensarías que leo cómics, pero está claro que en las tiendas de cómics hay gente rara, de muchas clases sí, pero muy rara.
Carrasco no ha escrito una mala novela. Carrasco ha escrito una novela que a ti no te gusta.
He buscado la palabra inauditamente y, perdóname, pero sí existe. Además, ya que hablas de la comunicación de masas te diré que el lenguaje lo hacen cada día los hablantes, así que si el autor se permite la licencia de escribir adverbios que no habíamos escuchado antes, me alegro por él.
El autor habla de cómics en la novela, pero no de tebeos. El cómic viene de Estados Unidos, el tebeo es cosa nuestra. Tintín es un tebeo, y Mortadelo y Filemón también.
Lo de la página Web no lo veo mala idea, al contrario, me parece que si un chaval se lee Capitán Nadie, quizás quiera dibujarlo y exponer su dibujo en la Web. Es algo creativo e imaginativo. Y los dibujos ya expuestos no están nada mal.
Por último te diré que te contradices. No puedes insultar a Carrasco por demostrar en su libro que prefiere el género americano antes que el español o el europeo, y después tirar por los suelos los tebeos españoles y en general el mercado de los productos nacionales: “Aquí la industria nunca alcanzó gran estatura. Aquí el aprecio por el cómic siempre ha sido desprecio.” (Manuel Barrero)
Creo que no me leíste bien, usuario anónimo.
-No digo que la obra sea 'de tebeo': manifiesto el temor de que a partir de ella se pueda decir eso.
-En todos los sitios hay gente rara.
-Cómic y tebeo es lo mismo.`Como es lo mismo parking y aparcamiento.
-No digo que lo de la página web sea mala idea. Digo que es para verla.
-No insulto al autor.
-No tiro por los suelos los tebeos españoles, pero la industria aquí siempre fue flaca y escaso el aprecio general por los tebeos.
-Precisamente por considerar que esta novela incidía en estos factores y que podía transmitir una imagen deformada del aprecio por el medio quise reseñarla. No por otra razón.
-Confío en que Carrasco lo haga mejor en su segunda obra.
-¿Por qué el anonimato?
En primer lugar, decirle que me resulta curioso el ataque tan furibundo, casi me atrevería a decir que cargado de odio, contra el autor.Todo su artículo parece destinado a humillar a una persona que, imagino, desconoce, más que a opinar sobre su obra.
Lo que me preocupa es el tratamiento que da a todo aquello que relaciona con la juventud. Espero que ese desdén, como mal menor, venga propiciado por el desconocimiento. Un desconocimiento que demuestra a lo largo y ancho del texto.
Para empezar se queja de las expresiones utilizadas en la novela. Esto me lleva a preguntarme qué tipo de lenguaje cree que es el apropiado para comunicarse con los adolescentes españoles de principios del siglo XXI. Jóvenes que por desgracia huyen de cualquier cosa con letras, no porque realmente les ahuyente la lectura, si no porque en la mayoría de los casos para entender lo que leen precisan de otro libro en sus manos,un diccionario. Por tanto, ¿qué mejor lenguaje que el que utilizan esos jóvenes para dirigirse a ellos? El problema no está en el escritor, si no en aquellos que han permitido que los adolescentes de hoy en día no sepan apreciar lo que se esconde tras la portada de un libro, aunque tenga una ilustración de Litchestein.
También parece desconocer la vida de cualquier persona normal. Una persona normal como puede ser el protagonista de la historia. Normal y rutinaria hasta que se producen los acontecimientos narrados en la novela.
Igual tampoco sabe que no todas las personas conocen el medio del cómic. Y dentro del grupo de aficionados al género, no es habitual que todos lean cualquier obra que se publique. Tengo entendido que eso sucede en todas las aficiones. Entre otras cosas, leo tebeos. Y le puedo asegurar que no conozco un solo aficionado que, en tertulias de amiguetes, no haya proclamado que todo aquello que no lee, aunque no lo conozca, es basura. Si sólo se trata de bromear entre amigos. Después de todo aunque los interlocutores no se conozcan mucho, saben que están en el mismo barco.
Por otro lado, no entiendo su empeño en exigir que el autor haga una reivindicación del medio del cómic, evitando hacer mención a cierto tipo de personajes que son aficionados a él. Al fin y al cabo gente rara hay en todas partes, y suelen ser los que más llaman la atención. Si no me cree, fíjese en Carod Rovira. Y aún así hay gente que le vota.
Eso sí, el hecho de que el autor ponga palabras en boca de un personaje, no tiene que implicar que esté de acuerdo con lo que escribe. Se trata simplemente de reflejar la realidad. Esa que usted demuestra con tanto fervor desconocer.
