sábado, 4 de mayo de 2013

EL PARADIGMA MICHARMUT

La evocación, la reclamación y el manifiesto a veces van de la mano cuando se trata de unificar criterios, definir un "pensamiento" o una "corriente", lo cual suele concebirse mediante una retórica concreta. A menudo ha avanzado así nuestra historia, nuestro pensamiento, los planteamientos ante el arte... siempre con un concepto dominante detrás: el interés económico. Ocurre en casi todos los ámbitos desde que los estrategas, los políticos y, luego, los publicistas, se percataron de que etiquetando productos definían tendencias o gustos preconcebidos.

Con los tebeos ha pasado algo parecido, por supuesto. Mediante distintos etiquetados han ido esquivando presiones para abrir nuevas posibilidades en los mercados o bien para auscultar el interés del público. Edades de oro, nuevas escuelas, nuevas denominaciones, "movidas" o "líneas", el "cómic de...", todo ello amalgamado en una tendencia general dependiente del mercado. Sólo la distancia y la perspectiva nos permite desmaquillarlos.

Micharmut se ha saltado a la torera todas las etiquetas. Es inetiquetable. Fanzinista, underground, clásico, moderno, posmoderno, radical, neotebeísta, maldito, representante de una "nueva escuela" valenciana, acaso novelista gráfico para algunos... Desvestido de etiquetas se queda en historietista. Un historietista juguetón al que le gusta experimentar.

Lo importante para nosotros es que supera la prueba del etiquetado, y de ello da fe un teórico que le conoce bien: Álvaro Pons.

MICHARMUT. LA MUTACIÓN CONTINUA

Tebeosfera. Mutaciones de la historieta.

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