LAS VIÑETAS SATÁNICAS. NI EL CÓMO NI EL PORQUÉ.
Los últimos acontecimientos de la llamada por los medios de comunicación "Crisis de las caricaturas" (no sólo en España, también en el extranjero) parecen ser menos virulentos que en días anteriores. Las manifestaciones de colectivos musulmanes en capitales europeas como París, Londres o Bruselas se han desarrollado pacíficamente y han sido nutridas por escaso número de participantes (4.000 fue el máximo, en la capital belga). No ha habido más asaltos a embajadas ni han muerto más europeos (por el momento, sólo el sacerdote italiano). Ayer, poco más de 50.000 personas se manifestaron en la ciudad turca de Diyarbakir, donde siguen pidiendo el boicot económico contra los productos daneses, estadounidenses e israelíes. Se observa, en esta declaración, que aparte de emitirse desde un país de los más laicos de los del Oriente Medio hay un leve cambio de objetivos que, sin desestimar Dinamarca, apuntan ahora hacia los intereses americanos en la zona, en esencia los responsables de toda esta algarabía internacional.
Ayer también, el Gobierno británico, que había tratado de ser conciliador con el malestar musulmán por las caricaturas de Mahoma tuvo que enfrentarse a las imágenes difundidas por el rotativo sensacionalista News of the World, donde se mostraba a un grupo de soldados británicos dando una paliza a unos jóvenes iraquíes con comentarios añadidos de regocijo y ultrajantes. Una vergüenza que Blair se ha apresurado a condenar pero que no hace sino avivar la ira de Islam contra Occidente.
Por lo pronto, no ha habido ningún tipo de avance en la crisis. Y las disculpas del diario danés que publicó las imágenes de nada servirán: ya se han emitido en un par de ocasiones, en varios idiomas, y las protestas continúan. En estos días, Javier Solana, como alto representante de
EL FONDO DE
Algunos medios han advertido de que este asunto de las caricaturas (y las viñetas) de Mahoma partió realmente de una campaña diseñada en
Pero lo importante es la base fundamental para los disturbios. Gilles Kepel daba en el clavo este fin de semana en el dossier informativo que tradujo El País / Domingo (12-II-2006) bajo el título "Las razones de la crisis". Kepel hacía repaso de los focos de tensión que ya existían en Oriente Medio antes de que se desatara toda esa sinrazón, sobre todo Palestina, Siria y Líbano, a los que se ha unido ahora Irán, país que ha visto su oportunidad de usar la presente crisis iconoclasta para reafirmar el objetivo de proseguir con su programa de desarrollo nuclear.
Parece que había llegado un punto en el que las consignas podían conjuntarse: con Hamás en el poder y Sharon fuera de juego, con los Hermanos Musulmanes presionando en Egipto, Siria, Yemen y Jordania, el FNI en Sudán, Hizbolá en Líbano, y Ahmadineyad desafiando al mismísimo Bush desde Teherán. Era el momento, la oportunidad de incrementar la presión sobre Israel y su padrino EE UU para intentar dominar políticamente todo el Creciente Fértil, desde Marruecos hasta Irán. Así las cosas, las llamadas al boicot, que difícilmente hubieran salido de la mente de las acaloradas hordas, están calculadas para hacer mella en Europa en un paréntesis en el que el precio del crudo se ha disparado. No obstante, el sostén sigue siendo el mismo: Los fanáticos que alimentan a los exasperados quemabanderas siguen obstinados con la caricatura en la que Mahoma porta una bomba en la cabeza.
Todo comentario parece apuntar ahora, tras asistir a tanta manifestación popular, periodística y tan pocos acuerdos políticos o diplomáticos, al debate sobre la integración de los musulmanes en Europa. También, al más difícil todavía, decía Kepel: la democratización de los países de origen de esos musulmanes inmigrantes. Algo harto difícil habida cuenta de que quien maneja los hilos en estos países que protagonizan la protesta son los grupos fundamentalistas religiosos con activos depositados en el terrorismo islamista. O al menos, en Europa se sigue viendo así. Porque, es verdad, reconozcámoslo: no conocemos el Islam, por lo general no sabemos de su común bonhomía y de su proverbial buena educación. De ellos sólo tenemos a mano el estereotipo harto difundido por
Ahora, preguntémonos: ¿Cómo iban los humoristas gráficos a elegir otro modelo para representar el brazo armado del integrismo islamista?
¿SÓLO CARICATURAS?
