lunes, 4 de abril de 2005

Mátame, de Lapham

Mátame

David Lapham es uno de esos escasos autores americanos que habiendo debutado en el comic book mainstream (comercial, para entendernos) acabó autoeditando su propia y personal obra. Pese a que en la actualidad combina dicha obras autorales con la escritura de uno de los títulos de Batman (Detective Comics, el dibujado por Ramón F. Bachs), Lapham sigue siendo uno de los más interesantes e ignorados autores del comic book estadounidense.
Balas Perdidas, serie que hace honor a su título con una periodicidad igualmente errática tanto en su país de origen como en el nuestro, fue el título con el que Lapham se dio a conocer en España. El carácter coral de la obra y la consiguiente irregularidad en sus arcos argumentales según estén protagonizados por uno u otro personaje, han hecho que sea una serie difícil de valorar en conjunto, en tanto que aún no se sabe si los personajes son presentados con un objetivo final desconocido para el lector o se trata tan sólo de vidas que se cruzan. Predomina el género negro, aunque se trata de historias poco ajustadas a los tópicos de dicho género.
Mátame fue realizada durante un paréntesis en la realización de Balas Perdidas y supone un ejercicio de estilo mucho más puro. Aquí se cumplen casi todos los tópicos de una buena historia noir clásica ( protagonista que se enamora de la mujer equivocada, asesinatos, chantajes, detectives corruptos, violencia y una especie de justicia poética que envuelve la trágica conclusión).
El autor se confiesa deudor de Jim Thompson, James M. Cain o Dashiell Hammett y hace bien en admitirlo, pues la obra ha de ser entendida como un homenaje a dichos autores y las películas que el Hollywood de los años treinta, cuarenta y cincuenta produjo en base a ese material.

Mátame funciona como un perfecto mecanismo de relojería, una cautivadora historia en la que a pesar de no ser tan sorprendente como debiera, engancha al lector desde sus primeras páginas, obligándolo a seguir las peripecias del protagonista. El guión desde este punto de vista, alcanza un raro virtuosismo, una suerte de ritmo cinematográfico que impide que el lector abandone la lectura salvo causa de fuerza mayor, hecho este que puede pasar desapercibido en una primera lectura precisamente por eludir todo tipo de exhibicionismos, pero que en sucesivas visitas puede ( y debe) ser apreciado con facilidad.
Lapham es un dibujante más que correcto y en Mátame adopta voluntariamente un estilo de dibujo menos realista, buscando evocar la estética de los años 50 aunque paradójicamente se trate de una historia teóricamente contemporánea (véanse los ordenadores del juzgado). La densidad de la historia le obliga a incluir un elevado número de viñetas por página y la relativa sencillez de su estilo acaba siendo beneficiada por dicha circunstancia. Precisamente por esto resulta poco comprensible la narración del largo flashback del capítulo nueve en una distribución de dos viñetas por página sin que ni la espectacularidad de la escena ni otros elementos narrativos la justifiquen adecuadamente. Es quizá esta parte de la historia el momento más cuestionable de toda la obra y el único pero a un trabajo de encomiable densidad, excelente ritmo e intachable factura: un excelente tebeo de género negro que puede ocupar sin rubor su lugar junto a otras obras maestras del genero como Rip Kirby o Alack Sinner.

De la edición tan sólo diremos que ni el papel ni el tamaño de reproducción de la obra son los idóneos, sin que esto redunde en un producto especialmente asequible, es decir: ni está a la altura de la obra ni a la de los bolsillos más desfavorecidos.

MÁTAME. Guión y dibujos: David Lapham. 260 páginas en blanco y negro . 11.95 euros. La Cúpula: Novela Gráfica, Barcelona, 2005.

Reseña de Koldo Azpitarte. Tebeosfera recibió servicio de prensa de La Cúpula.

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