Buffy, 6, y detalle del 7, con los caretos teens
La voz en el desierto. La ofensiva Recerca/3. Buffy Cazavampiros: 6 – La última locura. Buffy the she-dog.
El sexto tomo de la adolescente Ardillita matavampiros (y demás horrores pilosos) se abre con una nota, con leves tintes necrológicos, de que la guerra de Irak sube los costes y la independiente de Manacor debe incrementar, por tanto, el valor de los tomos de la Terminatrix de lo oculto a 12’95 euros. Un sacrificio, fans, que debéis asumir para seguir deleitándoos de sus andanzas, asiladas en un sólido libro de 198 páginas.
Eso u os quedáis sin Buffy. Avisados estáis.
Datos técnicos.-
Buffy cazavampiros. Tomo sexto y recopilatorio. Cadencia mensual. Material DARK HORSE. Titulado genéricamente La última locura. Contiene (íntegros) los nos. 17 a 19 de la serie regular; la historia TIME TO KILL de D(ark) H(orse) P(resents) 100 y el Anual de 1999. Al guión (obedeciendo los parámetros del creador, JOSS WHEDON): ANDI WATSON; TOM FASSBENDER & JIM PASCOE; JAMIE S. RICH & CHINNA CLUGSTOM-MAJOR; DOUGLAS PRETIE, CHRISTOPHER GOLDEN & TOM SNIEGOSKY. Dibujo de: CLIFF RICHARDS; P. CRAIG RUSSELL; CHINNA CLUGSTOM-MAJOR; RYAN SOOK. Señor Absoluto de las tintas: JOE PIMENTEL. Amo total de la paleta gráfica (vulgo photoshop): GUY MAJOR. Portadas (incluyendo los fotomontajes) de JEFF MATSUDA y JON SIBAL; CLIFFT RICHARDS y P. CRAIG RUSSELL; RANDY GREEN y ANDI OWENS. Portfolio a cargo de: JEFF MATSUDA, RANDY GREEN y CHINNA CLUGSTON-MAJOR. Bonus: los bocetos de CLIFF RICHARDS. Bonus plus: BUFFIDOS, por IVÁN SARMAGO (de lo mejorcito, sino lo mejor). Traduce, diseña e inforrotula: SULACO STUDIOS. Editor: XAVIER MORELL. Publica: RECERCA. Impreso en Coria del Río (Sevilla). ISBN: 84-96402-38-2.
What is new, Buff?.-
PANTALLA EN NEGRO. EXT. NOCHE.-
Fundido a CIELO ESTRELLADO.
La cámara desciende hacia una tranquila villa de extrarradio: SUNNYVILLE. De fondo, suena la sintonía de Dimensión desconocida. Oímos una VOZ EN OFF.
V.O.
Sunnydale, un tranquilo pueblecito norteamericano. Nada lo diferencia del resto… Excepto el pequeño detalle de que está ubicado sobre la Boca del Infierno.
Afortunadamente, también es el hogar de la Elegida. En cada generación, hay una, y ella sóla luchará contra los vampiros, los demonios… Y las fuerzas de las tinieblas.
Pasamos a un PLANO CORTO de Buffy…
(Todo el cómic, prácticamente, lo es: una sucesión de primeros planos y planos detalle de Buffy.)
Más bien hay poco de nuevo. Una sensación de monotonía, rutina, tendente al hartazgo, salpica estas páginas de clichés encorsetados y enfocados a un espectro muy concreto y muy limitado de lectores: los fans del BUFFYVERSO (que los hay), aunque esto de llamarlo “Universo” es una exageración, pues de los rancios y claramente bien detallados márgenes locales de Sunnydale no sale, además de una repetitiva iteración de argumentos, apenas sin variaciones.
Un Universo es el de STAR WARS, el de STAR TREK, el de JUDGE DREDD, de muchos más. Pero ¿un BUFFYVERSO? ¡Si apenas tiene el tamaño de un sistema solar! A lo más que llega, es a nebulosa.
El material que nos ocupa (de 90 minutos de lectura; cronometrados) trata sobre el egocéntrico ombligo de SARAH MICHELLE GELLAR y su caída de párpados aclarándonos: ‘Ni yo misma me lo creo y me pagan por hacerlo. Convenzo menos que Larry Fishburne’, rodeada de su pléyade de compis impecablemente preservados contra el acné y la obesidad infantil. Jóvenes, dinámicos, participativos, se entroncan con la Sociedad responsablemente, positivamente inocuos. Cuando no alternan con Buffy, hacen anuncios de NO a las drogas (y tener pasta para comprarlas) o de preservativos.
Los argumentos de LAS SUPERNENAS tienen más coherencia y enjundia que los retroactivo/alimentarios de Ardillita. Examinémoslos: la acción se centra en Sunnydale, alias de la Boca del Infierno, o sea, punto de fuga de toda la aberración, maldad y tiniebla del Inframundo. Y allí, de aduanera, monta guardia la Eterna Adolescente Buffy. Se supone que Sunnydale es un hervidero de vampiros.