Arriba escribía «obstinados con la caricatura en la que Mahoma porta una bomba en la cabeza», en singular, porque en realidad esta crisis "pluralizada" se debe a una sola imagen. ¡Qué imagen para cualquier anuario de fin de año o cualquier enciclopedia de 'lo más destacado en lo que va de siglo'! Sin embargo, he aquí la paradoja: es una imagen que no se podrá reproducir en periódicos, revistas o libros por temor a represalias / quejas de quienes se consideren ultrajados en sus creencias.
En la era de la información y de la imagen esto parece un contradiós ¿eh?
Lo es.
Y también porque no se sabe de que se está hablando. ¿De qué se está hablando? ¿A qué tanto artículo periodístico sobre las dichosas caricaturas si de los doce dibujos del diario danés sólo hay cuatro caricaturas, siendo lo demás ocho viñetas humorísticas o chistes gráficos (como el que encabeza este artículo, a cuyo pie se lee: "Tranquis, colegas, que sólo es un dibujo hecho por un danés del sur de Dinamarca"). He leído columnas periodísticas en las que el firmante describía una caricatura mezclando dos de los dibujos ¡Ni siquiera las había visto!
Lo mismo ocurre con el 95% de los manifestantes en contra de las imágenes que girovaguean por Oriente Medio. Pero ellos están en el Medioevo ¿no? Claro, claro. Eso dicen algunos periodistas que ni saben de qué están hablando...
Hace unos días sugeríamos a los medios que se solicitase opinión a expertos en imagen y comunicación para arrojar algo de luz sobre este asunto. Se ha hecho, algo tarde, y el resultado es desalentador. Hasta el texto que ha elaborado Román Gubern, con ser erudito, no aporta una sola clave sobre la legitimidad de las sátiras danesas. Sigue sin escribirse un ensayo verdaderamente ilustrativo sobre el potencial de esa imagen para desatar tanta violencia, o sobre las cualidades de las otras once imágenes. Los periodistas sólo nos han indicado que a Mahoma ya se le había dibujado antes y que no había desatado tantos incidentes y nos han recordado que cuando se emitió la 'fatwa' contra Rushdie tampoco se llamó al boicot, sólo se amenazó al autor, sus editores y traductores. Es verdad que se ha dibujado, pintado y representado a Mahoma anteriormente, desde la antigüedad hasta hoy, aunque no siempre con ánimo satírico. Varios ejemplos: en los manuscritos persas de Yami al Tawarij, en el fresco de Giovanni de Modena, en el Tribunal Supremo de Washington (con alfanje en ristre), en la mahoma que se quemaba en la localidad valenciana de Bocairent durante las fiestas de moros y cristianos (tradicionalmente, le machacan la cabeza y luego lo queman para representar la victoria de
En todo caso, lo de Dinamarca no son un juego de caricaturas que traten de representar a Mahoma ridiculizado, son imágenes que pretenden denunciar que no se pueda dibujar a Mahoma en un país laico y democrático como Dinamarca. Sólo así se entienden viñetas como la que encabeza este artículo o como la que se publica a la izquierda de este párrafo, en la que un alumno musulmán señala una pizarra donde se lee: "Los periodistas de Jyllands-Posten son un puñado de provocadores reaccionarios".
Por uno de esos milagros de la desinformación, a la postre, sin haberlas leído, interpretado correctamente ni entendido, las viñetas de Mahoma han terminado convirtiéndose en una cruzada en contra de la libertad de expresión. Usada con tan poco tino como por el libanés Dyab Abu Jahjah, que ha publicado recientemente en internet viñetas en las que Ana Frank se acuesta con Hitler u otras en las que se mofa del Holocausto. ¿Para qué, qué se demuestra? Sólo un musulmán, el jordano Yihad Mumani, despedido por publicar tres caricaturas en Jordania, se ha preguntado si acaso no surgen más prejuicios contra el Islam de los actos terroristas cometidos en nombre de Alá que de una simple caricatura.
José Luis Martín, el antiguo director de El Jueves, sale entrevistado en El País del día 10 hablando de cuando pasó cuatro años en libertad condicional por dibujar a Dios. Es el mismo que ha dibujado un pulso de Dios con Alá en el reciente dietario que El Jueves ha puesto a la venta estos días, lo cual no ha despertado revuelo alguno. Mientras, en la revista del mismo nombre se ha mostrado cautela al no querer dibujar al profeta Mahoma y le han dedicado al asunto apenas un puñado de páginas en las que, abiertamente, declaran su miedo... De lo aparecido en este último número 1.498 destaca sobre todo la página del mismo Martín, en la que Alá posa para Dios mientras éste le dibuja y llegan unos exaltados que destruyen la pintura diciendo que es voluntad de Alá que no se represente a Alá. O sea, lo hacen... ¡contra la voluntad de Alá que se halla presente!
