Cubierta y una de las viñetas interiores, de Alfonso
La sátira es para siempre.
RESEÑA.- Qué floja es la cubierta de este libro. Resulta descompensada, dice poco de los contenidos y cuesta percatarse de que la figura central representa a un inmigrante vapuleado por los poderosos hasta que no se profundiza en el interior. El título sí que es contundente: ‘Políticamente incorrecto’. El subtítulo, más: ‘Términos e imágenes de frecuente uso a principios del milenio’. Ahí es donde falla la cubierta, en la falta de términos, porque la imagen de dotado dibujante Alfonso López crece en contenido cuando se le acompaña un texto. Todo lo demás es sobresaliente. Todo este libro, Políticamente incorrecto, es una simbiosis perfecta entre texto e imagen, que da lugar a uno de los ejercicios de humorismo más sintéticos y contundentes que hayamos leído en mucho tiempo.
Alfonso López es en esencia un dibujante de historietas pero siempre ha estado ligado a la vena humorística más crítica. Ha sido uno de esos historietistas de obligada cita siempre que se repase la historia de la historieta moderna de este país: cofundador de Butifarra!, aquella prensa protestota que engrasó la Transición; cofundador de Más Madera!, aquella revista de humor inteligente que demostró que cierto tipo de humor ya estaba abocado al fracaso; fundador de Angelitos Negros, la revista que ya no fue invitada al tren de la posmodernidad… Combativo, Alfonso López nunca ha flaqueado en su posición como autor comprometido, tanto hacia el medio (ha seguido progresando en su trazo durante todos estos años –nació en 1950-) como hacia su entorno. En los periódicos, revistas y tebeos en los que ha colaborado, Avui, La Vanguardia, Oriflama, El Viejo Topo, El Papus, El Jueves, Star, Rambla…, ha mantenido esa ingenua incredulidad en un mundo mejor. Sin dudarlo, ha denunciado los abusos de poder, la conveniencia de la integración, la defensa de la inmigración, el engaño de la globalización, el terror del neoliberalismo, el absurdo de las guerras.
Como Joan Tharrats dice en el prólogo, Alfonso recupera el humor negro para promover la reflexión. En este sentido, la presente obra de Alfonso López sólo admite dos posibles comparaciones en el panorama del humorismo español: El Roto y Caín. Ambos, los cuatro (Caín es humorismo bicéfalo), han optado por acercarse al humor gráfico desde la perspectiva que otorga el alejamiento. Se sitúan más allá de los protagonistas de la actualidad para disfrazarlos con una careta que los iguala y, desde ese rasero de rasgos generalizados, practicar la sátira más demoledora: la que funciona dentro del cerebro del lector inteligente. No hallamos en sus dibujos a los protagonistas de la noticia, ni el acontecimiento del titular, ni la caricatura del individuo sino la de todos: la de los verdugos, la de las víctimas. Con ello se alcanza el grado máximo de la sátira, que es el máximo común denominador de todo humorismo.
Alfonso, además, ensaya un modelo de humorismo que ya se daba por perdido y que conservan pocos hoy (entre los escasos ejemplos, los citados antes): el humorismo escrito. Cada cierto número de páginas de Políticamente incorrecto el autor introduce varios asientos de su particular diccionario terminológico ‘para un principio de milenio’. Estas definiciones se ven reflejadas luego en las viñetas que les siguen o les anteceden, aunque no constituyen, ni lo uno ni lo otro, lecturas complementarias. El mensaje del humorismo escrito adopta un tono irónicamente sarcástico (p.ej.: «PENSAR: Actividad del cerebro que raras veces alcanza la excelencia y que habitualmente se utiliza para justificar a los instintos, esos chicos traviesos»). El mensaje del humorismo gráfico oscila entre el humor negro y una sutil mordacidad (p.ej.: un legislador o estadista murmura en una viñeta que «Hay que bajar la temporalidad a unos niveles tolerables de voto»). Ambos ejercicios, en conjunto, aportan al lector un mensaje claro de desprecio hacia un mundo organizado por los grupos equivocados, de una vida ‘políticamente correcta’ repelente para todo aquel que reflexiona con un mínimo sentido común.
Si es que hay quien reflexione en estos días…
Hace poco escribía con acierto José Vidal-Beneyto (El País, 11-VI-05) que el credo democrático actual ocupa la posición central de pensamiento único que señorea el paisaje ideológico y político de nuestra contemporaneidad. Se refería a la mitificación de las libertades, a la sacralización de los derechos humanos, a la exaltación del liberalismo humanitario y al consenso blando. Lo que por un lado «representa una opción altamente positiva, por otra lleva, como todas las convergencias de fachada, a la canalización falsificadora de los valores que proclama». Es decir, que galvanizar las conciencias a golpe de pancarta o de eslogan para justificar posicionamientos extremos no es precisamente promover a la reflexión; es lo contrario, azuzar instintos. Alfonso López sí, acude en socorro de quienes acogen con susceptibilidad las políticas (bélicas) de prevención, la gestión (parcial) del empleo, la acogida (segregacionista) del inmigrante o el avance (aniquilador) de la ciencia. Con su labor ejercita el músculo de la reflexión. Ejerce la verdadera sátira, en fin.
Y lo peor es que dibuja como nadie en este país (a la altura del gran Tha, al lado de Del Barrio, junto a Raúl), con ese trazo de pincel tan furibundo y debelador como sus mensajes escritos. «Ágil e impactante» dice de su dibujo Tharrats. Expresivo y descuartizador, podría añadirse: expresa cuanto quiere con dos líneas, desnuda todo lo que dibuja.
Un pensamiento último sobre Políticamente incorrecto, obra que desde ya debe ser considerada como uno de las fundamentales para comprender el comienzo del siglo XXI: ¿qué pasará con su difusión y reconocimiento? Porque no tenemos ‘Salones de la Sátira’, ni ‘Premios a la labor de Denuncia’, ni ‘Autores Invitados al Festival del Tebeo No de Puro Entretenimiento’. Es verdad que, por su paralela actividad en el cómic, Alfonso presentó su libro en el Saló del Còmic (el día 11 de junio de 2005, 10:30 horas), pero no acudieron al acto las masas de consumidores de historietas. La labor de autores como Alfonso, de su talla intelectual, tan elevada, queda oculta tras una pantalla de escasa difusión y reconocimiento; dejada de lado por los habituales del cómic, no lo suficientemente difundida entre los profesionales del humor gráfico, no comprendida por los periodistas que consideran que todo ha de ser texto…
Hola, paradoja: Hace falta un libro satírico para denunciar la poca difusión de los buenos libros satíricos como éste.
Políticamente incorrecto. De Alfonso López. Icaria, Barcelona. 2005
Libro de humor gráfico, 15 X 21’5 cm.,144 páginas, b/n, más cubiertas en color, por 11 euros.
Reseña de Manuel Barrero. Tebeosfera recibió servicio de prensa de Icaria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario