Si ha habido un personaje que puede considerarse epítome de una modalidad de historieta, de una deriva genérica y de unos estilemas representativos (y hasta discursivos) en un periodo concreto de la industria y de la corriente de los superhéroes, ese ha sido Lobo.
El antihéroe, además, acaso por su desmesura, se presta como nadie para la parodia, dado que su misma naturaleza era el pastiche, y gracias a eso sus guionistas construyeron algunas de las aventuras más descacharrantes del los noventa si uno no tenía reparos en aguantar los salpicones de sangre y las salidas de tono.
Antonio Santos ha hecho para Tebeosfera una de las mejores reseñas que hayan podido escribirse sobre el czarniano precisamente porque lo utiliza como apoyo para emitir comentarios sobre el grado de fanatismo, frivolidad y falso relumbrón del cómic como medio para el espectáculo.
Tebeosfera. Sin ningún género de duda.
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