La etimología siempre nos salva. Es fácil hallar en el tuétano de las palabras argumentos para un discurso. Por mucho que evolucionen, como pasa con la palabra "máscara". Los aficionados a los tebeos siempre hemos sabido que tras el antifaz estaba el mismo tipo de mentón robusto que aparecía por la puerta vestido de calle. Fingíamos no reconocerlo. Él se colocaba el antifaz, o la capucha que no podía disimular su peculiar forma de andar, y se enmascaraba. Lo hacía porque era un burlador. Eso es "máscara" en origen, en su origen como palabra árabe, cuando aludía a quienes fingían o adoptaban una impostura.
En el cómic todos son burladores porque todos son caricaturas y sus rostros son máscaras. Y cuanto menos icónicos, más burladores. Tintín es el perfecto ejemplo. Su máscara es un óvalo con cuatro puntos y rayas. Y esa máscara se extiende a su atuendo, que por habitual deviene uniforme.
Antonio Altarriba, uno de los mejores teóricos del cómic español, habla en este artículo sobre máscaras, travestismo, transformación e intelecto, y todo ello referido a la gran creación de Hergé.
LAS MÁSCARAS DE TINTÍN
(advertimos a la audiencia que se trata de un texto rescatado del ya mítico libro en homenaje a Hergé titulado Tintín y el loto rosa que sufrió una implacable persecución legal por parte de Moulinsart, lo que impidió que pudiera reeditarse. Avisados quedan!)
Tebeosfera. A través de la máscara.
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