domingo, 18 de diciembre de 2005

Cuando los cómics se llamaban tebeos


CUANDO LOS COMICS SE LLAMABAN TEBEOS: LA ESCUELA BRUGUERA (1945-1963) de Antoni Guiral

Reseña de Norman Fernández


Créanme si les digo que no resulta fácil reseñar un libro como el que Toni Guiral ha escrito, y Ediciones El Jueves ha editado a primeros de este año 2005, sobre la llamada Escuela Bruguera. Y en este caso no lo digo sólo por la experiencia propia que me ha supuesto tener que afrontar este texto, sino también por experiencias ajenas. Lejos está de mi ánimo criticar a quienes me han precedido a la hora de hablar sobre este trabajo, pero sí que quería hacer constar un par de comentarios sobre elementos que creo que lastran algunas de estas reseñas. Aunque comprendo que pueda ser casi inevitable (y a mi también me pude haber pasado en más de una oportunidad, lo reconozco) dejarse llevar por la nostalgia no suele ser una buena solución. Lo digo porque hay ocasiones en que a la hora de reseñar el libro de Antoni Guiral he observado que algunos comentaristas se dejan arrastrar por el entusiasmo y empiezan a rememorar la hornada de sensaciones que les produjo en su día los tebeos a los que el libro se refiere (o la continuidad de aquellos); cosa que me parece muy bien, pero que no debería ser el objetivo natural de un comentario sobre el libro.

Otra tendencia que también he observado es aquella en la que el reseñador parece querer competir en conocimientos con el propio autor del libro y nos larga (con perdón) una versión resumida en X párrafos del mismo. Pero no se preocupen que un servidor no pecará de ninguna de las dos cosas en las siguientes líneas, entre otras cosas porque mayormente soy un ignorante respecto a la etapa de las publicaciones Bruguera a la que se refiere el libro, con lo que poca nostalgia puedo tener y en poco puedo pretender competir con Toni Guiral. En todo caso, mejor o peor llevadas a cabo, la intención de esta reseña es la misma que las demás compañeros que me han precedido en la labor (y que espero que no crean que les juzgo demasiado severamente), la de llamar la atención sobre uno de los mejores libros teóricos sobre historieta que se haya publicado en castellano en muchos, muchos años.

LA ELECCIÓN

Por si alguien se está preguntando qué hace un tipo que se ha confesado un completo ignorante respecto al tema del que trata el libro, debo decir que esa limitación temática a lo sumo me imposibilita para localizar algún gazapo o juicio excesivamente atrevido del autor, pero conociendo la profesionalidad de quien firma dicho trabajo, permítanme que aventure que no creo que exista nada de eso en sus más de 300 páginas. Lo que sí conozco algo mejor es cómo afrontar la realización de un libro teórico sobre el medio, y en especial en el caso de una materia que abarca un amplio número de años y cientos de publicaciones (si me permiten el inciso de autopromoción les diré que es lo que me tuve que plantear cuando escribí para la Semana Negra de Gijón hace cuatro años el libro sobre el personaje Tex Willer).

Para mí todo libro teórico se sustenta en tres pilares (que en realidad no son independientes unos de otros): la elección, la estructura y el discurso. Cuando me refiero a la elección estoy hablando de la decisión de escoger aquello de lo que se va a hablar, de determinar con precisión que uno quiero tratar "esto" concreto y no "aquello otro", por muy cerca o solapado que esté el "aquello" con el "esto". No crean que es fácil determinar con precisión la franja de lo que sea que uno vaya a analizar, y muchas veces de esta elección inicial depende en mayor medida que de ninguna otra cosa la validez del trabajo.

