Todos solos y desahuciados.
Una obra extrañamente atractiva ésta, ya desde su fórmula de publicación, que en los Estados Unidos optó por el modelo serial (en dos semanarios) para luego ser editada a modo de libro, observando una segunda edición tan sólo tres años después. Algo similar le ha ocurrido a la edición española, que ha observado dos ediciones diferenciadas, una con un formato similar al de los comic books (la colección Brut Comix de
Y eso era. Una historia densa cuya lectura exige detenerse en un volumen que la contenga toda. Se trata de una historia que no acaba de concluir, que continúa más allá de la última página, como van más allá todas las historias de almas vacías y corazones rotos, sin happy end.
Juego de manos trata sobre un puñado de defenestrados de la vida (el 'a jar of fools' del título original) que tratan de superar, o sortear, u olvidar una pérdida. Ernie Weiss, el protagonista, es un mago en la miseria que se siente culpable del suicidio de su hermano. Esther, novia que el anterior perdió, pierde a su vez a su novio y su trabajo actuales. Al Flosso, un prestidigitador retirado y algo tarumba, vive la pérdida paulatina de su memoria. Nathan Lender es un hombre que ha perdido el cabello y a su esposa, se resiste a perder a su hija. La niña, Claire, pierde la inocencia durante el transcurso de esta obra.
No es ella la protagonista, aunque adopta ese rol al final de la obra. Juego de manos es una 'novela gráfica' coral, sin un protagonista fijo porque ¿qué protagonista es un perdedor que sabe a ciencia cierta que no recuperará su autoestima? No debe extrañarnos que algún crítico haya comparado esta obra, llena de imágenes de tristeza con olor a lluvia, con un blues...
En verdad que es un tebeo triste. De principio a fin, desde el blanco y negro fuertemente contrastado que usa Lutes para expresarse hasta los fondos y ambientes elegidos (la lluvia cae cuando más se manifiesta la melancolía), pasando por un trabajo de composición de página apretado que, en los encuadres, prefiere los primeros planos de los rostros. Estos rostros son los que van marcando la tonalidad de este 'blues de viñetas', desde unas primeras páginas resueltas con la simplicidad del primerizo hasta las finales, extraordinarias, donde la gestualidad ha adquirido relevancia y el peso del relato termina recayendo sobre ella.
Este modelado de personajes y esta diagramación inmediatamente atañe a Europa. Y es que Lutes es un gran aficionado a la historieta franco belga desde que viajó a Francia cuando contaba con 5 años de edad. Esto es palmario en su trabajo en general, que parece ir en la estela de Hergé, y concretamente en algunas viñetas (como la de la entrada en la tienda de antigüedades), que son claros homenajes al padre de Tintín. No obstante los débitos de la estética general de este tebeo, la tilde de la obra, que reside en valorar los límites de la desesperación, es más bien americana, arraigada en la novelística cuya tradición puede buscarse en James M. Cain, John Dos Passos y otros que también construyeron historias al ritmo de blues.
La obra, en conjunto, es una de esas que hay que recomendar a los que se acercan al medio y quieren algo más que entretenimiento. Porque Lutes no sólo es un narrador de hechos encadenados, también es un narrador de momentos mágicos, de esos que depositan ahí una frase que te atrapa, de los que detallan un rincón, una esquina de una calle mojada, un patio trasero que recuerda a una calavera... Todo este puzzle, una vez unido, va más allá del relato lineal del abandono de los protagonistas a su suerte. El contrato fortuito que une a este puñado de almas abandonadas cuenta con otros protagonistas etéreos (los fantasmas de la culpa, el constante aroma de abandono) y más sólidos (como la red eléctrica de la ciudad, una suerte de metáfora de la comunicación que aquí sirve de andamiaje a la desolación). Y resulta que, a la postre, todo se conjuga para participarnos una verdadera historia de amor, porque ninguno dejará de ser un perdedor pero sí de martizarse por ello. Y porque habrá quienes lo den todo para que otro se salve.
Lutes (New Jersey, 1967), hoy afincado en Seattle, se declara amante de Giardino, Hergé, Chester Brown, Spiegelman y Ben Katchor. Desde 1991 trabajó con Fantagraphics, como ayudante del director artístico Dale Yarger, pero se rindió a la evidencia del poco dinero que había en el ámbito de los 'comics independientes'. No fue hasta que James Sturm le animó que decidió publicar una historieta en el semanario para el que trabajó posteriormente, The Stranger.
Jar of Fools surgió de una imagen recurrente: una mujer que se diluía entre las manos de un hombre. A partir de ahí, desarrolló toda esta historia de pérdidas y anhelos. Cada personaje, ha declarado su autor, es un reflejo de una parte de su personalidad (sobre todo Ernie), y quizá de ahí derive la coherencia que emana de toda la obra. Como anécdota cabe comentar que el personaje del prestidigitador Al Flosso representa a un Al Flosso que existió, aunque de él sólo tomó la apariencia y el nombre tras contemplar una fotografía suya en un viejo libro, lo demás lo inventó.
Es así: Lutes prescinde de todo con tal de no distraer la narración. En este ha seguido los consejos de su contemporáneo McCloud, y de ahí emana el ritmo pausadísimo con el que la obra arranca y también el dibujo frío, casi desalmado, que a veces utiliza. El ideal para contar esta historia de desalmados.
Juego de Manos,
Jar of Fools (serializado en las publicaciones Stranger y Nicepaper, de Seattle y Providence, respectivamente. Recopilado por Penny Dreadful Press en 1994 y por Black Eye Books en 1997)
Se recomienda leer la entrevista a Lutes publicada en:
http://www.sequentialtart.com/archive/june99/lutes.shtml
Reseña De Manuel Barrero. Tebeosfera recibió servicio de prensa de