Y los vampiros se alimentan de sangre o, si no, la palman.
¿A cuánto asciende el índice demográfico de Sunnydale: a la de la República Popular China? ¿O acaso hay unos envíos clandestinos de ciudadanos, en trailers camuflados, para abastecerlos? Y dado que inevitablemente Buffy y su trouppe (que para lo que ayudan, mejor se quedan en casa recalentando la PS2) se van puliendo tanto a vampiros como a infectados, ¿cuánta gente sobrevive en Sunnydale? Y algunos de éstos resultan ser compañeros suyos del instituto. ¿Qué pasa? ¿Ninguna madre enfurecida llama ‘perra asesina de los infiernos’ a Buffy, tal vez tras el sepelio?
¿Y cuánta cantidad de engendros puede escupir esa boca? (Ya, infinitos.) Y ¿cuántos números de una serie se pueden escribir con estos elementos?
Si fuese Buffy, la trotamundos cazavampiros, algo así en plan EL EQUIPO A o MACGYVER, libertadora de poblaciones tiranizadas por el NOSFERATU o el MICHAEL LANDONG LICÁNTROPO ADOLESCENTE de turno, pues vale. Pero, ¡que sigue en Sunnydale! ¡Y no los mueven así los maten!
¡Y que te explotan los vampiros en un destello de luz verde en medio de la multitud y aquí no pasa nada! Lo más natural del mundo para los paisanos es ver blandir estacas afiladas a unos niñatos e incrustárselas en el corazón a la gente. ¿Y la poli de Sunnydale? ¿No interviene? ¿Acaso el jefe de policía es CLANCY WIGGUM?
Tal vez el titiritero maestro de todo esto, Whedon (admira saber que parte de una maravilla como TOY STORY sea suya), quiera persuadirnos de que Buffy y sus mariachis se mueven en un espacio tiempo dinámico relativo que genera campos de amnesia y por eso nadie echa en falta a los hijos vampirizados y ejecutados, campos que por ende les permiten actuar con absoluta impunidad.
Eso es lo que, en el medio, se define como licencia creativa. Son cosas absurdas que, sin embargo, deben tolerarse en nombre del ágil curso de la historia. Trolas de películas. Pero en Buffy resultan escandalosas. Para su concreto funcionamiento (so pena de crear una singularidad que los trague) han debido apoderarse de todas las licencias artísticas de de todas las colecciones del mundo entero en una década.
¿Cuándo piensan sacar a Ardillita de Sunnydale?
¿O le administran hormonas de colágeno para mantenerla eternamente en los 17? ¿Modificaron su ADN? Su juventud permanente (homenaje al tema de ALPHAVILLE) es una licencia creativa: concedida. El número de engendros que debe matar hace que su almanaque no cuadre (a menos que tenga el don de la ubicuidad o sea como el ALCAUDÓN, capaz de manipular el tiempo a capricho). Es otra licencia. ¿Se le concede? Que ande por ahí, perdida, por las noches o jornadas enteras, sin alarmar a su familia, otra licencia más. Eh, ya vale, Buffy, que hasta PETER PARKER maduró; aprobó el instituto, y aquél tenía todas las papeletas para eterno joven, eternamente enfrentado al DR. OCTOPUS, FLASH THOMPSON y los exámenes de matemáticas a la vez, en números sin fin.
Acaso su permanente juventud nos la explique este detalle: un maromo, llamado ANGEL, le regaló un anillo. Hay anillos con ciertos poderes y ciertas habilidades. ¿El de Buffy también se forjó en MORDOR?
La última locura.-
Agraciado título escogido para presentar el tomo, pues, con increíble diferencia, honra a la mejor historia contenida en él, la única que llega a compensar el resto e induce a mostrarse benevolente con Buffy. Un acierto impagable, sometido, empero, al riesgo de que algún gracioso salga con aquello de que ‘la última locura que haría sería comprar’ Buffy, pese a su marcado acento gráfico AMERIMANGA que debe atraer a un espectro relativamente más amplio de lectores, más allá de los focalizados fans y freakies, y del que el dibujante titular, Richards, ha debido darse un atracón.
(A propósito de Cliff: es un detalle. En un medio donde los dibujantes se hartan de dibujar una colección a los 4 números, su permanencia le honra, además de homogeneizar el producto. A ver si bate el récord de JACK KIRBY y sus 101 números dibujados de LOS 4 FANTÁSTICOS.)
El veterano P. Craig Russell (en un trabajo que tiene toda la pinta de alimenticio), también pasa por la serie, colaborando en la concepción de una portada (normalita) y una historieta (tirando a mala; floja, como mucho) donde Buffy nos demuestra (al loro) que puede discutir con su rollete y matar vampiros al mismo tiempo. ¡Un prodigio! ¿Y aún sigue en el instituto?