Decía Juan Sasturain en la introducción de su novela La lucha continúa que «uno nunca escribe lo que quiere sino lo que puede», y aunque la frase de Juan se refiere seguramente más a las capacidades que a las oportunidades, nos sirve perfectamente para nuestra pequeña parcela de teóricos, críticos, comentaristas, estudiosos (elíjase lo que se prefiera) de la historieta. Decir que un libro como el de Guiral hacia mucho que se echaba en falta no supone ningún alarde de perspicacia. Y les puedo asegurar que Toni no es el primero al que se le ha ocurrido una idea similar, pero sí ha sido el que la oportunidad, y su valía como analista, se lo han permitido realizar para disfrute de todos. Lo de la importancia de las obras de Bruguera como reflejo fiel de la sociedad en que fueron desarrolladas era algo que prácticamente se sobreentendía (como el "valor en la mili" si se me permite tan marcial símil, aprovechando que este texto se está escribiendo en las proximidades de ese día en que montones de tipos uniformados y armados se dedican a pasearse rodeados de banderas y acompañados de una cabra). Sin embargo, tal percepción era el resultado de una serie de trabajos parciales y dispersos en el tiempo a los que Guiral hace cumplidas referencias (y que se pueden encontrar en la bibliografía que se ofrece al final del libro).

La oportunidad, de nuevo volvemos a ella, llegó eso sí de la mano de unos editores, los de El Jueves, que como herederos, en parte, del espíritu de aquellos trabajos, apostaron por la labor de Guiral y la acogieron en su colección de publicaciones más cuidada: obteniendo el respaldo que el proyecto merecía como demuestra el hecho de que en poco más de dos o tres meses fuese necesaria una segunda edición. Pero la oportunidad va siempre de la mano de su hermana gemela, la elección, y aquí de nuevo hay que retrotraer la pelota al tejado del autor. Guiral ha decidido, con buen tino en mi opinión centrar su trabajo en las publicaciones humorísticas de Bruguera y en el periodo de 1945 a 1963. La decisión de esta franja temporal concreta nos la explica Toni en la propia introducción de la obra: 1945 es el año en el que se puede considerar que Bruguera arranca su actividad tras el estancamiento social y económico que supuso la Guerra Civil y 1963 se puede tomar como fecha del comienzo del declive de estas publicaciones de la editorial, entre otros motivos porque es cuando la censura deposita sus ojos en ese tipo de productos que hasta entonces pasaban más inadvertidos.

LA ESTRUCTURA

Liarse la manta a la cabeza y decidir embarcarse en un proyecto tan mastodóntico como este, convencer a alguien para que lo publique y recopilar toda la información (tanto documental, como testifical, que se diría en un juicio) que se pueda; todo eso, es la parte fácil. Lo verdaderamente difícil es romperse la cabeza para dar forma a los resultados de tanta información procesada; la estructura que decía más arriba. Realmente no puedo hacer otra cosa que felicitar a Antoni Guiral por la manera en que ha sabido estructurar todo eso en un libro ágil y ameno. Por empezar por los anexos, el libro presenta un prólogo del escritor Francisco González Ledesma que trabajó como abogado de Bruguera. Además existe una serie de epílogos: uno de Jaime Vidal y Carles Santamaría (comisarios de la exposición La factoría de Humor Bruguera) que resulta por momentos redundante con lo expuesto por Guiral en las páginas anteriores; otro texto de Pépe Gálvez sobre la huella de la escuela Bruguera en la historieta actual y una serie de breves textos en los que autores como José Luis Martín, Oscar, Monteys, Alfons López, Javier Olivares o Manel Fontdevila, entre otros, nos hablan de su personaje preferido de Bruguera y nos ofrecen su propia versión gráfica del mismo.

En cuanto al cuerpo del libro, Toni lo estructura en tres bloques: uno primero histórico, otro referido a los personajes más destacados y el tercero dedicado a las semblanzas de los autores principales. Digamos que la tercera parte es la más "sencilla"; una vez determinados quienes son esos autores más destacados, "sólo" queda realizar una semblanza de los mismos. Para la parte de los personajes, Guiral escoge un modelo de ficha del personaje (o serie), acompañadas de tres páginas de ellos. La ficha nos arroja información sobre la primera aparición, los creadores, las revistas en las que apareció el personaje, acompañados de otros apartados menos esperables (y más divertidos) como "suerte", "salidas de tono" o "consideraciones finales"; apartados estos últimos más subjetivos, y que por tanto nos permiten visualizar las conclusiones a las que al autor ha ido llegando al procesar la información de una forma mucho más eficaz de lo que lo haría una mera sucesión de datos.

