Hay algo que resulta paradójico pero estimulante en el mundo de la historieta. Se dice que nació como un medio destinado al disfrute infantil (mentira, surgió para solaz de burgueses adultos y ociosos), que alcanzó escala industrial cuando hizo del niño su público objetivo (falso, pues las tiras de prensa las leía toda la familia) y que cayó en vergüenza por dirigir toda su oferta a los chavales (en realidad se dirigía a todo el mundo, pero los esnobs rechazaron su potencial). Llegado el momento de la reflexión, tras el estallido pop, los intelectuales decidieron que no iban a valorar los tebeos infantiles y juveniles porque lo importante era el planteamiento maduro. Y con eso hemos estado peleando hasta hoy: que si “la mayoría de edad del cómic”, que si “solo la novela gráfica vale”, que si la “experimentación adulta contemporánea”, etcétera.
Y, mira tú por dónde, los nuevos rumbos experimentales del cómic navegan por los escenarios del tebeo infantil. Y los nuevos gurús del cómic defienden a capa y espada ahora que parte de la historieta de calidad se hace para los niños. Buena parte. ¡Acabáramos! Alfons Moliné, que es uno de esos expertos en cómic que jamás perdió un ápice de su criterio inteligente, reseña para Tebeosfera una obra de La Casita Roja, sello joven y sin complejos que edita cómic infantil.
VIAJE A LO ALTO DEL VOLCÁN
Tebeosfera. Siempre niños.
1 comentario:
Era así en sus orígenes, y en su evolución se convirtió en una sofisticada forma de expresión artística. Hay quienes no saben valorarlo o lo conceptualizan como algo simple e infantil aún, pero eso es la opinión de gente que no saben en verdad en qué consiste y cómo son en la actualidad.
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