jueves, 10 de marzo de 2005

El Código Cojonci


RESEÑA: El código Cojonci, de Óscar
El Jueves: Nuevos Pendones del Humor, 51, Barcelona, 2005; álbum en rústica, 64 pp., b/n, cubiertas en color
Desde El Jueves no se andan con chiquitas con Óscar, todos saben / sabemos, que su creación El Profesor Cojonciano es una “eminencia en el campo de las relaciones personales”, como ellos mismos difunden. Y nunca deja de escarbaren asuntos como:
“¿Cómo somos? ¿A dónde vamos? ¿De dónde venimos? ¿Por qué nos tiramos pedos?”.
Con este álbum, cuya alusión al best seller de Dan Brown es sólo una excusa de Óscar para dibujar a la enésima gachí de pechos gigantes -su definición del sueño ideal del españolito medio-, se vuelven a recoger páginas y dobles páginas de la célebre sección del Profesor Cojonciano en la revista, una de las más longevas ya, y que hace el libro de recopilación número 21 de Óscar en la editorial, 22 si contamos el libro de Lo Más Mejor de El Jueves. Todo un ejemplo de humorismo.
Comprensible si recordamos que Óscar Nebreda es uno de los puntales del humor irreverente en nuestro país que pasó por El Papus, y que en El Jueves fomentó las secciones con personaje fijo, su anfitrión Cojonciano, no protagonista sino mero comentarista de un encadenamiento de chistes dirigidos a agotar un tema concreto. Este modelo, herencia narrativa de los tebeos de Bruguera, ha triunfado ampliamente entre los narradores sin muchas ideas de articular relatos pero con ganas de soltar chascarrillos. En realidad, en El Jueves, muchos siguieron este esquema. Gracias a la genialidad intemporal del inagotable Óscar en el caso de la sección de Cojonciano, siempre ha acertado a sacar a relucir los temas en boca de la gente o bien le saca punta al máximo a una noticia curiosa o sensacionalista que halla en la prensa.
Pero bajo las guasangas de Conjonciano hay algo más que humor chusco y ganas de sacar a una tía en tetas cada dos viñetas. Hay una radiografía salvaje, cruelmente sincera, de los hábitos y costumbres de nuestra sociedad, una caricatura que nos hace sonreír porque araña precisamente allí donde duele, en esa verdad de la que no nos podemos escapar.
Por eso a todo el mundo gusta: a quien mira por encima de su hombro porque se ríe del mal ajeno, a quien se refleja humillado porque sabe reírse del propio y de los que no tienen sentido del humor para mirarse al espejo. Y, quienes no entienden nada, porque salen tetazas.
Nunca deja de ser recomendable, pues.


Reseña de Manuel Barrero. Tebeosfera recibió servicio de prensa de El Jueves

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