Por lo que respecta al primer bloque, el que he llamado "histórico", ahí es donde está "la parte del león". Poder exponer toda la información de forma ágil y amena es todo un logro. Toni dedica un primer apartado a los orígenes de Bruguera, desde su anterior denominación El gato Negro, con la que creó en 1921 la que sería la revista insignia de Bruguera: Pulgarcito. Para este apartado inicial utilizará un recurso que le dará muy buenos resultados en toda la porción central del libro: introduce una banda en la parte inferior de la hoja que va dedicando a la exposición de los principales autores de la época de la editorial de la que está hablando, a los que llama «los pioneros de Bruguera».

Y de ahí pasamos al mayor apartado de todo el libro: el referido a la vida y milagros de los personajes y de su editorial entre 1945 y 1963. Para llevar a cabo esta tarea Toni utiliza dos recursos que se demuestran más que eficaces. Por lado retoma la franja al pie de página que en este caso dedica a listar una serie de hechos que nos permitan situar las historias en el contexto político y social en el que se estaban llevando a cabo: si las historias de los personajes humorísticos de Bruguera eran un fidedigno reflejo de la sociedad que las engendró, no está de más recordar cuál era esa sociedad. Por otro lado, utiliza además una serie de insertos, de entre dos y cuatro páginas, que va intercalando en la narración principal sobre aspectos concretos que le resultaba difícil integrar en dicha narración. La figura del director de publicaciones Rafael González (al que el libro define como «la cabeza pensante y el ideólogo de la Escuela Bruguera»), la manera de jugar con el lenguaje, el inspector Dan (el primer cómic realista de éxito de la editorial), la presencia de los personajes Bruguera en la radio, la fundación de la agencia Creaciones Ilustradas, los técnicos (entre los que podemos encontrar nombres como Víctor Mora, Francisco González Ledesma, Perico o Andreu Martín), la experiencia autogestionaria de Tío Vivo, el listado de cabeceras de humor, la rotulación o las tiradas son algunos de los temas que tratan estos insertos.

Y es precisamente en estos insertos en donde aparece la única pega que se le puede poner al libro; en el sentido de que su número tal vez es excesivo y además están introducidos de una forma un tanto abrupta (a veces entre una misma palabra que ha sido cortada entre una página y la siguiente), lo que contribuye a dificultar un tanto la lectura.

EL DISCURSO

Finalmente nos queda esa cosa tan difusa y compleja que es el discurso. Como decía anteriormente, era fácil que no sólo los reseñadores del libro, sino el propio autor pudiese haber sucumbido a la tentación de utilizar la nostalgia como hilo conductor. Pero no es este el caso. Creo que el tono de Toni es ameno y didáctico y rezuma amor y respeto por el medio. También destila un cierto sarcasmo, sin llegar al cinismo, que creo que en el fondo es un artefacto que a Toni le ha permitido distanciarle lo suficiente de lo que está contando como para poder mantener un nivel de objetividad, difícil de sostener por otra parte en ocasiones en las que se tiene que narrar episodios como el trato que se dispensaba a los autores, la intervención de la editorial para torpedear la experiencia de Tío

Vivo o sucesos como la destrucción de originales.

Para finalizar debo echar mano de nuevo a mi aprendizaje en esto de escribir sobre tebeos (ya estoy hablando otra vez de mí), y hace tiempo que alguien me enseñó (y no recuerdo quién) que uno nunca debe terminar un texto con mención a aspectos negativos. Así que olvidemos los episodios que acabo de referir, y centrémonos en celebrar la suerte que todos tenemos por este libro con el que Antoni Guiral rinde homenaje a todos aquellos autores que tuvieron menos fortuna que nosotros. Con el permiso de Toni, ¡va por ellos!


Reseña de Norman Fernández. Tebeosfera recibió servicio de prensa de El Jueves.