Fawcett Comics fue conocida sobre todo por las historias del Capitán Marvel, cuya popularidad empezó a decaer tras la II Guerra Mundial, con la crisis del género superheroico. Sin embargo, como nos muestra José Joaquín Rodríguez en su interesante texto, intentó mantener la atención de los lectores atrayéndolos hacia temas de la actualidad política ligados a la Guerra Fría, como la escalada armamentística, la era atómica y el anticomunismo.
Centrado en los años transcurridos entre 1946 y 1953, el texto de José Joaquín Rodríguez aporta un agudo análisis de las historias de Fawcett, cuya intención era siempre obtener un producto apto para todos los públicos (reflejado en su propio código interno de la empresa, que guionistas y dibujantes debían respetar), lo que condicionaría el tratamiento de la Guerra Fría. Un tratamiento en el que a menudo se resucitaban viejos temas (el espionaje, el quintacolumnismo, las amenazas de atentados…) cambiando simplemente a los villanos, de nazis a comunistas. Pero en el que también se reflejaban inquietudes derivadas de una nueva realidad, a saber: la posible guerra nuclear, de la que Fawcett llegó a advertir a sus lectores antes incluso de que la Unión Soviética dispusiese del destructivo artefacto.
A pesar de ello, a diferencia de otras editoriales Fawcett hizo un escaso uno del anticomunismo exacerbado, al menos hasta 1952, sustituyéndolo por un mensaje más pacifista y acorde con el público general al que pretendía llegar. Una situación que cambiaría a medida que la Guerra de Corea se iba enquistando, momento en el que Fawcett involucró activamente en la guerra a sus personajes más representativos.
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