Martín no sólo hace humor muy inteligente, también ha emitido en la entrevista que cede a El País un mensaje rotundo a favor de los humoristas daneses, declarándose no ofendido por el ejercicio del humor que desplegaron y afirmando en buena lógica que los límites de la libertad de expresión los marcan las leyes. Las del lugar, no las emitidas por grupos de otros países que enarbolan preces como si fueran leyes. En España, los casos de denuncias por ofensa a la religión católica se cuentan con los dedos de la mano y no ha prosperado ninguna en los últimos 20 años. Nuestra laicidad nos protege contra las exigencias de fundamentalismos y por eso podemos considerar arte que un Cristo empuñe un misil en representación de que las religiones fomentan algunas guerras ("Nazis y Jesucristo", de Óscar Seco, galería Ferran Cano, hoy). O quienes así lo quieran considerar arte; tenemos esa libertad de elección.
Empero, ha calado en la opinión pública que las caricaturas (y las viñetas) de Mahoma danesas son blasfemas (coletilla que le han colocado todos los periodistas), de estúpido mal gusto (Vargas Llosa), de mala calidad (Antonio Martínez), malísimas (periodistas de ABC), dicterios (Ignacio Camacho), cansinas (si interpretamos bien la viñeta de Forges del día 10-II-2006)... En El País incluso les han llamado 'cómics' en varias ocasiones.
¿Cómo se puede ser tan cínico? ¿Qué tienen de blasfemo 10 de las 12 caricaturas danesas? ¿Alguien se ha parado a reflexionar y argumentarlo? ¿Quiénes son estos periodistas para estimar o criticar las cualidades estéticas de las viñetas, que son obra de excelentes dibujantes? Pues este es el sentir general difundido en la prensa, al menos. Lo cual demuestra la enorme ignorancia de los periodistas sobre el medio humor gráfico y sobre el género caricaturesco en general. Y también demuestra, ay, que se sigue considerando el humor gráfico como género de segunda especie o como arte menor o como actividad denigrante.
Muchos estábamos esperando a que se pronunciase el periodista Ali Lmrabet al respecto, por haber sido encarcelado tras publicar unas caricaturas que ofendieron al rey marroquí. Cuando lo ha hecho (en El País, este fin de semana) ha optado por no pronunciarse sobre las viñetas danesas, aportando a cambio un magnífico estudio sobre el auge del islamismo radical en todo Oriente Medio.
Visto lo visto, volvemos a abundar sobre ideas que parecen no asimiladas:
1. Caricaturizar no es insultar. No ofende el dibujante sino que se ofende el ofendido.
2. Las caricaturas danesas, desde el propósito de sus creadores, no atentan contra la libertad religiosa
3. Esas caricaturas no son islamófobas ni despectivas hacia el profeta, son críticas dirigidas hacia la libertad de expresión en Dinamarca y contra el terrorismo islamista.
4. La mayoría de las caricaturas y chistes son de calidad más que aceptable, con unas cualidades de disyunción semiótica tan buenas, o iguales, que las de, pongamos por caso: Gallego y Rey, Forges, Idígoras y Pachi o Máximo (¿o es que Máximo, cuando dibuja a Dios, hace estúpidos dibujos de mal gusto blasfemos?)
Por lo pronto, todo este baile de gleba fundamentalista ha logrado renacer el miedo entre los europeos, ha conseguido que Chirac o Blair condenen a los caricaturistas sin ambages, o que
En una pancarta en Londres pedía un manifestante: «Desea para los demás lo que desees para ti mismo y serás el más justo de los hombres». Ah, ¿desea el Islam que quemen sus banderas, destrocen sus embajadas o amenacen a sus ciudadanos? Yo, desde luego, deseo para mí que exista la ironía y el sarcasmo sobre las fuentes de poder, incluso las religiosas, y que exista la sátira, incluso la cruel.
Ya puestos a reformar los cimientos de nuestras libertades civiles, propongo yo: ¿Porque no pedimos que se reforme también El Corán?
Considero que en la actual situación, producto de un mal entendimiento de una obra satírica y que viene orquestada por células integristas anhelantes de poder, hay que anteponer la dignidad al miedo. No podemos permitir que prevalezca la intimidación extremista sobre nuestros derechos civiles.
Y hago un llamamiento desde aquí para fomentar nuestra solidaridad con los humoristas gráficos daneses en este caso, aunque nunca deba utilizarse esto como posicionamiento contra el Islam o para favorecer el ánimo de los fundamentalistas islamófobos.
Defendamos sólo el humor.
Texto de Manuel Barrero. Esta es la quinta crónica que se publica sobre este particular en este sitio web.
Fuentes: El País, El Mundo, ABC,
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