Esta historia contiene un detalle un tanto escamante (dentro de la mecánica cuántica del Buffyverso, claro): Buffy aglutina todos los tópicos del género (agua bendita, cruz, ajos, estacas de madera) para apiolarse vampiros. Aceptando, como lo está, que la cruz gamada es una cruz, ¿qué puñetas hace un vampiro con una tatuada en la frente?
La objeción de que no es una cruz/cruz no vale.
Es una cruz.
La historieta titulada: ‘Punish me with kisses’ es de una pestilencia a amoníaco y metano que explica su publicación: el editor se hallaba tan fuertemente intoxicado por sus hedores que la incluyeron mientras le administraban reanimación, evitándole poder censurarla.
El trabajo de Ryan Sook, trasuntando el estilo del gran MIKE MIGNOLA, de entrada induce a pensar que realmente se trata de él, una colaboración que podía ayudar a la serie. Pero es Ryan Sook, nada más. Esperanzas defraudadas.
Algo de lo que adolece Buffy (y probablemente, la beneficiaría) es de la falta de un supervillano carismático que de veras le dé caña y acelere el pulso del lector cuando lo vea en portada. Los 4 Fantásticos lo serían menos sin VICTOR VON DOOM, acaso el mayor acierto de MARVEL. La dinámica de estas historias (de acción), afortunada o desgraciadamente, así lo exigen: la Némesis contra la cual el héroe (Buffy) se esmere, desgarre sus tendones, tenga sus dosis de masoquismo inherente al heroísmo, sacrificio de sangre, sudor y dolor, para obtener el placer de la victoria.
La supuesta superamenaza encarnada en este tomo por la lamia SELKE (una puretona potente –ya sabéis cómo las dibujan- víctima fashion de los vestidos de marca color púrpura o Burdeos) resulta tan inconsistente como absurda su muerte, pese a la matraca argumental organizada para matar a nuestra Buffy. Los demás enemigos que pueblan estas páginas no pasan de mugidores y escupidores, con algún alarde, que Ardillita no tarda en apiolarse.
Cierta viñeta de la historieta de La última locura (título más propio de un duelo BATMAN/JOKER) me ha causado la siguiente impresión: aparte de que sale un fulano en plan cameo del JOHN CONSTANTINE de la época de ALAN MOORE en SWAMP THING, el maestro de Buffy, el tal GILLES, se queda un paso atrás mientras Ardillita se ensaña con el pseudoConstantine. Como un retrato perverso: el rostro inalterable, con gafas, las manos en los bolsillos, como dando a entender: ‘Listo vas, hijoputa, porque mi perra asesina (sádicamente adiestrada por mí) acaba de engancharte y no parará de machacarte hasta hacerte pulpa y que cagues los dientes’.
Traza una extraña analogía con el último estreno de JET LI…
Concluyendo.-
Resulta un ejercicio estéril pedirle mucho a ‘Buffy, the vampire slayer’. Joss Whedon la parió con minusvalías y taras y debemos aceptárselas, por absurdas que nos parezca, o no se ‘apreciará o gozará’. Whedon tuvo la oportunidad (como se expuso en su momento) de revisar una mitología anquilosada por saturación de clichés, pero prefirió jugar en su lado del patio, con sus pequeñeces mediocres, a arriesgarse a que le troncharan un AIRGAMBOY. Quizás acabó viendo bien pronto que se le quedó pequeño, pero el resto del jardín ya lo ocupaban otros ‘matones’, tíos como BLADE o HELLBOY (por citar algunos) y ya no podía sino arrepentirse. Como el marketing es así de implacable, cualquier día nos publican un team-up con alguno de esos personajes haciendo migas con Ardillita. Y veremos entonces. La máquina rechinará que dará miedo oírla.
Ociosamente, podemos divagar sobre una Buffy on the road o una Buffy goes New York, aunque, por su sino, parece más apta para un eterno peregrinaje por los desolados parajes y los pueblos semifantasmas norteamericanos, un nuevo AMERICAN GOTHIC con su photoshop radiante y optimista, a constreñirla entre ladrillos y macadán, matando donde el neón no alcanza.
Pero la ubicaron de gendarme, allá, en Sunnydale.
Y aunque ninguna garra, conjuro o colmillo pueda matarla, morirá asfixiada en ese agujero, con pósteres del carita de moda en su cuarto perennemente adolescente.
La viñeta.-
La mencionada de La última locura.
La frase.-
Ninguna que resaltar.
Lo mejor.-
El trabajo de Cliff Richards y Joe Pimentel.
Lo peor.-
Lo enervantes que a veces resultan sus argumentos.
Reseña de Antonio Santos. Tebeosfera recibió servicio de prensa de Recerca.
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