miércoles, 14 de noviembre de 2007

Sentencia contra El Jueves

Sentencia contra la sátira de Guillermo y Fontdevila.

Los autores de la viñeta humorística en la que las caricaturas de Felipe de Borbón y Leticia Ortiz aparecien en pleno connubio para emitir una sátira sobre la aplicación de una cuota de productividad por nacimiento de hijo, han sido condenados a pagar 3.000 euros en virtud de sentencia que les considera coautores de un delito de injurias al sucesor de la Corona.

José María Vázquez Honrubia, juez de la Audiencia Nacional, ha condenado así a Guillermo Torres y Manel Fontdevila, dibujante y guionista, respectivamente, de aquella imagen para la cubierta de El Jueves núm. 1.573 publicado tan 'significativa' fecha como el 18 de julio de 2007. Los autores de la sátira han protestado públicamente [>] sobre el procedimiento seguido en la vista, pues según sus declaraciones no han tenido todas las opciones para expresarse según previene la ley.

Lo discutible de la setencia estriba en las matizaciones subjetivas que allí constan sobre si la imagen era "innecesaria" (no es necesaria ninguna, en realidad, como no lo es la Monarquía para España, a poco que nos esforcemos en meditarlo), "no elegante" (ni falta que le hace a la sátira la elegancia ¿era elegante Chumy Chúmez? ¿lo eran los integrantes de SEM?), u "ofensiva hacia el español medio" (por considerar que el español medio se siente representado por la Casa Real y esa imagen le ofendió).

También, aunque confiamos en la independencia de los poderes (¡Dios nos libre de no hacerlo en este país!), es un punto a considerar que la celeridad con que se resuelve este asunto coincide con la precaria situación de la imagen de la realeza en España tras los casos de quemas de fotografías de SS MM en diferentes puntos de Cataluña y, casualmente (si bien esto no afecta) en un momento en el que el carácter regio se halla agriado debido a las trifulcas iberoamericanas de estilo Tómbola (posiblemente debido ésto, por qué no reconocerlo, a la crisis matrimonial de una de sus hijas, que de grado o por fuerza ha debido destemplar el proberbial buen carácter de Don Juan Carlos I).


Evidentemente la sentencia nos parece exagerada a sabiendas de que la sátira es un ejercicio de expresión que permeabiliza y refresca el ejercicio de las libertades. Acallar a los sátiros, a los disconformes o hasta a los disidentes es un acto reprochable porque significa una tendencia hacia el llamado 'pensamiento único', que en esta época de consensos blandos se halla agazapado pero omnipresente. Al igual que los jueces deberían revisar sus raseros, tampoco estoy de acuerdo (yo, como opinante defensor del ejercicio de la sátira) con el comunicado de alguna asociación vinculada a la historieta, como Ficomic, que vuelve a centrar su atención en el espinoso asunto de la libertad de expresión, aduciendo que la sentencia "supone un grave precedente que va en contra" de esta libertad. Y no. No es eso. Guilllermo y Manel siguen teniendo libertad de expresión, así como El Jueves, que seguirá satirizando a la casa real y obteniendo beneficio de ello. Para eso están y esta multa no coarta esta libertad. Una cosa es la aplicación del Código Penal ante un hecho que se considera delictivo (para están las leyes, oiga) y otra la consideración de que la expresión jocosa es intocable e indenunciable.

La cuestión es otra. La reflexión debiera dirigirse no hacia los agravados sino hacia los agraviados. Porque obsérvese que quien planteó la denuncia, en su día, no fue ni el presuntamente ofendido ni la presuntamente humillada. Ni un 'español medio'. Fue otro español, característicamente 'no medio'. Acaso amigo de ciertas alcurnias. Acaso no.
Presuntamente todo.

Lo cierto es que tenemos Majestades presuntamente poco satirizables.

Es cuestión ahora de plantearse un modelo de restauración de serenidad entre el colectivo y también del importe de la multa, que se puede reponer a través de la solidaridad colectiva de todos los profesionales del medio. Aunque, vuelvo a decir, no con otro 'Articulo 20', pues aquí no se ha vulnerado ningún artículo 20. Si acaso, el que indica qué estamento o 'clase' de nuestra sociedad es intocable por los demás ciudadanos 'medios'.

Sobre este asunto, en triste conclusión, podría decirse que:

-El secuestro de la publicación fue un atentado, éste sí, retrógrado y ancilar, contra la libertad de expresión en nuestro país.
-Los medios de información en general analizaron aquella construcción satírica como una estructura simplista: sólo han visto la caricatura

-Esos mismos, no estimaron la función narrativa o satírica del conjunto, sólo la carga sexual del dibujo y la lubricidad del mismo
-En un Estado de Derecho debería ser el ofendido quien interpusi
era la denuncia. Bien el príncipe por su aludida pereza, bien Letizia por su postura y relegación sexual.
-La carga simbólica de la imagen se ha reducido, pues, a lo esquemático, desvelando un problema de ignorancia lectora o interpretativa de este tipo de productos culturales, que sorprendentemente gozan ya de siglos de historia.

-Y la reparación 'moral' se ha cifrado en 3.000 euros.


¿Para restaurar qué?


Comentario de Manuel Barrero.

Imágenes: Cubierta motivo de la sentencia. Inmersa en el texto, viñeta extraída de El Jueves núm. 1.408, especial boda real, donde hay varias escenas jocosas sobre la sexualidad de los nuevos príncipes.

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