Es de todo punto lamentable una rutina ampliamente extendida en la sociedad del siglo XX, sobre todo en los dos primeros tercios de la centuria, en virtud de la cual cuando se terminaba de leer un tebeo su destino habitual era el cubo de la basura. ¿Rutina extendida en toda la sociedad? No. Afortunadamente, había quien los compartía, o los regalaba, o los revendía, o los coleccionaba... Gracias a esta tradición que conserva los tebeos y los preserva de su destrucción es posible disponer de un patrimonio de la historieta, fácilmente compartible hoy en día por medio de la digitalización y la difusión en la Red. Pero si no hubiese sido por el celo y pasión por los tebeos de los primeros coleccionistas, y por la continuada labor de quienes prosiguen en esta tarea, ¿qué herencia comiquera tendríamos?
Un grupo de coleccionistas amantes de los tebeos responden a la solicitud de Tebeosfera declarando su relación personal con las historietas, el origen de la misma y otras circunstancias atinentes al caso. Dejamos a continuación el enlace que lleva a sus testimonios:
Tebeosfera: siempre a favor de la preservación del patrimonio de la historieta
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