Durante los años setenta surgieron historietas que ponían en tela de juicio los mecanismos del poder, adoptando sus autores una postura crítica contra las fórmulas de gobierno establecidas. Sobre esto leímos hace un par de días en un texto sobre El Eternauta.Durante los ochenta surgieron otros discursos en el cómic dirigidos también a criticar el poder pero desde posiciones menos contestatarias y más rebeldes, en las que la violencia pasó de ser un cauce obligado a un ejercicio de estética.
Antonio Santos reflexiona sobre ello apoyándose en la obra Rebelde, de Pepe Moreno, uno de los renovadores -en su tiempo- del cómic, publicada en 1985 por Toutain. Aquí:
Tebeosfera. Rebelión de viñetas
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