Tampoco debe de haber leído muchos cómics si no puede apreciar el dibujo de Angel Sesma. No digo que su estilo sea para todos los gustos. Pero sus personajes tienen vida y son reconocibles, y en sus ilustraciones hay movimiento. Me parece fantástico que un dibujante pueda ofrecer esas cosas con un trazo que, en apariencia es tan sencillo.
Para terminar, usted muestra su desagrado por las referencias a autores del escritor, pero cita como "jóvenes autores de calidad" a los creadores de Matrix (no voy ni a intentar escribir su nombre) y a Kevin Smith. Bien. Pues imagínese que estamos en una librería de cómics. Hablando de cómics. Usted acaba de mencionar a esos jóvenes talentos. Bueno, es su opinión. Pero ha tenido gracia.
Vaya, pues a ver si va a ser eso.
¿Me abrá pillado el lado oscuro de la fuerza?
Voy a tener que ir al 'sithólogo'...
Señor Barrero.
Después de lo "dicho" me fascina comprobar que ha escrito usted:"¿Me abrá pillado el lado oscuro de la fuerza?"
Pues tras ese "abrá" le recomiendo que reconsidere los parámetros de sus críticas. Lamento que el señor Castro Lombilla debe haberle descalificado ya como reseñante, pues comparte alguno de sus criterios.
Cuídese
Pepe Carrasco
El héroe sevillano ha vuelto de la mano de José Mª Carrasco.
Ya se ha publicado "El Regreso del Capitán Nadie"
Colección Periscopio de la editorial Edebé.
"Capitán Nadie" también está ya disponible en su tercera edición.
Sevilla sigue teniendo "super" héroe.
Ya era hora, el primero me pareció un puntazo. Me partí el ojete ;-)
Leído.
Inesperadamente, el regreso del Capitán Nadie es una segunda parte que mejora y supera la primera, que por sí sola estaba muy bien. Un lenguaje más currao, un enfoque más adulto, más acción, momentos para poner la piel de gallina por muy diferentes causas, momentos pa troncharse también, y pa llorar.Y eso sí, la misma magia indescriptible del Capitán Nadie.
Saludos.
Er Bitrubio.
visitad mi blog mortales
a mi no me ha gustado, solo empezar a leerlo no me atrajo, puede que el señor carrasco sea un buen escritor, pero desde luego, en este libro no se ha lucido, a mi personalmente ni el titulo del libro:"capitan nadie" no me gusta.lo siento pero es la realidad
Hombre, si lees como escribes, y no eres capaz de evitar una doble negación:
"a mi personalmente ni el titulo del libro:"capitan nadie" no me gusta"
Igual es que tampoco lees demasiado bien y no lo sabes apreciar.
No te lo tomes a mal.
Sebiu-King
Pues yo estoy deseando que aparezca una tercera entrega.
No me pienso meter en profundidades. Me encanta. Me parece que está muy bien escrita, y me he reído mucho. También me ha emocionado.
Me parece un homenaje a los comics y a sus aficionados (frikis o no frikis. cada cual que se ponga donde quiera)
El Capitán Nadie tiene lo que los "super" héroes del WATCHMEN:(dejando a un lado al Dr Manhattan, por supuesto) tienen actitud, traje de superhéroe y un buen representante. El tiempo hará justicia a tan entretenidísimas novelas, imprescindibles para todo aquel que revolotee por las tiendas especializadas.
Meridian Shadow
el libro este es un frikada xdxdxdxdxd
Acabo de borrar un comentario insultante hacia la obra y, por extensión, hacia el autor.
Aquí no se admiten calificativos de este tipo.
Toda obra admite crítica, pero los calificativos de ese tipo no son "crítica".
En caso de que prosigan los comentarios de este tipo, traspasaré esta reseña crítica a la web de Tebeosfera, donde no habrá lugar a comentar nada sobre ella.
Manuel Barrero
Es curiosísimo encontrarme un hilo tan largo y antiguo sobre un libro que acabo de leer.
A mi me ha gustado tanto que ya me he comprado la segunda parte. El primero me lo regalaron y es ya de la séptima edición y me han dicho que se está reimprimiendo (he querido regalar uno y me quedé con las ganas)
Lo que más me ha gustado es que todo parece posible a pesar de que sea un poco súper Paquito.
Bueno, y que lo recomiendo.
Me encanta el hilo de la discusión de los comentaristas jóvenes de la crítica a esta novela cómic del autor sevillano CARRASCO creado para el público juvenil. Observo que les cae muy a pelo el trama y el estilo del autor. Si así opinan una gran mayoría que ya han disfrutado de su lectura, estoy de acuerdo que CAPITAN NADIE satisface a su público audiencia para el que el autor dirige su obra porque cumple con sus expectativas. Me alegra de la crítica abierta y saludable, porque cada quien podemos tener una mirada diferente. Saludos.
A mi no me ha gustado mucho el libro. Me han obligado a leerlo en el colegio y se me ha hecho muy pesado. No me atrae este tipo de libros...
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